Mi nombre es Ana María Rodríguez Sánchez y trabajo de Auxiliar de Ayuda a Domicilio en Órgiva (Granada).
Cuando estuve formándome haciendo cursos para trabajar con personas de discapacidad funcional, no estaba segura de que yo pudiese trabajar en esto; ya que no había tenido oportunidad con gente cercana con la que practicar. Pero a la vez había algo que me llamaba la atención.
Pensé en por qué no intentarlo y después decidir si seguir o dejarlo. Cuando me llamaron por primera vez fue para una sustitución de una de las auxiliares, me di cuenta de que si era para mí ese trabajo.
Encontré unos usuarios y sigo teniendo con un cariño que nos acogen en sus casas, como si fuésemos familia. A veces nos suelen decir; ''te estoy comentando esto que ni siquiera mis hijos lo sabe''. Incluso hay ocasiones que nos ven a las cuidadoras más que a sus propios hijos, esto conlleva la confianza y aprecio que nos suelen dar. Sí que a veces son un poco tercos, les cuesta cambiar hábitos, costumbres, la mayoría de las veces de insistir van cambiando poco a poco.
Cuando cuentan lo que han vivido, la actividad que antes tenían, trabajando, la soledad, dolores, etc. Tenemos que hacer un poco dentro de lo que sabemos de psicólogas, avivarlos y felicitarlos de lo bien que lo están haciendo. La verdad que son un amor, exceptuando algún caso esporádico donde podemos tener algunos problemas con usuarios y familiares. Donde buscamos soluciones con trabajadores sociales, asuntos sociales y la empresa que es el ayuntamiento.
Con ellos solemos hacer tareas del hogar, acompañamiento, pasear, aseo, comida, compras…
Sí que es verdad que hay momentos muy duros, cuando están deteriorándose poco a poco o a veces con pasos agigantados hasta a veces quedar en estado fetal o vegetales. Ahí si que es verdad que es horrible el dolor que tienen los usuarios, familiares de ellos y nosotras las cuidadoras. Incluso a veces pedimos con todo el dolor que por el bien de todos que fallezcan. Aunque son muy duras estas palabras, los últimos días de vida son tremendos. Cuando fallecen descansarán ya que no sufrirán más.
Hay momentos que solemos tener actividades cognitivas, que aunque no aprenden cosas nuevas, pero intentamos que no se les olviden lo que ya sabían de antes. Ejemplos: juegos de mesa, puzzles, matemáticas… donde pasamos muy buenos momentos.
Cuando llego la pandemia lo pasamos todos muy mal. Los usuarios no comprendían que no podían salir a la calle, ver a sus familiares, que tuviésemos que trabajar las cuidadoras con el kit de covid19. También mucho miedo por ambas partes. Momentos muy duros, que gracias a que no duro mucho tiempo porque cuando empezamos a salir a pasear, teníamos que andar más despacio de lo habitual. Perdieron movilidad, una tristeza bastante grande. A los pocos días todo fue volviendo a la nueva normalidad.
Cada día me doy cuenta que nací para ser cuidadora, con el cariño mismo que solemos tener mutuo. Cuando los veo sonreír es una satisfacción muy grande. Sobre todo aquellas personas que están bastante mal y son un ejemplo enseñando a que “la vida es bella”.