Jamás pensé que me gustaría tanto dedicarme a esta profesión.

Había una vez una mujer de 38 años que llegó a un nuevo país, dejando toda una vida detrás, una carrera profesional, amigos, todo un pasado para comenzar de nuevo, en un lugar lleno de prejuicios, los cuales tuvo que ir bandeando para lograr subsistir con sus padres y su hijo de 4 años.

Sin percibir que esos pequeños despistes pudieran anticipar la mayor lección de mi vida, me vi como raptada en un proceso de maduración acelerado, que no ausente de dolor, me lleva a considerar lo frágil que significa estar viva.

Soy Montse Rodríguez, tengo 51 años y desde hace 4 soy cuidadora de mi mamá de 88 años con alzhéimer y de mi hermano recientemente fallecido hace justo hoy un mes con 53 años.

Soy enfermera en un hospital de la Comunidad de Madrid. Llevo 12 años trabajando en este hospital. Han pasado multitud de pacientes por mis manos, multitud de historias, multitud de situaciones… Han pasado años desde que aquel paciente cambiase mi manera de ver la vida, y aun así sigo teniéndole presente como si fuera ayer cuando entró por primera vez en aquella Unidad de Cuidados Intensivos Respiratorios

Me presento, mi nombre es Paco, soy el esposo de Amalia, y debido a su enfermedad, desde hace 7 años, también soy su cuidador, su boca, sus ojos, sus pies, sus manos y… puede decirse que somos como una misma persona.