La paciente sobre la que voy a hablar fue la primera incluida en el programa Atención Farmacéutica Domiciliaria.

 

Su nombre es Isabel y tiene 88 años, vive sola en una casita muy cercana a la de su familia y es una de las personas que más me han marcado en esta experiencia, es vital, sociable, con cierta vena artística y sobre todo poeta.

 

A Isabel la conozco desde el inicio de mi andadura profesional (hace más de 20 años), el paso de los años hizo que poco a poco fuésemos estrechando los lazos de nuestra relación, lo que resultó en que Isabel pasase de ser una paciente más a una amiga.

 

Desde Junio del 2015 aporto un granito de arena en sus cuidados visitándola cada 15 días en su casa, controlando su glucosa, tensión arterial, peso y entrega de pastilleros, a lo que ella siempre responde con una divertida charla. Tras acabar estas visitas siempre salgo sintiéndome completamente realizada, pues su satisfacción es mi mayor premio.

 

Ya os he comentado su afición a la poesía y yo he sido una afortunada protagonista de una de sus obras, actualmente sufre un deterioro cognitivo por lo que este poema tiene un especial sentido para mi. A continuación, la obra:

 

“Un regalo para Lucre”

Con el brillo de tus ojos

y la dulzura de tu voz,

cuando vienes a mi casa

me transmites mucho amor.

 

Escuchas nuestras dolencias,

si son del cuerpo poniendo mucho

cariño y también mucha paciencia.

 

Entre tantos sin sabores

cuando vienes a la consulta

y nos traes el pastillero y todo

tan ordenadito, y nos tomas la tensión

y nos pinchas el dedito para saber del sintróm.

 

Y con paciencia y cariño

escuchas nuestras dolencias

bien si son del cuerpo

y si es del alma

aún mayor.

 

Solo puedo añadir que los pacientes incluidos son más que clientes. Antes he dicho que yo aporto un granito de arena en su vida, sin embargo, la experiencia me ha hecho ver que son ellos con sus “Gracias Lucre”, sus sonrisas y su cariño los que me ayudan a mejorar dia a dia como persona, a nivel profesional y , sobre todo, humano.