Me llamo Elena González. Soy madre de Iñigo, un niño al que hace cuatro años le diagnosticaron un retraso madurativo y motor.

 

Lo di todo por ti. Y no, no me arrepiento y ahora, ahora que te has ido se me hace raro poder vivir sin ti.

 

En las últimas visitas ya notamos que no estaba bien. Se mantenía sola, sentada en la oscuridad, sin encender la tele.

 

Sara no podía imaginar cómo diecinueve letras iban a cambiar su vida tan radicalmente, cuando fue al hospital a recoger los resultados.

 

A lo largo de mi carrera profesional he escuchado infinidad de historias.

 

El algodón tiembla en mis manos mientras intento aislarme del olor. Parece que no siente el dolor pero me asusta hacerle daño.

 

Soy una persona con una gran vocación de servicio para generar en las Personas Mayores, y sus Familias, las ganas de seguir sacándole vida a los años.

 

El 30 de octubre de 1989, nació una persona muy especial, el que era biológicamente primo, pero sentimentalmente un hermano.

 

Año 2014. Mi nombre es Horacio, y la vida, y mis 30 años de incansable labor de docente y enfermero.

 

El 11 de abril del 2016, mi marido, se mareó y empezó a balbucear palabras sin sentido.

 

A pesar de un embarazo y un parto sin inconvenientes, en cuanto nació lo supe.

 

Soy cuidadora profesional, y durante mucho tiempo, como tal, he conocido y atendido a muchas personas que han dejado un pedacito de ellos en mi.

 

Cuando mi hermano y yo éramos pequeños, el abuelo se quedaba a cuidarnos un par de horas a la tarde mientras mi madre trabajaba. 

 

Paca es mi madre. En el pueblo le llaman “La menuda”, el apodo de mi abuela.

 

Este es el relato (en pocas palabras) de Vasile (yo cariñosamente le llamo Coco) y de mí.

 

Era un 12 de noviembre, cuando de pronto volvía a ser madre.

 

La paciente sobre la que voy a hablar fue la primera incluida en el programa Atención Farmacéutica Domiciliaria.

 

Nada hacía presagiar que aquella mañana a final de mayo, de cielos azules y sol primaveral...

 

Sebastián padece una enfermedad poco frecuente llamada Phelan Mcdermid, actualmente tiene 10 años y esta escolarizado en un centro de educación especial.

 

Esta historia tan satisfactoria ocurrió siendo alumna-trabajadora de la empresa Mancomunidad Integral de Servicios “La Serena Vegas Altas” .

 

Hace cerca de 2 años, conocimos AGADEA, habían diagnosticado a mamá de demencia de tipo vascular.

 

He conocido muchas mujeres de casi 80 años y sé lo difícil que ha sido su vida.

 

¿Quién vienes siendo tú? Me pregunta.

 

9 de la mañana, una fisioterapeuta preparada para trabajar.

 

El once de abril del 2016 Ricardo, mi marido, se mareó y empezó a balbucear palabras sin sentido.

 

Hace tres años que le diagnosticaron Alzheimer, y desde entonces, mi vida cambió. Desde el punto de vista de un joven:

 

Hola me llamo Raquel, tengo 45 años, fui mamá con 21 años.

 

En el año 2001 mi padre y yo veíamos la tranquilidad del hogar acabada.

 

Como educador he tenido el placer de poder compartir mi tiempo con personas mayores con gran dependencia y Alzheimer.

 

El día 12 de enero del año 2004, en la empresa donde entonces trabajaba, me cito en su despacho mi jefa inmediata.

 

Mi nombre es Ángeles y soy la tercera de cuatro hermanos. Ellos, mis hermanos, están afectados por el síndrome x frágil. Yo soy portadora. 

 

Soy Isabel y quiero compartir con vosotros una historia de unos amigos, de unos padres, Jesús y Beatriz. 

 

Homenaje a los cuidadores.

 

Este refrán recoge un poco lo que ha sido esta nueva etapa de mi vida, en la cual mi madre es diagnosticada con la Enfermedad de Alzheimer en el mes de junio de 2017.

 

Todo comenzó en el año 2010, el día en el que Ángela, mi madre, llevo un repollo para debajo de su cama, ese  fue el momento donde nuestras vidas cambiaron para siempre.

 

Tardé en reponerme de la impresión que me causaron las palabras del neurólogo cuando me comunicó que mi madre sufría de demencia.

 

A guardar a guardar cada cosa en su lugar, sin romper, sin tirar que mañana hay que jugar.

 

Hola, no recuerdo mi vida sin ser cuidador.

 

Escribo este relato acompañándolo con un collage de vídeos que hemos hecho los compañeros de la vivienda Txara ubicada dentro de la asociación Aspace Gipuzkoa.

 

En primer lugar, me gustaría decir que me llena de satisfacción y orgullo que exista un premio de tal índole y que sean ya 4 las ediciones llevadas a cabo.

 

Cómo cambió nuestra vida cuando empezamos a cuidar a nuestros padres, tuvimos que hacer de tripas corazón, literalmente.

 

Los/as cuidadores/as seamos profesionales o no lidiamos con un gran enemigo: Burnout.

 

Para mi esta experiencia es algo muy difícil de explicar con palabras, porque es comunicar lo VIVIDO,  algo muy  bonito y muy duro.

 

Desde hace unos años me estoy dedicando al Cuidado y Acompañamiento de personas que por un motivo no pueden valerse por si mismos.

 

Nací el 24 de Agosto de 1994, en Santa Cruz (Bolivia)

 

¿Cómo me siento como cuidador? Difícil pregunta.

 

“El ser cuidador en mi caso no es vocacional... Aprendo sobre la marcha. Por eso necesito a los profesionales a mi lado”.

 

Mi nombre es Sara y trabajo como neuropsicóloga en Cognitiva Unidad de Memoria.

 

Mi nombre es Manuel, tengo 80 años, soy el esposo y cuidador de María Torrescusa, ella tiene 75 años,

 

"Afortunadamente somos diferentes"  dice el estribillo de una canción que tantas veces hemos escuchado, cantado, acompañado,...

 

Durante gran parte de mi vida, tengo 63 años, he cuidado a mi mamá hasta sus casi 100 años de vida, menos 13 días.

 

Cuando un familiar cae enfermo, enfermamos todos. Es así y sólo así, como por primera vez, caes en la cuenta de que la vida es frágil y la tuya también.

 

No te pongo nombre,

 

Soy Ana, tengo 40 años y trabajo como educadora en un centro para personas con discapacidad intelectual.

 

Ella,

 

Dicen que los comienzos nunca son fáciles. Y qué razón, porque antes de ser profesional era estudiante,

 

Conocí a Francisco de manera casual, como sucede muchas veces en este tipo de trabajo,

 

Cuido a un anciano, muy risueño, se llama Alberto.

 

Hola, me llamo Carlos y soy un inmigrante boliviano, tengo 46 años. Llegué a España en el 2004 y llevo 14 años como cuidador.

 

Yo, Loredana Finesso, residente en la provincia de Málaga desde hace años, cuento mi triste historia.

 

Es curioso cómo suceden las cosas. Y es ahora que visto la madurez de mis años, cuando, pienso en lo importante que fuiste, padre.

 

Érase una vez un ser ruin y despreciable que vivía en el infierno.

A lo largo de nuestra vida nos encontramos con puertas cerradas, otras con puertas semiabiertas

 

Hola, soy Jenny, quería buscar en Google como se hace una memoria pero creo que la mejor forma es expresarla con mis palabras, sencillas pero sinceras.

 

(Antes de empezar, he comprobado en primera persona el efecto terapéutico de la música en personas con Alzheimer.

 

Mi nombre es Alba luz, 58 años, hija de Leonor y Pedro, criada en un barrio del Sur de Bogotá.

 

¡Como la quiero y cuanto la extraño! La quiero por su infinita manera de ser mujer, perfecta y simple.

 

Soy un paciente de cáncer de pulmón que pretende transmitir el mensaje de que un diagnóstico de cáncer no es en absoluto una condena a muerte incluso cuando se

 

Érase una vez una asociación llamada European Leukodystrophies Association: ELA España para los amigos, que no es otra cosa que una asociación que agrupa a

 

Emérita, Emeri para sus amigos, se sacó el carnet de conducir a los treinta y tres. Llevaba catorce años pensando hacerlo, desde que ella y su marido

 

Cierro los ojos y aún recuerdo tu mirada y como resurgías ante las adversidades que la vida nos iba poniendo.

 

Hace 5 años mi madre fue diagnosticada con demencia, y hace 3 años y medio me dedico junto con mi papá, a su cuido.

 

Me llamo Victoria, tengo dos hijos (Daniel y Víctor) de 23 y 20 años.  En verano hará ya 5 años que fueron diagnosticados con Anemia de Fanconi, una enfermedad poco

 

Hola, me llamó Maria Helena y mi hijo Alex tartamudea desde los 7 años.

 

Echo de menos tu sonrisa vacía, tus ojos mirando al vacío, tu memoria perdida entre las nubes intentando buscar los recuerdos ya perdidos. Te recuerdo en el sillón, sin

 

Esta es la historia de una súper heroína, de una mujer valiente a la que debo tanto… entre varias cosas, la vida.

 

Este relato se lo dedico a mi madre, una gran luchadora desde que nació.

 

Me llamo Ángela, estoy casada y soy madre de tres hijos.

 

Los Trabajadores de la Residencia Virgen de Valencia presentan a Encarnación Otero Álvarez. como cuidadora, y con este vídeo nos presentan su candidatura.

 

Un día cualquiera, 2 de septiembre de 2013, te levantas y sin saber ni cómo ni porqué todo cambia, de forma brusca, radical,

 

Hola, mi nombre es Leonel, allá por el año 2010 me quede sin trabajo y en la búsqueda ¡me ofrecen trabajar en un hogar geriátrico de noche! Por supuesto

 

Hola, no voy a ponerme nombre.

Me presentó como se verán miles de personas y alguna vez se habrán planteado esta situación. Solo pretendo

 

Después de casi 15 años dedicados a trabajar y convivir con personas catalogadas como discapacitadas, dependientes, o con diversidad funcional, entre otras formas, he de decir, que las características que pueden hacer “diferentes” a todas estas personas del resto de la sociedad, no han de ser denominadas incapacitantes, ya que como sucede con el resto de la sociedad, cada individuo presenta capacidades diferentes según la actividad a desarrollar.

 

Jamás pensé que el dicho: "Si no puedes con tu enemigo, únete a él", fuese a ser mi mejor aliado en estos años.

 

Dar la bienvenida a un bebé y enfrentarse a una separación en sus primeros minutos, nos ha cambiado la vida. Quienes hemos pasado por una UCI Neonatal, a menudo perdemos la inocencia que suele rodear la gestación, el parto y la crianza. Como sabemos de primera mano, a veces las cosas no salen bien.

 

Estaba escuchando música suave cuando sonó el teléfono.

 

Hola, me llamo Ana y he sido cuidadora de mi madre junto con mi hermana Rosa desde el año 2012 hasta enero de 2019 que falleció.

 

Mi nombre es Mercedes y en la foto me acompañan mi hermana Teresa y mi madre Josefa.

 

Mi madre ha sido cuidada y hemos sido todos sus cuidadores, inclusive mi pequeña hija de tan sólo 4 años.

 

Hoy me pregunté ¿quién soy yo?

 

Cuidadora: El primer sentimiento que me transmite mi cerebro al imaginar el significado de esta palabra es el de cariño seguido de tristeza.

 

Me había mudado a casa de mis padres, que vivían en la capital, cuando ya estaba próxima a dar a luz, por otra parte, algo muy corriente en la época.

 

Desde siempre tuve miedo a ser madre. El hecho de pensar en el dolor físico que supondría parir, me horrorizaba (entonces no era habitual emplear la epidural).

 

Esta es la historia que empieza con una mujer, que con 31 años, quiso ser madre.

 

Soy cuidador, no soy enfermo de alzhéimer, soy víctima también.

 

Por mi cabeza pasaba una tormenta de pensamientos, ya no podía seguir tejiendo conjeturas.

 

Soy Inma, la esposa y persona cuidada por Demetrio y voy a intentar describir como es mi esposo, y lo que hace por mí día a día.

 

No se cómo pasó, no sé cuándo pasó, sólo sé que una tarde de mucho calor, él no sabía quién era yo…

 

Pablo tiene 7 años y es un niño increíble, fuerte, cariñoso, risueño, simpático y pillín, le apasiona la música y las tecnologías.

 

Lo di todo por ti. Y no, no me arrepiento y ahora, ahora que te has ido se me hace raro poder vivir sin ti.

 

La primera llamada llega el día de mi aniversario de boda.

 

Mi nombre es Ángeles Palenzuela. Soy trabajadora familiar en el Sad de Palma de Mallorca.

 

Me gustaría compartir una reflexión que me acompaña en mi vida profesional y personal: se trata de la historia que hay detrás de la fotografía.

 

Soy una chica normal, con ganas de trabajar.

 

Este es el relato más triste que he contado, pero también el más bonito; no tiene segunda parte mala sino solo una primera y única que lo describe todo.

Primero hay que limpiar la herida con suero fisiológico. Luego desinfectar con betadine. Se enjuaga otra vez, y se deja secar. Ya solo queda un paso.

 

Nuestro pequeño Javier nació prematuro.

 

Hace 9 años que entro en nuestras vidas la presencia aterradora de un ladrón de vidas, sin saber casi nada del tema y de su efecto en las personas, llegó a instalarse y a alborotar lentamente nuestros días.

 

Cada día me levanto con la ilusión de ir a trabajar.

 

Desde siempre he cuidado y dado lo mejor de mí a los demás.

 

Me llamo Encarnación Lázaro Horrillo, tengo 68 años, y voy a contar mi historia como cuidadora.

 

Hace casi cuatro años comenzó nuestra nueva vida, con muchos duelos que ir superando.

 

Hace poco más de un mes aterricé en Medina del Campo...

 

Desde el momento en que aparece en tu vida un ser al que posteriormente le evaluarán su dependencia, te la va cambiando imperceptiblemente.

 

Un día frío de octubre fue el nacimiento del cuarto nieto y un día de junio con calor y viento caliente llegó el día del nacimiento del tercer nieto, del segundo nieto también en el mes de octubre con viento húmedo y el primer nieto llegó con las aguas mil del mes de abril.

 

"¿Cuando me esté muriendo voy a tener dolor?"

 

Desde hace muchos años, sentía una inclinación especial, no solo por cuidar, sino por hacerle la vida más alegre y fácil a las personas que no pueden valerse por sí mismas.

 

Un día te levantas sin saber que ese día va cambiar tu vida y la de tu familia.

 

Me llamo Luisa Fernanda y voy contar la historia de cómo me convertí sin dudarlo en una SUPERCUIDADORA.

 

Cuando te das cuenta que alguien fuerte como tu madre (que te ha criado a ti y cuidado a sus padres) necesita ayuda; que, aunque crea que es autosuficiente ya no lo es, tienes que empezar a cuidarla como ella te cuido a ti y como cuidó a sus padres.

 

Gisela Guevara, madre luchadora e impulsora de la campaña “Mi hermana y la enfermedad invisible”.

 

Hola, no recuerdo mi vida sin ser cuidador. 

 

Me llamo Elena González. Soy madre de Iñigo, un niño al que hace cuatro años le diagnosticaron un retraso madurativo y motor.

 

En las últimas visitas ya notamos que no estaba bien. Se mantenía sola, sentada en la oscuridad, sin encender la tele.

 

Mi nombre es Sonia y llevo más de 20 años dedicándome profesionalmente al mundo de la diversidad funcional.

 

Soy Ana, tengo 40 años y trabajo como educadora en un centro para personas con discapacidad intelectual.

 

Durante gran parte de mi vida, tengo 63 años, he cuidado a mi mamá hasta sus casi 100 años de vida, menos 13 días.

 

Paca es mi madre. En el pueblo le llaman “La menuda”, el apodo de mi abuela.

 

Besos, besos y más besos: “Buenos días mi vida ¿qué tal estas?”, y con un hilillo de voz contesta “¡estupendamente!” o “¡superior!”, que también es muy suyo.

 

Hola me llamo Raquel, tengo 45 años y fui mamá con 21 años. 

 

Hoy quisiera contarte muchas cosas.

 

Hoy, el abrazo y la sonrisa de Adrián (35 años) al darle el alta en el hospital, tras una larga estancia y teniendo que volver en una semana a por otro ciclo de quimio.

 

Érase una vez un ser ruin y despreciable que vivía en el infierno.

 

Nuestra hija María tiene 12 años. Es la pequeña de 3 hermanos. Nació con una malformación cerebral congénita ocasionada por el citomegalovirus durante mi embarazo. 

 

Me llamo Mari Luz, y desde hace 11 años me dedico solamente al cuidado de mi padre.

 

Raúl está preparándose para ser cuidador profesional. Sin embargo, hasta ahora su experiencia ha sido como cuidador familiar. 

 

 

La educación tiene como objetivo equiparnos para el futuro. Transfiere conocimientos, cultura y valores, contribuyendo a adquirir habilidades sociales y aprendiendo a ser autosuficientes.

Mi madre. Mi mitad

 

Es muy típico decir que nuestras madres son las mejores madres del mundo.

 

Mi cuidador, compañero, amigo, marido, etc…

 

Querido hijo Dragón:

 

Nací hace cincuenta años con Parálisis Cerebral.

 

Es difícil resumir, en unas pocas palabras, 16 años de cuidados a un padre, creo que podría escribir un libro.

 

La llegada de un hijo siempre es motivo de alegría y más cuando es tan esperado por toda la familia

 

Mi experiencia como cuidadora profesional y familiar ya va por los 15 años, empecé como miles de personas desconociendo totalmente lo maravilloso y gratificante que es dedicarte a esta profesión.

 

Irina se casó con Gabriel en 1999. Ambos ya sabían que Gabriel padecía esclerosis múltiple. Entonces el amor prevaleció y ahora lo sigue haciendo, años después:

 

Hace tres años que le diagnosticaron Alzheimer, y desde entonces, mi vida cambió. Desde el punto de vista de un joven:

 

Alejandro tiene solo 16 años, pero ya ha tenido que comenzar a vérselas con un duro enemigo: el Alzheimer de su abuela Matilde

 

Mi madre tiene 85 años, es una persona mayor y frágil desde hace 15 años con la capacidad funcional conservada gracias a los cuidados y atención que recibe por mi parte.

 

Un día cualquiera en un trabajo que no veo como trabajo…

 

Cuando llegué a casa de mis padres ese día noté algo diferente, mi madre parecía distinta, sin que ella pudiera saber que era lo que le sucedía.

 

Había una vez una niña que nació con sangre azul y no es porque fuera de la familia real, sino por una patología congénita en el corazón, aunque para mí es mi reina.

 

Han pasado dos largos años desde la partida física de mi madre y no hay día en que no la recuerde.

 

El 30 de agosto Amanda cumplirá veinte años.

 

Mis primeros días fui cuidada por mi padre ante el delicado estado de mi madre.

 

“Que te lo digo yo, que todo el mundo está enfermo”, volvía a decirle Carmelo con el mejor de sus  ánimos.

 

Sara no podía imaginar cómo diecinueve letras iban a cambiar su vida tan radicalmente, cuando fue al hospital a recoger los resultados.

 

“El ser cuidador en mi caso no es vocacional... Aprendo sobre la marcha. Por eso necesito a los profesionales a mi lado”.

 

Cierro los ojos y aún recuerdo tu mirada y como resurgías ante las adversidades que la vida nos iba poniendo.

 

Tulia, una de tantas pacientes que he cuidado desde hace más de 25 años, dejó una gran lección para mí. 

 

Un día como cualquier otro, mañana tarde o noche, no nos importa, te pondré el reloj 20 veces y las 20 veces dirás donde tienes tu reloj y yo te diré: "aquí lo llevas puesto"

 

En aquel tiempo, andaba de un lado a otro de la cubierta de aquel enorme barco...

 

En mi corta, pero intensa experiencia con las personas que cuidan a personas con minusvalía física he aprendido justo lo que necesitaba.

Mi hija Isabel tiene ya 13 años. Nació con una enfermedad genética llamada Síndrome de Clifahdd. Es tan rara que apenas hay 100 pacientes en el mundo. Isabel es una de ellas.

Mirando desde una ventana de un bar, con un abuelo que cuidaba, a lo lejos se veía una residencia recién reformada super bonita, un antiguo convento. Y el abuelito me dice hay tienes que trabajar y cuidarme.

Hoy día vivimos en una sociedad embotada y en muchos casos hasta deshumanizada; vivimos en un mundo muy digitalizado, lleno de muchísima información, pero escasa formación. Todo ello hace, que muchas veces lo esencial y aún lo más importante se nos escape de las manos; pocas veces tenemos “tiempo” para reflexionar o hacer aquello que más nos gusta, o bien preguntarnos ¿Qué o Quién es importante para mí?

Este mismo octubre hizo cinco años que juré ante el juez que me responsabilizaría de la vida de mi madre, incapacitada por una devastadora demencia. Por lo tanto, llevo cinco años siendo la madre de mi madre.

Cuatro de la tarde. Blanca, Antonia y Lucía escuchan su programa favorito de radio. Esa pequeña bomba de oxígeno, de entretenimiento, de desconexión del coronavirus. Esa maldita realidad. Cansadas de las noticias que cada mañana se escuchan en las televisiones de la residencia en la que viven, con la ansiedad de todos los profesionales y residentes de saber en qué consiste esa “nueva normalidad”.

Mi nombre es Leonel Paiz Gutiérrez, de 50 años y enfermo de los riñones.

Teniendo el virus, en cama y aislado. En donde nos destierra cuando, sin pedir permiso, se acomoda en el organismo y, con redoblada crueldad, también en el alma, contagiándola de soledad y de silencio.

La idea de cuidar y proteger a los adultos mayores más vulnerables nace de un “juego”, que empezó en mi humilde hogar, compartiendo con mi abuelo paterno Josefito, sin saber que, de ese juego de niños, de ese juego de amor, con reglas muy claras y un objetivo sólido se convertiría en obra de grandes.

Tanto que expresar y no saber de qué manera, ni cómo empezar. Siempre he tenido la certeza de que esto que estamos viviendo, es algo que marcará nuestra vida, en mi caso, profesional y personal.

Desde pequeña mi madre me enseñó la importancia de ser amable y empática con las personas. Ella era una mujer activa, dulce y cariñosa, y que siempre transmitía alegría.

Comienza el día y el trasluz de una ventana expande la misericordia sobre los cuerpos. La cama alberga el cariño de tiempos anteriores, fortalecido por el roce, constante, reciente, de un par de gatas, amorosas, dan los buenos días a mis padres. Mamá se levanta, saluda a Catira y Negrita, esta última se arrima a los pies de Papá quien sigue durmiendo un poco más. No faltará mucho para que él descienda a la cocina. A esta hora puedo sentir sus pasos, fuertes, sobre la terracota que cubre los escalones.

¿¡Ya estas, hija mía!? decía todas las tardes Maruja a su hija pequeña Belén que iba a cuidarla, me imagino que habrá muchas historias como las de Maruja y Belén.

Es el lugar donde trabajo, donde convivo con unas personajes increíbles, como en todo castillo, hay reina, príncipe, princesa, capitán y todo un elenco de personajes, incluidos brujas y sanadoras de almas. Yo, soy el malabarista del fuego, me encargo de que todos coman como príncipes, pongo todo el cariño y mi alma en ello.

Este es el relato de tres familias que como consecuencia del COVID-19 nos hemos visto involucradas en una situación inesperada, pero que con la implicación nuestra y de nuestros contactos hemos logrado ayudar a 8 residencias de ancianos suministrándoles productos gratuitos por un valor superior a los 300.000€.

Estando en mi rutina diaria del gimnasio, recibí una llamada telefónica solicitándome el servicio de transporte para una paciente, desde el hospital de Cudeca en Benalmádena, donde colaboro como voluntaria, hasta Marbella donde residía la paciente. Más o menos unos 30 kilómetros de distancia. Sin pensarlo dos veces acepté. A las 12 del día estaba recogiendo a la paciente y organizándola en el coche con su equipaje.

Hola, soy Patricio Vázquez, de la ciudad de Cañar, ubicada en la sierra central de mi Ecuador. Y deseo postular como SUPERCUIDADORES 2020, por el esfuerzo que se viene realizando al tratar de bridar un apoyo en diferentes ámbitos a la gente que lo requiere, especialmente a los de mi pueblo. Son algunos años que venimos cuidando por los que necesiten de asistencia en lo físico, social, médico, alimentos etc.

Desde la calma de haber reposado toda la montaña rusa de emociones que viví durante el confinamiento y desde esta energía de paz que da haber hecho sólo lo que había que hacer, os transmito un poco de lo que para mí ha sido un antes y un después a nivel laboral, pero sobre todo personal.

Mi nombre es Juan Franco, tengo 78 años y comparto mis días con la enfermedad de Parkinson desde hace 16 años.

Mil noches y unas cuantas más, mil noches llenas de insomnio, llenas de horrores, de una horrible agitación motriz, de dolorosas lágrimas…

El esposo de mi prima bélgica, Cadet, la cual está haciendo su pasantía en medicina, se dedica a ser motivador político. El Covid-19 coincidió con la etapa política de la Republica Dominicana, la cual se celebró en el pasado mes de julio. Pero desde marzo las reuniones y asamblea políticas no se detuvieron, y Romer Bernard, hombre joven y robusto, PLDista no dejó de luchar porque su partido llegara al poder.

Soy cuidadora de personas con Alzheimer, discapacidad física y también de algunos pacientes psiquiátricos.

Maestra de vocación, desde los 5 años deseé con todo mi corazón dedicarme a la educación, y mi sueño se hizo realidad. He ejercido como maestra de educación primaria durante 18 años, pero nunca pensé que mi profesión cambiaría con 39 años.

Soy Nohora Lucia Orozco herrera, colombiana y tengo 57 años. Hace 26 años nació mi hija María José López Orozco con una hipoxia neonatal, se le diagnostico parálisis Cerebral Infantil.

Hola, soy Markel, tengo 14 años y vivo en un pueblito de Gipuzkoa llamado Urnieta. Me encanta vivir en mi pueblo porque es muy tranquilo, está rodeado de monte y la gente me quiere mucho. Mi ama se llama María y mi aita Vicen, y tengo una hermana mayor que se llama Carlota. ¡Qué bien me lo paso con ella!

Caminaba por delante de mí y me emocioné… Así, de repente, me di cuenta del proceso que estábamos viviendo. Cada uno el suyo. Madre e hijo. Hijo y madre. Y toda una vida a nuestras espaldas. Y mientras caminábamos, ella por delante de mí, el amor y la tristeza me invadieron ese momento y me entendí como cuidador.

Mi nombre es Ana María Rodríguez Sánchez y trabajo de Auxiliar de Ayuda a Domicilio en Órgiva (Granada).

Cuando estuve formándome haciendo cursos para trabajar con personas de discapacidad funcional, no estaba segura de que yo pudiese trabajar en esto; ya que no había tenido oportunidad con gente cercana con la que practicar. Pero a la vez había algo que me llamaba la atención.

Mi llamo Francisca Rivas Rodríguez, los conocidos me llaman “Paquí”. Paquita como sé que es con cariño no me importa, soy Auxiliar de Ayuda a Domicilio. Un trabajo intenso pero me hace feliz.

Me he dedicado a cuidar a mi señora madre, somos tres hermanos, yo soy la única hembra y la mayor de los tres, a mi mamá le gusta estar conmigo en mi casa. Ella tiene 73 años, tiene algunas situaciones del sistema nervioso, mucho nerviosismo y cambios inesperados de humor, por lo que procuro en la medida de mis posibilidades que ella esté tranquila y alegre, que realice actividades que la distraigan y piense en cosas positivas de la vida, para que cuando tenga esos días grises en su carácter, no sean tan fuertes para todos.

Nunca me había sentado a escribir sobre mi abuelo. Son miles, millones, las veces que le recuerdo, más desde su ausencia.

Soy Lorena Giménez, podría empezar diciendo que soy Trabajadora Social, Actriz, Periodista, Antropóloga… fundadora y directora de Ilógica, entidad con 20 años de experiencia y premios a nivel nacional e internacional por su compromiso social y emprendimiento, podría contaros que soy una persona que busca siempre actuar como le gustaría que actuaran con ella, que cree que las cosas siempre pasan por algo y que de todo se aprende, pero la verdad, os querría contar que soy quien soy tras sufrir mi madre 5 ictus, que le paralizaron parte del cuerpo y le hizo tener una regresión a la infancia, convirtiéndose desde entonces en mi hermana pequeña o mejor dicho en mi hija.

Cristina Cortez, cuidadora profesional, nos cuenta a través de un video, su experiencia como cuidadora.

Desde la Asociación APROSU queremos presentar la candidatura de una SUPERCUIDADORA, Dña. Raquel Gutiérrez Mateos, profesional que lleva en la Asociación desde 2001; casi 20 años apoyando y sirviendo de “cimientos” en los proyectos de vida de las personas con discapacidad intelectual.

Jorge Agustí, una de las personas que más admiro, es un padre e hijo excepcional que cuida de sus hijas y de sus padres, ya mayores, con el máximo cariño.

Me llamo Gisela Aldana, soy una mujer de 59 años de edad con discapacidad físico-motora.

¡Enhorabuena, estáis embarazados de gemelas!

Una vez escuché a una compañera decir que la palabra cuidador no le gustaba, ella decía que esa definición era despectiva.

Antes de escribir sobre la profesión del cuidado de personas, quiero ser honesto y, con mucho pudor, porque no llegué al grado de sufrimiento, (creo), de las personas que cuido, soy una persona que padece, desde hace veintiocho años una enfermedad mental, o, dicho de otra manera, soy una persona con malestar psíquico. El nombre de ésta es el de buffers delirantes, a pesar de haber oído llamarla esquizofrenia afectiva, enfermedad bipolar, etc. Dicho esto, voy a intentar centrarme en lo que sentimos o siento siendo cuidador…

Mi nombre es Sharon López C, soy ecuatoriana, nací de buenos padres que me enseñaron cosas muy importantes en la vida, en primer lugar, el amor y el respeto a Dios, en segundo lugar el amor y el respeto a las personas y en especial a los mayores ya que un día seremos como ellos.

A mis 69 años, con fibromialgia y la compañía de Cloe, una bichón maltés de 2 años que duerme conmigo, el teléfono suena exclamando dos tonos perdidos diciendo así, que Josémari se ha despertado. Sé que me espera en su cama, paciente, sabiendo que necesito unos minutos para poner mi cuerpo en marcha antes de ir a levantarlo. Cierro levemente los ojos de nuevo suplicando cinco minutos más, hasta que pasado ese tiempo más otros instantes más, el teléfono vuelve a sonar.

¡Qué pesada está mi nieta! Últimamente está siempre preguntándome cosas, aunque reconozco que me gusta tenerla cerca.

Espero que te lleguen estas palabras, porque no quiero que te sientas culpable. He vivido muchos años y ya llega mi hora.

Hay dos caras, hay dos verdades, como el sol caliente que nos aporta vida, como la luna fría que nos sustenta, pero nadie dijo que era fácil.

Jamás pensé que me gustaría tanto dedicarme a esta profesión.

Había una vez una mujer de 38 años que llegó a un nuevo país, dejando toda una vida detrás, una carrera profesional, amigos, todo un pasado para comenzar de nuevo, en un lugar lleno de prejuicios, los cuales tuvo que ir bandeando para lograr subsistir con sus padres y su hijo de 4 años.

Sin percibir que esos pequeños despistes pudieran anticipar la mayor lección de mi vida, me vi como raptada en un proceso de maduración acelerado, que no ausente de dolor, me lleva a considerar lo frágil que significa estar viva.

Soy Montse Rodríguez, tengo 51 años y desde hace 4 soy cuidadora de mi mamá de 88 años con alzhéimer y de mi hermano recientemente fallecido hace justo hoy un mes con 53 años.

Soy enfermera en un hospital de la Comunidad de Madrid. Llevo 12 años trabajando en este hospital. Han pasado multitud de pacientes por mis manos, multitud de historias, multitud de situaciones… Han pasado años desde que aquel paciente cambiase mi manera de ver la vida, y aun así sigo teniéndole presente como si fuera ayer cuando entró por primera vez en aquella Unidad de Cuidados Intensivos Respiratorios

Me presento, mi nombre es Paco, soy el esposo de Amalia, y debido a su enfermedad, desde hace 7 años, también soy su cuidador, su boca, sus ojos, sus pies, sus manos y… puede decirse que somos como una misma persona.

Pepa, pepita. Así se llamaba mi abuela, única e irrepetible. Tenía 5 hijas, pero ninguna tenía ni tendrá su gracia, su amabilidad, su estilo, belleza, generosidad y un sin fin de cosas más...

Hace ya algunos años, mi querido abuelo Vicente decidió intervenirse de hallux valgus. Contactamos con la traumatóloga y la operación se llevó a cabo sin incidencias. El día del alta iba a ser un día glorioso. Mi abuela materna lo tenía todo listo para su llegada. Me fui decidida a recogerlo al hospital Can Misses. A mi llegada, la sorpresa fue traumática. Su compañero de habitación me comunicó que mi abuelo de forma repentina, cayó al suelo y cesó de respirar.

“No hay nada más grande que amar y ser correspondido”. No es solo parte de una banda sonora, ya era mi razón de ser desde que emprendí esta aventura.

La primera vez que entré en contacto con M.C. asumimos una misión, y es que en todo el trayecto de vida que nos quedaba juntas trazaríamos un camino para devolvernos a casa.

Hace dos años salí de mi país Ecuador con sueños con metas con ideas claras, que lo que anhelaba en mi vida y una de ellas era hacer lo que me había apasionado desde pequeña y que he podido realizar al servir a los demás.

"No rompas el silencio si no es para mejorarlo”. Ludwig van Beethoven

El silencio de los principales agentes del sector de la dependencia ha sido casi tan duro como la soledad.   Algunos periodistas entraron a degüello metiendo en un pack a todos los profesionales y etiquetándonos como los malos de la película de terror que estábamos viviendo.

Hace unos años, siendo enfermero de una Unidad de Cuidados Intensivos de Adultos, conocí una señora que contaba con 90 años y que allí estaba, después de caer de una tercera planta (unos 10 metros de altura). Sufrió múltiples fracturas, la más grave la del esternón con una contusión miocárdica.

Podría escribir sobre muchas personas que me he encontrado en las muchas casas a las que he ido.

Hace nueve meses mi padre me llamo por teléfono y me dijo: "Natalia, la mujer de mi primo necesita alguien que le cuide. Se le van olvidando las cosas poco a poco y hay que ayudarle con las tareas de casa. He pensado en ti." (Quizás mi padre pensó en mí dada la situación que vivimos hace unos años en casa, cuando tuvimos que cuidar de mi abuela mis hermanas y yo siendo muy jovencitas.)

Mi nombre es Ana, y soy una mujer que fue educada en el cuidado y en el respecto a las personas mayores y enfermas. Toda mi niñez y mi adolescencia conviví en mi casa con personas mayores. Esta es mi historia.

Así nació mi vocación como cuidadora para más adelante convertirse en mi profesión.

Corre finales de febrero, principios de marzo, el coronavirus empieza a hacerse visible en España, telediarios, periódicos y diferentes medios se hacen eco, sin muchos datos y con informaciones continuamente cambiantes.

Os mentiría si dijera que estudié Fisioterapia por vocación, pero lo que sí es mi vocación es ayudar a los demás.

Ya hace 2 años que mi abuela falleció la cual yo llamaba desde niña "mamá teresa", ella fue una mujer valiente y luchadora, perdió a mi abuelo en paz descanse desde muy joven por accidente laboral y ella sola se tuvo que hacer cargo de sus hijos y salir adelante.

Hoy como todos los días me he levantado para ir a trabajar, cuando ya estaba subida en mi coche me he dado cuenta de que se me había olvidado las mascarillas, vaya, esta nueva normalidad no acaba de ser tan normal para mi...

He nacido en una familia humilde de 11 hermanos, yo la última. Nunca tuve claro lo que quería, he sido y soy insegura por situaciones, pero he luchado por sobrevivir porque no me quedaba otra.

Aquí os cuento mi última experiencia en una residencia durante el aislamiento del covid-19.

Paquita era una de las personas que me conocía desde pequeñita porque era una de mis vecinas del primero. Una mujer entrañable que siempre me saludaba y me daba un abrazo.

Parece que fue ayer, cuando el miedo nos sorprendió.

Hoy quiero hablar de ti, cuidadora incansable.

Amanezco todos los días agradeciendo a Dios que mi padre sigue vivo y sano. El tiene 93 años y está estupendo tanto físicamente y psicológicamente.

Mi nombre es Andrés y desde hace ya casi ocho años me dedico a dar apoyo a personas con tea y discapacidad intelectual gravemente afectados. 

Estoy aquí sentada en este tren frío, con billete solo de ida. Te veo a través de la ventana, quieto, mirándome con esos ojos brillantes. No estoy segura de si eres real o solo un recuerdo.

La Organización Mundial de la Salud (WHO) informó del riesgo de contagio de un virus muy peligroso al que llamaron Covid-19 que ha ocasionado el fallecimiento inesperado y súbito de muchas personas de la tercera edad.

Era un 6 de mayo del 2016 que deje a mi familia, amigos y mi país Colombia, para aterrizar en la ciudad de Santiago de Chile, cargada con 2 maletas, sueños y muchas ilusiones.

Yo soy la principal cuidadora de mi madre, sin embargo la candidatura que voy a presentar es la de mi hija Nathalia Garmendia y para hacerlo voy a ubicarles un poco en el contexto de mi propuesta.

En tiempos de coronavirus todo se ha vuelto difícil, tanto para los niños como los adultos.

Deseo presentar mi candidatura a los premios de SUPERCUIDADORES. Para ello, hago un pequeño resumen de mis experiencias en los últimos años.

A mis 17 años empecé a cuidar de mi madre que tuvo un ictus con 51 años.

Año 2020. Algo inesperado va a acontecer en nuestras vidas.

Soy una mujer que, al llegar a España llena de ilusiones, comenzó a trabajar como interna en una casa, cuidando a una abuelita como de 90 años que sufría de Alzheimer. Yo sin saber mucho de aquella enfermedad, pero bajo instrucciones de sus hijos, me dediqué a cuidarla.

Ellos siempre han estado conmigo, en todas las fases de mi vida, en los buenos y en los malos momentos. Nos lo hemos pasado fenomenal juntos, en reuniones, en viajes y en actos varios.

Todos los días nos preocupamos por nuestros abus, pero hoy voy a hablar de ella, esa persona que lo está pasando mal siempre, que no es positiva, necesita del empuje de alguien y la búsqueda de una meta para poder llegar a su destino.

Si mis hijas supieran de nuestra amistad no me creerían. Pensarían que estoy loca, que he perdido la cabeza, lo que agravaría su insistencia y las ganas de ponerme a una mujer en casa.

Todo empezó cuando un día me comunicaron mi ERTE como conductor, el 16 de marzo. ¿Y qué hago ahora fue la pregunta? Tras 5 años como camarero y dos años como conductor, nada había claro. Entonces empecé a buscar trabajo y vi que, en el sector sociosanitario sobre todo de residencias, la llamada fue desesperada.

Hola, mi nombre es Cintia y me gustaría contarles mi historia.

Estaba sentada en el sillón. Se había quedado dormida después de la comida y ahora tocaba el café, pero esperé un poco y la observé.

Me llamo Fernando, aunque todos me conocen como Junior, y nací un caluroso 30 de julio de 2017 y tengo una enfermedad llamada Síndrome FoxG1.

Las palabras eran tu vida.

Soy “Profe” de Lengua y Literatura, eran tus primeras palabras al presentarte. Orgullosa golpeando con la palma de tu mano el pecho, con el cuerpo erguido, elevando levemente la barbilla, abriendo tus bellos ojos verdes, bella tal Romy Schneider como te llamaban tus amigas, pronunciando correctamente y con orgullo aquello que te definía... Tu profesión... Era tu pasión... Era tu vida.

Era diciembre del 2019 y no entendíamos aun como es que nos cambiaría la vida, lo veíamos como algo lejano, y al no tener tanta información, nos bastaban solo los datos que leíamos en las redes sociales: Wuhan era el epicentro de un "bicho" y de la ignorancia pasamos al temor de lo que se estaba multiplicando de forma inimaginable.

He soñado contigo. Caminábamos cogidas de la mano escalando un arcoíris. Rojo, naranja, amarillo, azul, violeta... Es curioso, antes hubiera pensado que era cursi. Ahora, el arcoíris se ha convertido en un símbolo.

Mi abuela fue una princesa atípica. No le gustaban los cuentos de hadas en los que apuestos príncipes acudían al rescate de su amada, así que afrontaba sus retos con ímpetu. 

Me presento. Las personas de la Residencia me conocen como “el principal”. Y no es que yo quiera destacar sobre los demás ascensores y montacargas de trote de la casa. Ni mucho menos. Pero es verdad, me han colocado donde me merezco estar. En el centro de la Residencia.

 “Cuidador”. Así decía mi primer contrato en los años 90 gracias a ti. ¿Te acuerdas? Escuchaste la noticia en Radio Zamora. Se convocaba una plaza de cuidador para el Ministerio de Educación y Ciencia. Me presenté y aprobé el examen, aunque no conseguí plaza. “El NO ya lo tienes”. Esa era la frase que utilizabas para animarnos a la hora de hacer algo.

Seguimos soñando - Relato para los Premios SUPERCUIDADORES 2021

Mi nombre es Carlos Amores y creo que mi mayor talento es hacer felices a los demás. Actualmente ocupo el puesto de animador sociocultural en Domusvi Alcalá. Visualiza el vídeo para conocer mi trabajo.

Mañana mi madre cumple 94 años. Estamos las dos viendo la tele, ella no oye bien y también yo estoy perdiendo oído. Pero este testimonio no va de explicar faltas, es un relato de resiliencia y superación.

Las palabras esfuerzo, tesón y trabajo pueden sonar vacías o no tener sentido si no conoces a ciertas personas a lo largo de tu vida. Conceptos que sabemos que están ahí, que existen, pero de cuyas dimensiones reales sabemos bien poco hasta que se presentan en un momento determinado. Para todas las personas que componen el movimiento andaluz de Daño Cerebral Adquirido, esas palabras se ven reflejadas en una persona, nuestra querida amiga María José.

Aunque haya pasado mucho tiempo ya, recuerdo vívidamente el pasado 16 de marzo del 2020. Ese día, mi vida dio un vuelco, tanto a nivel personal, como profesional.

“El envejecimiento de la población es uno de los mayores triunfos de la humanidad y también uno de nuestros mayores desafíos”.  La frase de la Organización Mundial de la Salud (OMS) bien podría representar el reto que supuso para las residencias seguir contribuyendo a vivir con salud desde el bienestar físico, mental y social pese a la pandemia por la COVID-19.

En Memoria de ¡María!

Mi experiencia como cuidadora inicia hace 7 años cuando me capacité para ser auxiliar de enfermería. Al obtener el certificado de cuidadora realicé la pasantía en la fundación IPCA de la Ciudad de Cuenca, Ecuador, donde al estar en contacto y apoyar en las necesidades de niños con discapacidades que me enseñaron que la vida es una sola, cuan hermosa es y cómo debemos atesorar el día a día. Esta experiencia me llevo a recordar anécdotas de cuidado de mis padres de crianza y como disfruto de esta profesión.

Perú en cualquier mes de 2018. María Lourdes después de muchas dudas y sobresaltos confirma que está embarazada de 2 meses, su precaria situación sentimental y laboral empañan la ilusión de ese pequeño corazón que empieza a latir…

Botella de cristal vacía, haciendo alusión al Alzheimer

Anuncian las hojas marchitas que el otoño esta aquí,

Luciendo sus colores ocres, pavoneándose de mí.

Zas; como golpe tras la puerta sus recuerdos desaparecen,

Integrantes Fundación REDMADRE

Embarazo inesperado: momento crítico para la mujer

Cuando el embarazo llega de manera inesperada, la mujer se enfrenta a un momento de crisis y experimenta emociones de muchos tipos que van a influir en la evolución del embarazo unas son positivas y otras negativas. En muchos casos La noticia del embarazo genera momentos de ansiedad muy desagradables. El embarazo puede verse como una amenaza para la vida, y las mujeres embarazadas harán lo que sea necesario para escapar del problema.

Emoticono sonriente

Soy de los muchos hombres y mujeres que nacimos en la década de los 60, los llamados “baby boomers”, y que ahora también rondamos los 60 años. Muchos de nosotros nos encontramos en la también llamada “generación sándwich”, ya que por un lado tenemos a nuestros hijos a cargo y también tenemos, con suerte, el poder seguir disfrutando de nuestros padres. En mi caso, mi padre falleció en 2020, con casi 85 años y todavía tengo la fortuna de tener a mi madre, con bastante salud a pesar de que va a cumplir 84 años.

Madre e hija paseando, protagonistas del relato

Sara no podía imaginar cómo diecinueve letras iban a cambiar su vida tan radicalmente cuando fue al hospital a recoger los resultados de una resonancia magnética pero el papel que le entregaron contenía un diagnostico: Síndrome Dandy-Walker.

Madre e hija, protagonistas del relato

La mayoría de las veces es muy difícil iniciar un texto, realizas varios intentos y no siempre quedas satisfecho a la primera, pero para ser cuidador familiar como es mi caso, no fue difícil, fue fácil, espontáneo y podría decirse que hasta entusiasta.

Mujer cabizabaja

Ante todo quiero dar las gracias a mis abuelos, por ellos vi cual era mi verdadera vocación.

Pedro, protagonista del relato

En mi familia somos cuatro, a mi marido le dio un Ictus en enero del 2016. Antes de este gran surco éramos una familia normal. Se crean gestos de amor, comprensión, confianza y cariño en el día a día de cualquier familia.

Patrocinio Olivas, protagonista del relato

Tuve la inmensa fortuna de compartir el cuidado de mamá; una anciana de 95 años, quien gozó de salud y calidad de vida al ser autosuficiente, hasta que fueron mermando sus capacidades físicas y mentales.

Madre con su hijo en su regazo, protagonistas del relato.

Los seres humanos tendemos a la realización personal, fruto de la construcción de lo que recibimos de la sociedad. A conquistar los sueños que nos llevan a sentir que somos importantes, que podemos generar riqueza y que podemos influenciar en otros, y tal vez es así, yo era de esa corriente donde lo material, lo social y la evidencia era importante para comprobar gestión de vida, hasta que un día…

Cuidadora con uniforme de enfermera, protagonista del relato.

Marzo 2020 el mundo se suma en un caos apocalíptico, un bichito está consumiendo a los seres humanos y por ende a su economía. Miles de personas fallecen y otras son ingresadas en diversos centros hospitalarios o residencias.

Padre e hija en fotos antiguas, protagonistas del relato.

Cierro los ojos y me veo en un rincón de la sala de espera del hospital. Llevo una semana sin moverme porque eres la única persona que ha sobrevivido a un infarto masivo y dicen que eres el más grave de todos los pacientes, porque no te funcionan ni los pulmones ni el corazón. Me han dejado verte un ratito y tu rostro se pierde en el amasijo de cables que horadan tu cuerpo para conectarse a las siete máquinas que emiten pitidos desconocidos y monótonos que hoy, cuatro años después, todavía no he logrado olvidar.

Protagonista del relato con mascarilla, delante de un hospital.

Suena el teléfono por la mañana, aparece en pantalla un número desconocido. Al desconocer de quien se trata escucho antes de dirigirme a la persona que está al otro lado de la línea. Sentado cerca de la ventana, que el aire corra; mientras, se dirige hacia mí una mujer desconocida, ella dice ser la pareja de la persona que he atendido durante varios días.

Voluntario mayor, con una niña en la Fundación Infantil Ronald McDnald.

Soy voluntario de la Fundación Infantil Ronald McDonald en la Casa Ronald McDonald de Málaga desde hace algo más de un año. Me siento feliz y orgulloso de pertenecer al “pedazo” de Equipo de Voluntarios que magníficamente dirigido y coordinado llena de Vida diariamente la Casa.

Carmencita muy sonriente, protagonista del relato.

-¿A quién esperas tan temprano?-A alguno de mis hijos-, me responde Carmencita.

Terapeuta ocupacional acompañando a una persona mayor.

Miedo, incertidumbre, tristeza, pesar, equivocación, bache, desconocimiento, ira… Todos estos sentimientos son los que me invadieron aquel 16 de septiembre del 2008 cuando me plantaba ante la facultad de Terapia Ocupacional Talaverana. Me quedé con un recuerdo, una carrera no te cambia la vida si no lo que viene después.

Frases motivacionales

¿Cómo he llegado hasta aquí? Posiblemente por vocación. Después de pasar toda mi vida laboral trabajando en administración de empresas, con 52 años decidí que mi vida necesitaba un cambio. Que el ayudar en algo a los demás era lo que me apetecía. Y me puse manos a la obra.

Protagonistas del relato, juntos y felices.

Miró a su mujer a la cara, surcada de arrugas, y con inmenso amor en sus ojos le dijo: “Bonita mía, ¡cuánto te amo!”. No fueron sus últimas palabras, aunque casi, porque ya pronto dejaría de hablar y al poco tiempo subiría al cielo junto a sus padres y hermanas.

Conductora del Centro de Día abrazando a una persona mayor.

Hace catorce años no sabía la gran suerte que iba a tener en la vida, cuando me ofrecieron trabajar con personas usuarias con algún tipo deterioro cognitivo como por ejemplo Alzheimer, y digo esto, por lo que en un principio era un trabajo más se ha convertido en mi modo de vida.

Protagonistas del relato en un restaurante, felices.

No resulta fácil resumir mis vivencias como cuidador de mi esposa en 700 caracteres, aunque lo intentaré.

Familia, protagonistas del relato.

Les voy a contar una breve historia de una familia de robles fuertes y valientes que demostraron, en su peor vivencia terrenal, estar más unidos que nunca, donde cada uno apoyó y ayudó de la mejor forma que pudo y que dentro de las diferencias que cada uno podía tener, pudieron proporcionar su granito de arena.

Protagonistas del relato, sonrientes y felices.

Son Navidades de 2018, la persona más importante de mi vida vuelve a Valencia tras varias semanas sin estar juntos y manteniendo por aquel entonces una relación a distancia por motivos laborales. Todo apuntaba a que iban a ser unas navidades especiales, todos juntos, pero fue el punto de inflexión que cambió mi forma de ver la vida para siempre y sé que la suya también.

Blanca, protagonista del relato, sonriente.

La historia comienza una noche al recibir una llamada. Mamita estaba delicada y mi hermana quería que viajara con ella. Al llegar y asomarme a la ventana de la casa, vi una imagen tan diferente a la mamá que salía con los brazos abiertos a recibirte. Encontré a una niña pequeña de mirada triste, desubicada. Era el reflejo de aquellos ojos azules picarescos, pero algo no estaba bien en su salud.

Protagonista del relato

¿Qué significa cuidar a los demás? ¿Qué valores puede dar a tu vida el cuidar a otras personas? ¿Te puede cambiar la vida que alguien dependa de ti para algo tan simple como comer?

Pancarta que pone "Ánimo a tope, un día más es un día menos".

En mi trabajo comparto las horas con personas que tienden su mano buscando ayuda, veo esos ojos tristes que reclaman mi atención, toco esos cuerpos lastimados que requieren cuidados, escucho esas palabras salidas a borbotones, observo esa miradas perdidas, acompaño ese deambular sin rumbo fijo, pero cada mañana al llegar a mi puesto de trabajo, cuelgo en la taquilla mi mochila, con mis preocupaciones y vicisitudes de la vida, me enfundo mi traje de trabajo y lleno los bolsillos de herramientas como la alegría, la paciencia, el optimismo, la honestidad y la empatía, que me permiten atender a cada persona en su integridad física y cognitiva.

Madre e hija soplando las velas en un cumpleaños.

Hace 12 años que empecé a cuidar de mi madre. Cada día bajaba en tren a su casa, desde Hostalets de Balenyà a Barcelona. Al principio fue muy duro, ni ella ni yo sabíamos nada de esta enfermedad llamada Alzheimer.

Trabajadora social con una persona mayor en una consulta.

Estudié Trabajo Social con la inocencia y la arrogancia de querer cambiar el Mundo. Quería conseguir la Paz Mundial, la erradicación de la pobreza y la igualdad entre todas las personas, por eso ante la pregunta de un profesor el último año de carrera de en qué queréis trabajar, yo contesté; “me da igual el sector, pero no con mayores”, ya que creía (inconsciente de mi) que ahí no se podría cambiar nada, más la vida me llevó a trabajar en un centro de día, donde comprendí lo equivocada que estaba.

Cámara de fotos

Toc toc (llaman a la puerta)

- ¿Se puede? Ya me voy, cielo. Que pases buena tarde, te veo mañana. Te quiero - Esa es la bonita forma de despedir el día que tiene Martina.

Manos sujetando una mascarilla quirúrgica.

Soy mujer, hija, madre, compañera, amiga, hermana y enfermera. Mi vida ha estado enmarcada en el cuidado a los demás, a los otros íntimos y no tan íntimos, pero siempre el cuidado. Tengo casi 60 años y he caminado mi vida tendiendo la mano a los demás para que se apoyaran en mi en sus momentos de silencios, de soledad, de enfermedad, de tristeza. He caminado mi vida siendo el bastón de apoyo de muchas personas, en sus momentos de déficit personal tanto en lo físico como en lo emocional.

Mujer y niña frente a un atardecer.

Más que nunca nos sentimos ante una tremenda incertidumbre. Y esa incertidumbre es aún mayor cuando afecta a la salud y a la familia. Estamos muy pendientes de que nuestros padres o madres, hijos, abuelas... estén siempre bien y que la salud no les falte.

Paloma, protagonista del relato, sonriente trabajando en un Centro de Día.

Algunas veces creo que todos tenemos un don, algo que nos hace especiales, y creo que en mi caso la palabra CUIDAR me define bastante bien.

Nietos con su abuela, protagonistas del relato.

Hace un poco más de cuatro años, precisamente dos días antes del Día de la Madre, dejaba este plano terrenal una persona que tanto a mí como a mis dos hermanas nos dejó no sólo enseñanzas, sino innumerables recuerdos que hasta hoy, al menos en lo personal, conservo.

Mujer caminando por la playa.

En el año 2000 una joven de veinticuatro años acababa su carrera universitaria, comenzaba su andadura laboral y estaba a punto de sacarse el carné de conducir. Le encantaba el deporte, el baile, las aventuras en la montaña y charlar horas y horas con los amigos y viajar.

Pilar con sus dos hijas, Teresa y Candela.

Mi nombre es Pilar y tengo 37 años. Cuando me quedé embarazada de Candela no hubiera imaginado que parte de lo que soy se quedaría congelado por un tiempo. Que parte de lo que he construido con mucho esfuerzo y trabajo se quedaría a un lado del camino, hasta que mi propio camino de la vuelta a ese lugar y empiece de nuevo.

Aurora en un bar

Aurora, mi madre, de 87 años, una mujer frágil, con una insuficiencia cardiaca, venosa y artrosis generalizada, muy controlada desde la dieta y el ejercicio físico de forma periódica. Pero con unas ganas grandes de vivir en continua batalla para que el coronavirus no entre en su organismo.

Manos entrelazadas

Te busco. En las manos de mi hijo, en las mías propias siempre con las uñas largas, como tú las llevabas, en los rizos de mis hijas, en la sonrisa de tu hermana, en los andares de las mías.

Isabel, protagonista del relato

Desde el año 2001 he estado cuidando de ella, a la que al operar de la cadera le provocaron una parálisis del tibial anterior, eso le hizo entrar en depresión durante el resto de su vida.

Mari Cruz en rehabilitación

Ángel es el apodo que los compañeros de batalla de Grupo 5 CIAN pusieron a Mari Cruz cuando ingresó en el centro. Un soplo de aire fresco, de alegría y de positividad, tan necesarios cuando te estás recuperando de algo tan duro como un ictus. Incluso María, la fisioterapeuta que la valoró cuando llegó al centro, afirma que “cuando ingresó en CIAN, no podía ni incorporarse ni mantenerse sentada. Pero fue verla llegar, tumbada en la cama, y ya con una sonrisa. Nos lo puso muy fácil”.

Protagonista del relato y cuidadora familiar.

Me presento, soy Raúl López López y guardo una relación tanto personal como profesional con el tema de los cuidados. La historia que voy a relatar es la segunda parte de una anterior enviada a participar en las primeras versiones de los Premios SUPERCUIDADORES. Este segundo relato, por un lado, sigue la historia de una persona mayor, mi madre, que ha cuidado de una persona dependiente, mi hermano, con una minusvalía y discapacidad desde el nacimiento hasta su muerte. Y segundo, es un intento de visibilizar como la familia y concretamente las mujeres, como tantas cuidadoras que hoy en día existen, dan comienzo a una nueva etapa de cuidados, que permite acercarnos a una realidad cada vez más frecuente en nuestra sociedad en un contexto pos-pandemia Covid-19.