Querido hijo Dragón:

Han pasado ya algunos meses desde que juntos descubrimos que eras un Dragón Especial…sí, un Dragón al que le faltaba fuego en su garganta. ¿Un dragón distinto a los demás? Sí, un Dragón con un Don Especial. Descubrimos que el fuego se había instalado en tu pecho y por eso tu corazón era más grande de lo normal, más cálido, más humano. Definitivamente, eras un Dragón Especial.

 

Recuerdo muy bien aquella vez que me dijiste que algún día el fuego volvería a salir de tu boca. Yo te recordaba día a día que el fuego estaba dentro de ti, pero tú en todo este tiempo no has dejado de querer intentarlo. Hay días en los que en tu intento te ves fuerte como una roca; en otros en cambio te ves frágil como una rosa.

 

Cuando te veo sufrir, mi corazón sufre contigo en silencio... cuando te veo feliz, mi corazón ríe contigo también en silencio.

 

Sabes que te queremos, sabes que tu peculiaridad nos ha hecho fuertes, nos ha enseñado a ver la vida con otros ojos, con los ojos del amor y el respeto.

 

En este tiempo has tenido la fortuna de convivir y de conocer a otros Dragones, que con lecciones de fuego, agua, tierra y aire, te han enseñado a ser tú mismo, a quererte como eres. Porque quiero que sepas, que cada uno de ellos te quieren tal y como eres.

 

Mi pequeño Dragón, en cada intento que hagas, ahí estaremos. Eres nuestro pequeño Dragón Guerrero.

 

 

Como le digo a mi corazón

que no se encoja

si mis ojos te ven sufrir...

Me pregunto tantas cosas y no entiendo ¿por qué?

Tus ojos me dicen que eres fuerte,

Tus palabras rotas me dicen que eres valiente,

Tu corazón me dice que tu cariño es inmensamente grande.

Y tu sonrisa que eres un niño feliz.

Sigues siendo mi niño de tímido rostro.

Y tus palabra se niegan a salir.

¿Qué he hecho mal? ¿Dónde fallé?

No puedo evita preguntármelo.

Mi niño, tu empuje es mi motor, me fortalece,

Aunque en días como hoy mi corazón se achique

Y no encuentre consuelo ...

Y solo encuentre paz en tus brazos... en tus cálidos y largos abrazos