He conocido muchas mujeres de casi 80 años y sé lo difícil que ha sido su vida.

 

Fueron tiempos complicados, por eso creo que ella representa el ejemplo de cuidadora incondicional. Se llama Ana María González, nació en 1940. Es la mayor de 6 hermanos, el pequeño con síndrome de Down. Desde los 12 años estuvo bordando para ayudar a su familia, le hubiera gustado estudiar, pero era mujer… Una tía le traía modelos como bolsa de pan, para que aprendiera. Le llevaba unos días a La Palma y allí bordaba y sacaba dinero para su familia. Conoció a su marido con 16 años. Mientras bordaba, ayudaba a cuidar a sus 6 hermanos, a una tía y a sus padres. Cuando se casó, alquilaron una habitación fuera de su casa, pero el padre vino a buscarla para que volviera a casa, ya que su madre no podía cuidar sola de todos.  Y tuvieron que volver.

 

El padre les fabricó una habitación encima de su casa, para que durmieran allí. Nacieron sus dos hijos, y siguió cuidando, cada día hacia comida para once personas. Cuidaba a su hermano que además heredó la epilepsia de la madre.El marido empezó a trabajar vendiendo víveres, y ella se ocupaba también de coger los pedidos, apuntar las facturas, los pagos… Su madre enferma de epilepsia, cada día le daban varias crisis, y solo ella la atendía. Le enseñaron a pinchar a su madre, para no tener que llevarla a la casa de socorro. Tenía que bañar a su madre en la cama, porque su padre no quiso agrandar la puerta del cuarto de baño. Cambiaba todos los días la cama. Para dar de comer a su madre, poco a poco, tardaba una hora. Mientras seguía haciendo todas las tareas anteriores.     Los hermanos y el padre eran hombres…

 

Al poco de morir su madre, tuvieron que ir a Madrid para operar a su marido a corazón abierto. Una tía vino a cuidar a los hombres de la casa, hasta que le dieron el alta a su marido. Allí en Madrid, se notó un bulto en el pecho, al regresar fue al médico y le confirmaron cáncer de mama. Le pidió a su marido que fuese a comer a casa de su hija, porque no quería que ella se fuera. Y ella le dijo si no vas a comer a casa de tu hija yo no me opero, me quedo aquí y hasta que Dios quiera. Le habían quitado el pecho. Recién operada, se fue a casa. Se encontró en la cocina la verdura para que preparase la comida… Y ella lo hizo. Para tender tenía que “tirar” la ropa a la cuerda porque le dolía el brazo. Seguía cuidando a su padre y a su hermano enfermo, más dos hermanos. Había vuelto la mujer a casa.

 

No podía ponerse la quimioterapia, ya que le hacía vomitar y no podría trabajar en casa, no tenía tiempo, así que solo se dio radioterapia. Los servicios sociales propusieron ingresar al hermano que ya tenía 45 años en una residencia, y ella lloró, y lloró, le había cuidado siempre… Su padre preguntó por él y ella le dijo que le estaban haciendo pruebas, y nunca más volvió a preguntar por el “niño”. Ana María, iba todos los sábados SOLA a ver a su hermano en guagua, lloviese, hiciera frío o calor, solo ella tenía obligación de ir por eso era la mujer…

 

Y así estuvo 10 años siendo la única visita que prácticamente tuvo su hermano, hasta que con 55 años murió el pobre. A partir de ese momento Ana María sufre depresión, ahora se da cuenta de lo que ha pasado porque hasta ese momento no tuvo tiempo de pensar en ella y encima ha tenido otros problemas familiares, que le impiden vivir un solo día feliz.

 

Creo que esta mujer se merece el título de SUPERCUIDADORA.