Nada hacía presagiar que aquella mañana a final de mayo, de cielos azules y sol primaveral...

 

...se tornase en negros nubarrones para nuestro familiar y buen amigo, al que la vida no le ha sonreído mucho en los últimos años. Un recuerdo muy entrañable con Félix, allá por 2010, es una mañana de paseo por Córdoba en primavera, acompañando a mi hermano José Carlos, ya aquejado de una grave enfermedad terminal.

 

Desde entonces han sido varios los veranos y muchos los momentos vividos compartiendo aficiones, pintura ó fotografía y hasta su cariño por Roco, mi pastor alemán. Lo recuerdo siempre, como experto y extraordinario cocinero, dispuesto a ayudarme en las muchas reuniones familiares, de Ramírez, Romero ó de ambas en armonía y con amigos que, por entonces, convocábamos con frecuencia en nuestro hogar mi esposa Manuela y yo.

 

El era la "piedra angular", siempre entre fogones y en 2º plano, pero siendo el blanco de los comentarios y alabanzas por su forma de "Ser-Hacer", peculiar y extraordinariamente sencilla.

 

Pero, SÍ, aquella fatídica mañana a final de mayo, el cielo se cubrió de negros nubarrones con la noticia del ICTUS sufrido por Félix.

 

Afectada y muy emocionada Manuela, la abracé y le pedí que ofreciera a sus hermanos, sin dudarlo y con absoluto convencimiento, la disponibilidad de nuestro hogar, para la recuperación post-hospitalaria, el tiempo necesario para favorecer así una reflexiva toma de decisiones para los largos meses posteriores. 

 

Vivimos en un hogar accesible, nuestros hijos trabajan fuera de la ciudad, Manuela con su trabajo de mañanas y yo, como jubilado, reunimos las condiciones más adecuadas de la familia para imponernos esta ardua tarea, una situación desconocida para nosotros, pero con el fuerte convencimiento y compromiso de ambos de superar las dificultades del día a día, con el cariño fraternal por su parte y los sinceros sentimientos de amistad por la mía. Valorada y aceptada nuestra propuesta, por sus hijos y los hermanos de Félix, todos mostraron su sincero apoyo y compromiso.

 

Decidimos entonces, Manuela y yo, que el comedor, testigo de reuniones familiares en fechas señaladas por Navidad, era la estancia más apropiada para ofrecerle un aposento fresco, luminoso, accesible y cercano al "trajín" de un hogar lleno de vida....

 

... ¡dicho y hecho!, en apenas una mañana la sala quedó diáfana, y la cama articulada, que alquiló Rafaela, la mayor de las hermanas, completó el ajuar necesario para convertir aquel comedor en un acogedor aposento, como Félix merecía. El único obstáculo, un escalón que comunicaba al patio, lo salvé con una tosca, pero segura, rampa de madera que construí aquel mismo día.

 

Personalmente siempre he tenido la idea y ahora la ocasión de llevarla a la práctica de que, un ICTUS y sus secuelas, no sólo se superan con el imprescindible buen hacer profesional de un especialista en rehabilitación, sino que es necesario e imprescindible el apoyo anímico y emocional del entorno familiar y social más cercano

 

Por ello quisimos que nuestro hogar fuera también el "Hogar de Félix", abierto a las reuniones familiares ó visitas de cuantos amigos quisieran acercarse a conversar en un ambiente distendido.

 

A Manuela y a mí, siempre nos quedará lo positivo, Los Valores, que Félix nos ha aportado en esta experiencia compartida. 

 

Sus hijos, María y Félix y sus hermanas y hermanos, han compartido con Manuela y conmigo, los momentos más entrañables de estos 2 meses de extraordinaria convivencia, desde los "desayunos molineros" a los ejercicios básicos de "rehabilitación domiciliaria", incluyendo sesiones improvisadas de "peluquería ó podología familiar" y, conforme se ha ido manifestando evolución en las primeras semanas, se han sucedido las salidas y paseos, al mercado, conciertos, cines de verano ó compartir un café en una fresquita mañana.

 

Pienso por todo ello y lo creo sinceramente, que Félix está sintiendo estos meses el calor humano y el extraordinario cariño que, sin ser consciente de ello, despierta entre todos sus hermanos y amigos.

 

No queremos olvidar la valiosa ayuda que recibimos de Carlos, persona de gran talla humana y trato delicado, integrado en "el Equipo" desde el principio, ganándose el reconocimiento, afecto y respeto de todos.

 

Quedan meses duros pero, ojalá pronto, Félix, con su gran corpulencia, se levante con la cabeza bien alta y vuelva a llenar con su extraordinaria personalidad y bondad, las entrañables reuniones con su numerosa Familia, hijos, hermanas, hermanos y sobrinos.

 

Con todo el afecto de Manuela, mis hijos y mío, nuestro mejor deseo Félix ¡un fuerte abrazo!

 

 Córdoba, 26 de Julio 2018