Mi nombre es Pilar y tengo 37 años. Cuando me quedé embarazada de Candela no hubiera imaginado que parte de lo que soy se quedaría congelado por un tiempo. Que parte de lo que he construido con mucho esfuerzo y trabajo se quedaría a un lado del camino, hasta que mi propio camino de la vuelta a ese lugar y empiece de nuevo.
Estudié magisterio por vocación y en mis días en el aula disfrutaba cada minuto entre mis pequeños bajitos. Educación Infantil, primaria y lengua extranjera. Canciones, proyectos, reuniones, programaciones y familias. Envuelta en libros, dibujos, letras, lecturas y tiza mucha tiza.
En 2016 nació mi bichito mayor, Teresa, tiene 4 años y se ha convertido en una gran superhermana, y Candela mi bichito pequeño llegó a nuestra vida para cambiarla y ponerla patas arriba.
El día 29 de julio de 2019, bajo nuestros pies, arenas movedizas. La arena fina por la que caminábamos se llenó de piedrecitas y los días soleados se cubrieron de nubes.
Candela nació con un corazón especial, coartación de aorta y también con, como le decimos a Teresa, una garganta diferente, atresia de esófago. Pero llegó con mucha fuerza y mucha valentía y eso la ha hecho de otra pasta.
Al nacer Candela, mi camino de vida cambio. No me arrepiento de haber tomado la decisión de parar mi vida profesional para quedarme con mis hijas en casa. No me arrepiento de nada. En lo más profundo de mi alma siento que es lo que debía hacer, pero no es fácil. El día a día cuidando de tus hijos y cuando la enfermedad va de la mano no es fácil.
Desde el mismo momento en el que sabes que algo no va a ir bien, el miedo, la incertidumbre, la inseguridad y la intranquilidad se hacen dueños de tus pasos y te acompañan en cada movimiento. Pasan los días y no lo olvidas, sólo aprendes a convivir con ellos. Tu realidad era una y ahora vives en otra.
Cuando eres madre, enfermera, profe, terapeuta, fisio,…CUIDADORA, pasas las 24 horas del día dedicadas a las personas que más quieres, una y mil veces más, pero no siempre es fácil.
Candela estuvo ingresada 4 meses en total en su primer año de vida y en varias ocasiones, y cuando salimos del último ingreso llegó la pandemia y de nuevo encerrados en casa. Nos quedamos sin tratamientos, terapias… y entonces en cada cambio de pañal, ejercicios. Por las mañanas y por las tardes, terapias y juegos. Por las noches, cuentos.
Medicinas y consultas telefónicas.
Desde que conoces que estás embarazada, niño o niña, nombre, peso, hospital, lo normal, pero cuando tu bebé es especial todo cambia y tu cambias, y tu hoja de ruta y todo lo que te rodea…
Me llamo Pilar, tengo 37 años, soy la mamá de Teresa y de Candela, pero también soy su CUIDADORA y soy feliz, porque no creo que en la vida y a pesar de lo que he vivido, vivo y viviré tenga mayor regalo y privilegio de disfrutar de cada instante con ellas. Estar cerca, darlas la mano. Cada una a su nivel, pero a cada una lo que necesita.
Durante estos dos años, he llorado, pero también he reído, he llegado hasta el fondo, pero he subido con más fuerza. Y dejadme que os diga algo, así con todo, no lo cambio por nada, es mi vida, MI VIDA.
Me gustaría aprovechar estas líneas para pedir reconocimiento a todas esas personas que dejan su cuaderno de bitácora para estar al lado de quienes les necesitan, a todas esas personas valientes que cambian de rumbo y se entregan a los demás, a todas esas personas que llevan en su forma de ser la palabra ayuda, generosidad y solidaridad, a todas esas personas que sacrifican parte de sus sueños de vida por amor hacia aquellos que les agarran la mano. Reconocimiento y mi aplauso más sincero.
Termino estas líneas, dije SI y lo diría mil veces más, y como dice la canción A PESAR DE LOS DAÑOS Y A PESAR DE LOS AÑOS. Simplemente es Amor.