La Organización Mundial de la Salud (WHO) informó del riesgo de contagio de un virus muy peligroso al que llamaron Covid-19 que ha ocasionado el fallecimiento inesperado y súbito de muchas personas de la tercera edad.
Empezó en Wuhan (China) en diciembre 2019, se está expandiendo por los cinco continentes. Actualmente la cifra más alta de muerte está en Latinoamérica, en Brasil, y en Estados Unidos de América (USA).
Mi tío murió en enero de 2020 con muchos síntomas del coronavirus, pero no fue debido a este virus, luchó mucho por su vida, y le ayudamos en el aseo, higiene y movilización, hasta que le llegó su día de irse al cielo porque todos sus órganos vitales estaban muy dañados. En paz descansa en el universo porque fue incinerado por decisión propia en el tanatorio de su pueblo.
En las residencias de ancianos todos juntos y unidos de las manos se han ido despidiendo de todos para irse de Madrid al cielo, con la cifra más alta de muerte por este virus, aunque en Andalucía han fallecido debido a otras enfermedades, les llegó a todos por sorpresa. Le ayudamos con todo el material sanitario disponible y comprando más recursos como respiradores, mascarillas, guantes, equipos de protección, pantallas, medicamentos.
Los trasladamos al hospital de IFEMA con la ayuda de las unidades militares de emergencia (UME) para prevenir el riesgo de contagio y salvar sus vidas quedándonos en casa.
El estado de alarma comenzó el 14 de marzo de 2020 en España y está vigente hasta el 21 de junio de 2020, y se abren las fronteras el 1 de julio de 2020. He vivido junto con todas las familias las tres fases del confinamiento, sobrevivimos a mucha penuria, miseria, pobreza, tristeza, ira, frustración, cansancio, agotamiento, aburrimiento y sueño, y con mucha alegría de seguir vivos desde la fase cero a la fase tres.
Logramos cambiar la mentalidad y pensamientos y la manera de ser y de actuar de toda la ciudadanía para sentirnos más animados con más amabilidad para confrontar y solucionar los problemas que surgen de la rutina diaria de la supervivencia. Atrás dejamos los despistes inconscientes cometidos por todos los habitantes que se consideran con una fortaleza inmunológica, anímica muy superior para participar en las manifestaciones concertadas en todo el territorio español durante muchos días.
A través de la digitalización de los medios de comunicación vemos cómo vivimos en las calles sin guardar la distancia de seguridad de dos metros, sin mascarillas ni guantes, sin higiene ni aseados adecuadamente, durmiendo en las calles, avenidas, aceras, esquinas, sudando a chorros de calor y con escalofríos por el frío y la fiebre, hasta que fueron vencidos y se quedaron en sus casas. Quedarse en casa, estoy muy adaptada a vivir en casa con mi padre de 82 años y mi madre de 76 años, en el pueblo Barbate en la costa de Cádiz.
Recuperamos la movilidad y los reencuentros familiares enfrentados por la cruda realidad de la situación en los hospitales colapsadas las unidades de cuidados intensivos UCI y en las residencias de ancianos, para volver a la normalidad más controlada.
Hay que tener cuidado con los contagios y rebrotes porque el virus no ha desaparecido y hoy no hay vacuna que nos cure inmediatamente. Este es el lema, evitar el peligro de rebrote y de contagio entre los miles de personas que se manifiestan contra el racismo, aunque muy pocos se pusieron las mascarillas y no pudieron respetar los dos metros de la distancia de seguridad, con la conclusión del error humano de que somos imperdonables, irresponsables y descuidados hacia nuestra propia persona.
Hablamos y actuamos demasiado deprisa sin pensar que las operaciones como Paso del Estrecho son unos viajes individuales y colectivos muy arriesgados para contagiarse del coronavirus, que es más grande que el riesgo de meterse en las piscinas comunitarias con la excusa de que ducharse en las duchas es un foco de infección porque ni se preocupan de limpiar los platos de duchas con desinfectante Sanitol.
Como consecuencia de la crisis del coronavirus baja la edad de las personas que queremos hacer testamento para saber que si estamos vivos en el futuro tendremos menos preocupaciones, aunque no sabemos cómo va a ser el camino que vamos a tener que seguir el año 2021 cuando todos los ciudadanos estemos viviendo todos juntos al tener todos más de una residencia y todos queremos viajar sin saber con certeza a donde llegaremos.