Soy una mujer que, al llegar a España llena de ilusiones, comenzó a trabajar como interna en una casa, cuidando a una abuelita como de 90 años que sufría de Alzheimer. Yo sin saber mucho de aquella enfermedad, pero bajo instrucciones de sus hijos, me dediqué a cuidarla.

Con el tiempo me di cuenta de que con cariño y mucha empatía, me gané el amor de la abuelita, quien no sabía a ciencia cierta quien era yo, con mi cariño, mis gestos y hasta mi manera de hablar.

Tres años cuidé de esta buena abuelita mientras me puse a estudiar para adquirir un certificado el cual me permitió entrar a prestar servicios en una residencia geriátrica en la que llevo más 10 años al cuidado de personas mayores. Amo mi trabajo, el cual desempeño en turno de noche.

La pandemia nos hizo pasar momentos terribles con los abuelos muchos de los cuales perdieron la vida, pero gracias a Dios hemos podido estabilizarnos y salir adelante. 

El cuidar a muchísimos abuelos me ha dado la oportunidad de mantener mi casa y estoy agradecida por todo eso.

Gracias, mil gracias a todos los abuelos que hay en España.