Pedro, protagonista del relato

En mi familia somos cuatro, a mi marido le dio un Ictus en enero del 2016. Antes de este gran surco éramos una familia normal. Se crean gestos de amor, comprensión, confianza y cariño en el día a día de cualquier familia.

El destino parecía verlo. Estuvimos juntos 25 años criando dos hijos de 16 y 19 años. Después de tanto tiempo decidimos casarnos, cuatro meses después a Pedro le dio el ictus, entonces él tenía 52 años y yo 48. Fue el revés más triste y difícil de nuestra vida. Temporadas muy difíciles en la que la cuerda se tensa con mi marido y mis hijos.

Mi marido tiene paralizado gran parte del lado izquierdo de su cuerpo. Y es que su cerebro no lo reconoce. Psicológicamente no está bien, a veces agresivo, en parte melancólico y en otras llega creer que no le pasa nada y ojalá fuera cierto porque es bastante complicado. Se le olvida todo. Muy rápidamente. Sea bueno o malo no recuerda nada, aunque sea de las personas que vivan para comer y no coman para vivir.

Pedro tiene una "Gran Invalidez" depende totalmente de mí. Prefiero que mis hijos se mantengan al margen lo máximo posible y tener yo toda la responsabilidad, aunque toda la carga recaiga sobre mí.

 

Como las desgracias siempre vienen juntas, poco a poco todo empezó a complicarse en mi familia, mis hijos empezaron a distanciarse aun viviendo bajo el mismo techo. La verdad es que es nada fácil para mí convivir con esta situación, entre lo de mi marido y lo de mis hijos.

¿Lo siguiente? Mis padres. A los dos años de lo primero diagnostican Parkinson a mi padre, uno muy agresivo que me lo quita en apenas dos años. Al mismo tiempo diagnostican Alzheimer a mi madre y nos obliga a aumentar la carga emocional que acarrea todo lo anterior.

Hoy por hoy y desde hace cinco años y medio mi vida gira en torno a Pedro.

¡Tengo por suerte la oportunidad de visitar a mi madre en la residencia! Ella habla muy poquito. Su mirada, su sonrisa son la única forma de comunicarse con nosotros, en ocasiones me gustaría saber que está pensando, que es lo que me quiere decir.

Pedro lleva haciendo rehabilitación en Ademto cuatro años donde se va manteniendo, lo importante es que no retroceda. Vamos dos días entre semana, le llevo yo está bastante lejos, pero no me importa me gusta conducir. Estamos muy contentos con ellos, nos tratan muy bien.

 

Como cuidadora me he entregado en cuerpo y alma durante estos años. Espero seguir con la misma fuerza todos los años que nos queden, antes tenía un marido y dos hijos, y ahora mi marido es como un hijo más al que cuidar y mimar.

La verdad es que tengo días complicados, saco fuerzas y valentía para poder superar y soportar mi situación.

En mi entorno me dicen que soy muy fuerte, creo que las personas que nos encontramos en esta situación o similar, no somos fuertes somos" INCOMPARABLES".

 

La vida es muy cruel te puede cambiar en un segundo. Sólo me gustaría decir a las personas que lean o escuchen este relato que sean felices día a día y sobre todo que cuiden mucho de su salud. De ella depende su vida y el futuro de su familia. “La vida es un regalo".