A mis 17 años empecé a cuidar de mi madre que tuvo un ictus con 51 años.

Tenia que vestirle, darle de comer, hacer la casa, la comida, el aseo personal de ella y la limpieza de todo. Tuve que dejar de estudiar para llevarla a rehabilitación ya que los problemas fueron encadenándose, se rompió una muñeca y como estaba escayolada no podía llevar el andador, así que tuve que cuidar las 24 horas de ella poniéndole la cuña, dándole de comer etc…Todo esto teniendo ya una hija de 3 años.

 

Años más tarde la operaron de prótesis de rodilla, pero se le infecto y estuvo 9 meses ingresada; ahí yo estaba embarazada de mi 2ª hija entonces decidí llevármela a mi casa, porque llevar dos casas me era imposible. Mis hijas y yo le dimos todo el cariño, amor y cuidados durante los 14 años que estuvo en mi casa.

Todo esto me causo muchísimo estrés y problemas con mi marido pero no me importo cuidar de ella, era mi pasión.

 

Más tarde empezó a tener problemas cardíacos y ya no podía más me dieron una plaza en una residencia cercana, estuvo 3 años donde también fue feliz.

Iba a verla 2 veces por semana y me encargaba de su ropa de ver que estaba bien, la llamaba todos los días y los domingos íbamos sus nietas, mi marido y yo a estar con ella. El último año ingresó en el hospital 5 veces, tuve ayuda de amigas que se quedaban con mis hijas mientras yo estaba 24 horas con mi madre en el hospital.

 

Así 5 veces durante su ultimo año, tenia problemas de corazón llevaba marcapasos, hice todo lo que pude por cuidarla y darle mi cariño y de repente un día de noche del 5 de febrero 2008 me llamaron que había fallecido sin más, su aorta ya no aguanto.

 

Nunca me pude despedir y duele en el corazón a día de hoy.

Era mi vida y esa espina se queda en el corazón no poder estar en su último aliento, es mi estrella y la quiero aunque ya no este.