Amanezco todos los días agradeciendo a Dios que mi padre sigue vivo y sano. El tiene 93 años y está estupendo tanto físicamente y psicológicamente.
El es un luchador de la vida; empezó a trabajar con 14 años hasta los 80 años de edad porque su trabajo le daba vida. Fue carpintero aunque a él le gustaba que le dijeran ebanista. Aprendió el oficio en Granada donde nació y vivió hasta los 24 años de edad. Luego se embarcó a Argentina con un contrato de trabajo buscando mejores expectativas en el año 1952, cuando España se recuperaba de la Guerra Civil Española.
Vivió 40 años en Argentina donde montó su propia fábrica de muebles con grandes resultados económicos pero, en el año 1992 cansado de las crisis económicas financieras interminables de Argentina decidió volver a su Granada.
En el año 2000 decidí retornar a España para rehacer mi vida después de mi divorcio. Vivo con él y con mi hija desde entonces y fue un gran apoyo para mí. Empecé de cero trabajando y estudiando y, mi padre siempre estuvo ahí para lo que necesitara.
Con el paso de los años ahora soy yo su apoyo y felizmente le retribuyo todo lo que él me dio. Su gran pasión es la lectura, sus paseos matinales y discutir sobre política. Con la pandemia estoy muy atenta y cuidadosa sobre él; sobre todo me cuido muchísimo para no contagiarme y ponerlo en peligro a él. Salgo lo imprescindible.
Retomó sus paseos matinales desde la desescalada tomando todas las precauciones. Cuando regresa a casa le desinfecto la ropa, las suelas de los zapatos y su bastón. Le compro libros de sus autores preferidos que los lee por las tardes. A veces tenemos conversaciones sobre historia, geografía y sobre todo sobre ciencia junto con mi hija (yo soy Técnica Superior de Laboratorio Químico y mi hija graduada en Química) para, enseñarle lo que nunca pudo estudiar por circunstancias de la vida; él solo hizo estudios primarios.
También soy cuidadora “a distancia” de mi madre que tiene 91 años y que vive en Argentina. Mis padres están separados hace más de 35 años y se llevan maravillosamente. Llamo a mi madre casi todos los días gracias a las nuevas tecnologías (whatsapp) porque ella vive sola en su ático. A pesar que Argentina lleva más de 4 meses de cuarentena y que las personas mayores no pueden salir de sus casas todavía, ella lo lleva bien. Hace 13 años que no la veo desde la última vez que vino a España y por mi situación laboral (desempleada de larga duración), no puedo permitirme pagar un billete para viajar a verla.
Yo estoy encantada de la vida de poder cuidar de mis padres y que Dios o el destino les mantengan con tan buena salud. En esta situación de crisis sanitaria que estamos viviendo doy todo mi esfuerzo para protegerlos y asegurarles un vida plena, feliz y saludable con esos pequeños gestos diarios que engrandecen al ser humano.