Soy un paciente de cáncer de pulmón que pretende transmitir el mensaje de que un diagnóstico de cáncer no es en absoluto una condena a muerte incluso cuando se

encuentran dificultades que no deberían estar.

 

Hace ya casi 6 años que un día comencé a expectorar mucosidad con sangre.

Como es lógico acabé en el Hospital, concretamente en el Virgen Macarena de Sevilla.

Tras unos análisis, radiografías y una broncoscopia, durante la cual, por cierto, comencé a toser y llené la sala de sangre, llegó el diagnostico.

Se presentó el médico por la mañana y me dijo literalmente “tienes un cáncer de pulmón, y de los malos”

Posteriormente vi que se trataba de un cáncer de células escamosas que, ciertamente es el peor tipo que se puede dar.

A la sazón me encontraba solo pues mi esposa después de que me diese previamente un infarto de miocardio se marchó por no querer tener que atender a un enfermo, por lo que hice lo obvio, ponerme a llorar solo en esa habitación de hospital (me habían puesto en una habitación individual ante el temor de que se tratase de algo contagioso).

Dentro de todo tuve la “suerte” de que se trataba de un cáncer “in situ”, esto es, que no se había extendido, por lo que me mandaron a casa y me dijeron que ya me llamarían para la intervención.

En países “civilizados” un carcinoma escamoso lo hubiesen tratado de urgencia o poco menos, pero estamos en España.

 

Más de 2 largos meses tardaron en llamarme para la operación lo que explica que el cáncer se extendiese a sus anchas. Cuando me intervinieron me practicaron una bilobectomía inferior derecha ampliada, que es la forma técnica de decir que me quitaron los 2 lobunos inferiores del pulmón derecho más algunos ganglios mediastinicos (de la zona central del pecho, junto al corazón)

 

Tras la operación pasé unos días en el hospital, pero la escasez de camas manda, y me mandaron a casa con cita para oncología.

En oncología me prescribieron un ciclo de 4 sesiones de quimioterapia, supongo que entre otras cosas porque me había quedado uno de los ganglios afectado. Antes de cada sesión un análisis de sangre para ver que el recuento de células sanguíneas se mantenía, pero antes de terminar el ciclo los análisis dieron mal y me suspendieron la medicación.

 

Dada mi situación contraté una empresa de cuidadoras que me atendiesen, pero a un coste muy elevado que no pude mantener.

 

Bueno, ya han pasado 6 años casi de todo esto y, según mi oncólogo, el Dr. Vicente, mis posibilidades de volver a tener cáncer son iguales a las de una persona cualquiera. El ganglio afectado no ha crecido ni evolucionado en ninguna forma, sigue igual que en el 1er TAC (a causa de unos implantes metálicos en la columna no pueden hacerme resonancias)

 

Y esto último es lo que me gustaría transmitir a todos aquellos que, como yo, reciben el fatídico diagnóstico.

 

Cáncer NO es igual a una sentencia a muerte.

 

Hay operaciones, tratamientos, pero sobre todo creo que mi supervivencia se debe a mi deseo de luchar, de vivir. Hay un momento de duelo, cuando te dan la noticia en el que las lágrimas son quizás inevitables. Pero pasado ese momento, hay que tener la actitud de aceptarlo primero y plantarle cara después.

 

Yo, dadas además mi situación personal, mi esposa no sé dónde está, mi hija vive casada en Huelva (por cierto ya soy abuelo de un gamberrete de casi 4 años) mi hermano en Canarias…, creo tener un “secreto” que me ha ayudado bastante y no es más que escribir.

Cogí una buena libreta, pluma (soy uno de esos anticuados que prefieren la estilográfica al bolígrafo) y escribir. Escribirlo todo en una especie de acto catártico. Quizás algunas de las primeras páginas muestren rastros de lágrimas pero cada vez fueron menos numerosas y más las que estaban completamente secas.

 

Llamé a mi diario rimbombantemente “Pedro Bello, Vida y Muerte”, recordando quizás aquella canción de Jethro Tull que dice “… life and die upon your cross of platinum …” ( canción “Black Sales” del albun “The Boadsword and the Beast” o “ La Espada y la Bestia” para los que desconocen el inglés.

 

Esa es la actitud personal que quisiera transmitir, el cáncer es la bestia, pero TU tienes la ESPADA con la que luchar por muchos inconvenientes, calamidades y problemas de última hora.

Si eres un paciente, LUCHA, porque te va la vida en ello. Como dijo Dylan Thomas

 

“No entres dócilmente en esa noche quieta.

La vejez debería delirar y arder cuando se cierra el día;

Rabia, rabia, contra la agonía de la luz.

 

Aunque los sabios al morir entiendan que la tiniebla es justa,

porque sus palabras no ensartaron relámpagos

no entran dócilmente en esa noche quieta.

 

Los buenos, que tras la última inquietud lloran por ese brillo

con que sus actos frágiles pudieron danzar en una bahía verde

rabian, rabian contra la agonía de la luz.

 

Los locos que atraparon y cantaron al sol en su carrera

y aprenden, ya muy tarde, que llenaron de pena su camino

no entran dócilmente en esa noche quieta.

 

Los solemnes, cercanos a la muerte, que ven con mirada deslumbrante

cuánto los ojos ciegos pudieron alegrarse y arder como meteoros

rabian, rabian contra la agonía de la luz.

 

Y tú mi padre, allí, en tu triste apogeo

maldice, bendice, que yo ahora imploro con la vehemencia de tus lágrimas.

No entres dócilmente en esa noche quieta.

Rabia, rabia contra la agonía de la luz.”

 

Y con este poema y volver a aconsejar el llevar alguna especie de diario totalmente personal, no para dejar unas importantes palabras para la posteridad, sino para volcar en él cada vómito de bilis, cada lágrima de dolor, contando todo lo que vas viviendo día a día y como lo vas viviendo, tus pensamientos más profundos y tus acontecimientos más nimios, tus tristezas y tus alegrías, pero por favor, amigo, NUNCA rindas tu espada.

Y si eres un cuidador anímale a hacerlo y promete jamás leerlo.

 

Porque no, un diagnóstico de cáncer no es una sentencia a muerte. Hay muchas cosas buenas que hacer aún en este mundo.

 

Un fuerte abrazo a Pacientes y Cuidadores.