Había una vez una mujer de 38 años que llegó a un nuevo país, dejando toda una vida detrás, una carrera profesional, amigos, todo un pasado para comenzar de nuevo, en un lugar lleno de prejuicios, los cuales tuvo que ir bandeando para lograr subsistir con sus padres y su hijo de 4 años.
Comenzó como dependienta, ayudante de cocina y actualmente, se dedica a la profesión, que parece ser la menos valorada, pero que se ha demostrado con la situación del COVID19 lo importante que somos en este mundo que, con el paso del tiempo, en vez de aprender de las situaciones para ser mejores ser humanos, estamos logrando ser más egoístas…
Hace tres años comencé a trabajar como auxiliar de ayuda a domicilio, no sabía nada, sólo tenía un curso, luego un certificado y unas ganas de trabajar y ayudar, debo decir que me costó muchísimo, tuve que llevar en mi mente y sobre mi espalda el dolor y la soledad de las personas dependientes, muchas veces, sin la atención de sus seres más queridos, por quienes en un pasado tuvieron que luchar, dejar de comer para sacarlos adelante, esto es muy triste…
Trabajo para una empresa, no puedo hablar en particular de una persona, sólo puedo decir que existen personas de la tercera edad (mis chicas y chicos) que la están pasando muy mal, en una soledad, donde se encuentran muchas veces 24 horas solos, porque los hijos tienen su vida y los otros familiares también, y no pueden dedicar tiempo y amor hacia ellos, porque según ellos el tiempo no les alcanza y no pueden estar encerrados en una casa pendientes de sus padres, abuelos, tíos… Aunque, también puedo deciros que existe gente maravillosa que ama a su familia y cuando entramos en sus hogares sentimos y respiramos amor, y es cuando vemos, que hay lugares donde existe el concepto de FAMILIA y son ellos, los que llenan nuestros buenos recuerdos y nos hacen ver que estamos en este mundo para llevar nuestro trabajo a la gente necesitada de compañía, de cariño, de amor… Las ayudo en esa hora o dos horas a poder realizar sus actividades de la vida diaria y soy una compañía para ellas.
Recuerdo que la primera persona, fue una señora muy gruñona, me costó mucho acercarme a ella, hasta me forme una mala idea de la usuaria, pero con el paso de los días fui analizándola y logré sacar ese lado humano que todos tenemos, y de la noche a la mañana logre que ella demostrará el amor que tenía dentro y llego un momento que hasta me costaba irme de su lado, hasta que llegó la hora que nadie quiere, y se fue a ese lugar de donde no regresamos, la lloré mucho hasta iba a su casa de manera inconsciente, a la hora que me tocaba atenderla y me regresaba a mi casa, porque ella ya no estaba…
Todas mis chicas y chicos son héroes, personas que han luchado y siguen luchando por vivir, por compartir con su familia y seguir viendo cómo van creciendo, y recibir el amor de todos ellos… Los que viven en soledad, aguantan y sólo viven porque tienen que hacerlo, pero cada día reciben el cariño de una auxiliar de ayuda a domicilio, quieren y desean morir en sus casas, pero se preguntan todos los días que han hecho para que su familia la trate así, que daño o mal han dado a la gente para encontrarse en esa soledad…
Es muy triste, la sociedad debería revisar un poco, así como las instituciones e indagar qué es lo que sucede, qué ha cambiado en el mundo, porque tanto egoísmo, tanto afán por el dinero, tanto desgano y desidia por nuestra gente de la tercera edad, nos olvidamos de que vamos a llegar a esa edad, si llegamos, y que nos gustaría, por lo menos a mí, que me trataran con humanidad y cariño…
En esta, época de virus de pandemia, de confinamiento... pase de ser secundaria y no importante, a ser una persona importante y de utilidad, porque ninguna de las cuidadoras principales dio de baja el servicio, porque es complicado y pesado llevar a cabo todas las funciones que realizó, es tiempo y paciencia… Hoy en día, es complicado, pero toda esta situación ha ayudado a empezar a considerar mi profesión como socio sanitaria, antes estábamos ocultas, entre las sombras, y realmente ahora soy la luz para las personas que se encuentran dentro de una soledad.