Hola, mi nombre es Leonel, allá por el año 2010 me quede sin trabajo y en la búsqueda ¡me ofrecen trabajar en un hogar geriátrico de noche! Por supuesto
acepté, ya que no tenía otra opción.
La primera noche me acompañó una señora que me mostró cómo eran las tareas a realizar, y la segunda noche me encontré solo con 22 personas a mi cuidado. Fue un año duro pero de aprendizaje profundo, ahí conocí al primer Adulto Mayor que cuidé en su domicilio.
La mujer de Humberto veía como era el trato que yo le daba a su marido y un día me propuso cuidar a su marido en su casa por el mismo sueldo por el que atendía a 22 en la residencia, no lo dude ni un segundo y al día siguiente comencé en el domicilio de Humberto.
Toda una experiencia con él, empecé a darme cuenta de que el tiempo del cuidador se puede usar de mil formas distintas, luego de asistirlo en las actividades de la vida diaria comencé a estimular lo que le gustaba, salíamos a pasear por la costa, volvió a jugar a las cartas, le escribía cartas de amor a su mujer y yo se las escondía en lugares estratégicos para que ella las encontrase en distintos momentos del día, y así pasó un año.
Después tuvo un accidente cerebrovascular y se quedó con una hemiplejia lateral y muy deteriorado. Falleció en su casa junto a la mujer que tanto amó y yo sostuve su mano hasta su último aliento. Humberto fue el primero de cinco partidas que acompañé, algunas más traumáticas, otras en paz.
En estos ocho años que llevo de oficio aprendí y entendí que el nuestro, es un trabajo complejo y hermoso del cual me nutro en experiencias nuevas a cada momento.
Cuidé alrededor de veinte personas de distintas edades, sexo y patologías, de todas entendí que cuando la familia busca ayuda externa es porque se encuentran al borde del colapso y encuentran en la figura del cuidador un profesional en quien confiar y compartir un poco de todo lo que sucede en un proceso patológico o de deterioro cognitivo de un familiar, y durante todos estos años me fui profesionalizando, me especialicé en el cuidado domiciliario y realicé distintos cursos sobre demencias y todo lo que fuera referido al cuidado polivalente de una persona, he sido peluquero, masajista, pedicuro y participo de cuanto encuentro de cuidadores que se realice en la ciudad. ¡Este año recibí un crédito del banco como microempresario por mi oficio!
Con José Luis comencé a trabajar el año pasado, él tiene una enfermedad neurodegenerativa, es una persona de edad no tan avanzada así que continúa en actividad laboral, yo lo asisto en todo lo que necesita y esté a mi alcance. Les cuento el primero y el último de mis clientes por que José Luis me invitó a que lo acompañara en sus vacaciones, con él viajé a Ámsterdam, Valencia y Praga.
Hoy, puedo decir que este oficio me dio todo lo que soy como profesional y me mejoró como persona, aprendí a ser paciente, tolerante y que uno puede mejorar siempre dejando de lado prejuicios y miedos absurdos.
Soy un hombre alto, gordito, morocho y de clase media-baja (pobre). Todo lo contrario a la imagen impuesta de la mujer cuidadora, sin embargo, este es un oficio en formación, y en mi ciudad formo parte de un grupo de reflexión para cuidadore/as donde compartimos experiencias y nos contenemos en momentos difíciles.
Muchas gracias por leerme. Leonel machado, cuidador domiciliario.