Protagonista del relato y cuidadora familiar.

Me presento, soy Raúl López López y guardo una relación tanto personal como profesional con el tema de los cuidados. La historia que voy a relatar es la segunda parte de una anterior enviada a participar en las primeras versiones de los Premios SUPERCUIDADORES. Este segundo relato, por un lado, sigue la historia de una persona mayor, mi madre, que ha cuidado de una persona dependiente, mi hermano, con una minusvalía y discapacidad desde el nacimiento hasta su muerte. Y segundo, es un intento de visibilizar como la familia y concretamente las mujeres, como tantas cuidadoras que hoy en día existen, dan comienzo a una nueva etapa de cuidados, que permite acercarnos a una realidad cada vez más frecuente en nuestra sociedad en un contexto pos-pandemia Covid-19.

Primero, este relato versa sobre una cuidadora del ámbito familiar, que además de ser una persona mayor, ejerce como cuidadora y desarrolló una implicación total en el cuidado de uno de los miembros de la familia al padecer una enfermedad, especialmente en una situación que se prolonga en el tiempo o es permanente. Una mujer mayor que ha dedicado toda su vida y la mayor parte de su tiempo a cuidar de esta persona. Una mujer mayor con 76 años ahora que ha cuidado de su hijo discapacitado o minusválido, con una enfermedad denominada Síndrome de Pradrer-Willy (SPW), desde que nació en 1981 hasta la hora de su muerte en 2017.

Esta mujer también es mi madre y se llama Carmen López López y la persona de la que ha cuidado es mi hermano, Alexis López López.

Desde que tengo uso de razón y memoria recuerdo a mi madre como una persona dedicada a su labor de cuidadora familiar sin faltar un día o demorar su tarea, comprometida con el cuidado de mi hermano por el hecho de haber tenido un hijo con una enfermedad que afecta a su independencia y autonomía. Mi madre ha sido y es ama de casa y en algunos momentos trabajadora agraria, sin muchos recursos materiales ni culturales, pero con gran cantidad de recursos sociales y emocionales en el desarrollo de su labor como cuidadora, además de realizar otros trabajos muy poco reconocidos, para intentar mejorar la calidad de vida y el bienestar de esa persona dependiente.

 

Segundo, mi intención al relatar dicha historia es dar voz a la situación que actualmente acontece sobre los cuidados y el trabajo no remunerado, debido al aumento de la esperanza de vida y al actual contexto pos-pandemia se ha constatado la ineficiencia de la institucionalización y de la privatización de los servicios en relación con el gran número de personas mayores que existe, que pueden ser, como en este caso, tanto necesitados de cuidados como proveedores del cuidado. Las cuidadoras promueven una atención personalizada ante los cambios demográficos y sociales que afectan a la estructura de los servicios sociales y de las relaciones familiares, y a la capacidad de dar respuesta al aumento del envejecimiento de la población, al despoblamiento de las zonas rurales y a la dependencia en personas mayores.

La familia frente al estado ha constituido y constituye la primera institución social que genera los cuidados en situaciones de dependencia, donde específicamente es la mujer la que proporciona los cuidados. Es necesario que se visibilice esta problemática social, centrada en estereotipos culturales tradicionales sobre los cuidados y el trabajo no remunerado.

Por ello, se hace necesario cada vez más desarrollar una economía de los cuidados que redunde en el desarrollo y el bienestar de estas zonas y palie los efectos del envejecimiento de la población y del despoblamiento que tan gravemente les afectan. Es una herramienta más, que puede favorecer la igualdad de oportunidades y la sostenibilidad que se materializan gracias a destacar la participación de las mujeres en los cuidados ante la feminización que existe dentro del envejecimiento en el ámbito rural, que ayudaría a crear redes de producción de cuidados sostenibles y a controlar el desafío demográfico de las zonas rurales.

Por lo tanto, queda patente la importancia de los cuidados, del contexto social e institucional y de dar voz a los agentes implicados.