Dar la bienvenida a un bebé y enfrentarse a una separación en sus primeros minutos, nos ha cambiado la vida. Quienes hemos pasado por una UCI Neonatal, a menudo perdemos la inocencia que suele rodear la gestación, el parto y la crianza. Como sabemos de primera mano, a veces las cosas no salen bien.
Desde Pauets, associació de mares i pares del més petits de Sant Pau, proponemos la candidatura del personal de la UCI Neonatal del Hospital de Sant Pau de Barcelona. Este grupo de madres y padres de bata verde hemos pasado los peores momentos de nuestras vidas en ese micromundo de la planta -1 donde no sabes si es de día o de noche; si nieva, llueve o hace sol; donde el tiempo se expande en todas direcciones mientras haces piel con piel. A veces los minutos pesan y parecen aplastarte, en otras ocasiones pasan ligeros y te permiten elevarte sobre las dificultades. Y nuestras supercuidadoras siempre están ahí: acompañando, escuchando, empatizando.
Es ese momento en el que llegas a la Unidad y, junto a la incubadora de tu bebé, hay un sobre con tu nombre. Y ese día, en ese preciso instante, lo necesitas. Y ese gesto te hace esbozar una sonrisa al abrirlo y encontrarte tarjetas de colores con las huellas de sus pies. Algo que hoy conservas como un auténtico tesoro porque esos pies dejaron de crecer demasiado pronto.
Son esas palabras de ánimo y ese apoyo infatigable para conseguir que tu pequeño se agarre al pecho. Porque si no sale con una postura, probaremos otra. Y si no, estimularemos de otra manera. Y si no te van bien las copas del sacaleches, te traigo otras. Y te encuentras con que te rodean un montón de manos que sostienen la cabecita de tu bebé y su cuerpo; te colocan almohadas para que estés cómoda y te suben el reposapiés para que tus piernas descansen de toda la tensión.
Son detalles llenos de cariño: apósitos recortados en forma de corazón o de nube; cartelitos llenos de color que celebran cada hito de tu bebé; una corona para celebrar el mes de vida; una cunita preparada con mimo; un primer baño para recordar a pesar de los cables y las vías; una sonrisa al otro lado del cristal cuando acabas de entrar a la unidad y abres la taquilla; son disfraces en carnaval y luces en Navidad.
Es ese abrazo sentido mientras corre el agua del grifo bajo el que limpias las piezas del sacaleches y fluyen las lágrimas. Porque sí, es verdad. Esta situación es horrible, es injusta, es triste y desoladora. Pero ellas te hacen sentir comprendida y acompañada. Y aunque todo te parezca una pesadilla, sabes que no estás sola.
Ellas son esa otra familia que no elegiste, que nunca hubieras deseado conocer, pero que tras llegar a tu vida, la llenan de sentido porque descubres que cuidar de ti y de tu bebé no sólo es su trabajo. Su dedicación va más allá del amor y la pasión por su profesión, es el amor por las personas y la entrega a los demás sin esperar nada a cambio. Esa dedicación constante, aun cuando tienen un mal día y tú ni lo notas porque te hacen sentir única como el resto de días. Sí, desde ese momento ya forman parte de tu vida para siempre.
Para algunos el personal sanitario se transmuta en superheroínas con superpoderes, o en criaturas sobrehumanas, incluso en ángeles. Para muchos de nosotros son mucho más: personas superhumanas, puesto que es su humanidad lo que hace que brillen haciendo que su luz nos acoja en muchos momentos sombríos y nos ilumine en momentos de celebración.
A todas ellas, gracias con todo el alma, por ser y por estar.
Gracias por ser el hombro en el que apoyarnos en los momentos más difíciles de nuestras vidas.