"Afortunadamente somos diferentes"  dice el estribillo de una canción que tantas veces hemos escuchado, cantado, acompañado,...

En el trabajo con personas dependientes, con diferente grado de dependencia en función de sus variadas discapacidades. Y continua la canción "  yo te quiero como eres, tú me quieres como soy".

 

Precisamente en mi tarea de acompañar el día de estas personas he dado con la clave; la incorporación de la dimensión afectiva y emocional en el día a día  de estas personas y me atrevería a decir, que no sólo con adolescentes, sino en cualquier etapa de la vida, en la que una persona es dependiente y necesita de otra persona.

 

Quererles "como son" y hacer de su deficiencia una "oportunidad" para conseguir aquello que es  el "objetivo" de la persona , conseguir la felicidad.

Acompañar con y desde el corazón,  despertar en la persona la sensibilidad y hacerles partícipes de los grandes sentimientos humanos.

 

He podido descubrir con agrado que la cercanía, la interacción, la comunicación, más allá de la comunicación verbal, el mirarles a la cara con afecto, despierta en estas personas un caudal de oportunidades.

Se trata de "amar", porque toda tarea de acompañamiento a una persona dependiente es ante todo un "acto de amor", y amar supone , como decía anteriormente "amarles como son" , aceptar su "singularidad" y su "dependencia" para, desde la generosidad que es una clave del cuidador,  permitir la realización plena de esa persona.

 

Tras reflexionar sobre la tarea de la figura del cuidador de personas dependientes, y vivir y convivir en el día a día con ellos he llegado a una conclusión que me parece significativa y que deseo expresar y son los diferentes niveles de esta atención socio-educativa.

 

En primer lugar responder a las necesidades primarias de las personas, la labor "asistencial" el lograr el mayor confort en sus necesidades diarias..., higiene, confort, alimentación..., todos sabemos que es un nivel básico e imprescindible..., pero si nos quedamos ahí, estamos muy lejos de proporcionar lo que una persona necesita, en la clave que apuntaba anteriormente.

 

Atender a la totalidad de la persona, y lo que da significado y sentido a la tarea del cuidador,  o al menos yo así lo vivo, es responder a otras necesidades tales como:

Escuchar a la persona y facilitarle que exprese sus emociones, todas las emociones, no hay , desde mi punto de vista emociones positivas o negativas, todas son necesarias expresarlas y ponerlas nombre, no evitar ninguna, sino facilitar su expresión, desde una actitud de afecto incondicional.

 

Otra clave sería la de activar todo aquello que pueden hacer y valorarles, darles un rol activo, que asuman responsabilidades, dentro de su posibilidades,..., para que en la medida de sus posibilidades puedan ser lo más autónomos posibles.

 

Y si se me permite añadiría otra clave fundamental, desde mi vivencia compartida en el acompañamiento de estas personas y es el desarrollo de la "espiritualidad". Soy consciente y por eso decía "si se me permite" que el término espiritualidad, algunas personas lo vinculan a realidades que no desean asumir.

De que hablo cuando hablo de "espiritualidad" , hablo de cosas tales como, ayudar a superar la tendencia de pensar en uno mismo y adentrarse en el mundo de los otros,  de tomar conciencia de que tenemos un pasado, vivimos un presente y construimos un futuro, de reconocer el valor de las cosas materiales y su uso adecuado para el desarrollo corporal, mental, emocional y espiritual, de  abrirse  la persona al Misterio de la vida , de ofrecer cauces para crecer en profundidad a través de la interioridad.

En definitiva es aceptar que somos seres llamados a ser más de lo que somos o expresamos, seres que podemos superarnos, y que su dependencia, en éstos casos, es como decía antes, una oportunidad.

 

Concluyendo decir que toda persona con discapacidad mental o física debe recibir educación para que pueda tener la mayor calidad de vida y el mayor grado de autonomía posible, y esto como todo en la vida se hace posibilitando que la persona adquiera la mayor de las competencias , pero sobre todo y de una manera especial desde la cercanía, la afectividad.

Y a nosotros como "cuidadores" de estas personas que tengamos claro que lo nuestro más que un trabajo es una vocación para atender a un persona, en cualquiera de sus actividades, de una manera lo más humanizada, porque en atención socio-sanitaria  el acercamiento humano es tanto o más necesario que el mero asistencialismo.