He nacido en una familia humilde de 11 hermanos, yo la última. Nunca tuve claro lo que quería, he sido y soy insegura por situaciones, pero he luchado por sobrevivir porque no me quedaba otra.
No es fácil solo con el graduado escolar tener más posibilidades laborales, y mi vida personal fue y es angustiosa aunque siempre seguí luchando.
Mi vida cómo cuidadora empezó con mi padre, cuando enfermo con cáncer. Yo cuidaba de mi madre, tenía a mi hija con 5 meses y una pareja que tuve que dejar por violencia psicológica. Aún así estuve cuidando de mis padres y mi hija.
A los 4 años de tener a mi hija me casé y empecé a cuidar de mi madre, mis hermanos no querían responsabilidad. Ella quiso ir al centro de día, yo intenté encontrar trabajo, pero no encontré, solo pude hacer cursos.
Yo le daba sus medicinas, tomaba Sintrom, tenía problemas de corazón, artrosis y tristeza, la cual yo siempre empatizaba muchísimo con ella, la colmaba de cariño y besos, esa tristeza era por sus hijos que solo venían a verla 2.
Estuvo varias veces en el hospital, yo siempre a su lado y murió conmigo.
Después murió el padre de mi marido y nos fuimos a cuidar a su madre.
Yo empecé a cuidar a José Luis, un señor encamado con su mujer acabada de operar de cadera. Les cuidaba de 8 a 3 de la tarde, el se encontraba bien de salud pero tenía rotura de tibia y peroné y no quedó bien y ya no quiso operarse más.
Hacia la limpieza de la casa, la compra, la comida, le aseaba, cambio de ropa y si le hacía falta que fuera me llamaba pues su mujer ya no podía con la operación. Estuve 3 años con ellos, por las tardes hice el curso de atención sociosanitaria para personas dependientes y durante ese tiempo empatizamos muchísimo y yo tuve juicio por violencia machista con mi ex-marido, siempre luchando.
No he conseguido tener tranquilidad y paz en mi vida, pero, soy feliz por ayudar los demás y sobre todo a mis abuel@s, personas dependientes o no.