Son las 11:00 de la mañana, van llegando son puntuales, se sientan en la sala de espera de mi consulta, esperando que sea la hora para pasar a la sala dónde nos reunimos, se saludan, aquí ya empiezan a acompañarse, comienzan a compartir, se interesan y se preguntan qué tal han pasado la semana.
Hoy se incorpora una mujer, “me llamo A, cuido a mi marido con Alzheimer desde hace 7 años, mi hija al enterarse de la existencia de este grupo de autoayuda, casi me ha obligado a venir, mis hijos tienen sus vidas, intento no molestarles, mis días transcurren cuidando a mi marido, me siento triste, cansada, sola, sin esperanza, mi marido no va a mejorar”.
Se van presentando todas las personas que hoy asisten (8 mujeres y 1 hombre). Le explican que es lo que hacen en el grupo:
“Aquí nos ayudamos, aquí lloramos, aquí reímos, aquí nos aconsejamos, aquí nos escuchamos, aquí nos desahogamos y es aquí donde sentimos que nos entienden, porque todos vivimos situaciones parecidas”.
Qué bien define qué es un grupo de autoayuda.
Tras las presentaciones, les pregunto “¿qué tal habéis pasado la semana?”, la primera respuesta es “bien”. Según transcurre la reunión comentan “bueno…” empiezan a abrirse, a contar como han pasado la semana. Podéis hablar sobre “lo bueno que hayáis vivido esta semana”.
Expresan: “nada me ha salido bien”, “no tengo nada bueno que contar”, poco a poco consiguen compartir algo bueno con el grupo:
- “He bailado con mi marido”
- “Mis hijos han encontrado a una cuidadora para ayudarme con mi marido”
- “Desde que participo en el grupo de personas con Diabetes, he conseguido bajar los niveles de azúcar. Aún no me he pesado, pero me siento mejor que antes”
- “Mi hija ha venido a verme”
- “Mi marido falleció hace 6 meses, dice B, cada día que pasa me acuerdo más de él, no me gusta estar sola, me encerré con él porque no quería salir y fue ahí donde se acabó mi vida”
B le dice a C, “te admiro por tu fuerza”
C le responde a B: “vas a tener que convivir con lo que te ha pasado”
C, expresa, “ante la muerte de la persona que cuidamos, convivimos con el dolor, la tristeza y la soledad, sentimientos a los que no podemos acostumbrarnos ni tampoco evitar, simplemente nos adaptamos y acostumbramos a ellos, aceptando una situación que duele y que es permanente”.
E, dice, “dejamos de cuidarnos, nos preocupamos por todos, a veces de manera absurda. Me gustaría ser capaz de valorar mi actuación como cuidadora de manera más positiva, sin pensar tanto en posibles errores o decisiones no tomadas”.
Refiriéndose a la lucha contra la edad y la enfermedad. F, comenta, “los primeros años, he podido afrontarlo y asumirlo de forma positiva y con buena actitud, pero el paso de los años me ha afectado y llegan épocas en las que se hace muy difícil luchar”.
I, manifiesta, “llevo gran parte de mi vida cuidando, he cuidado a mi madre y ahora a mi marido. ¿Cómo podéis aguantar y sacar energías?”
J, responde, “no sé, pero las sacas, ellos te dan fuerza para cuidarles”.
A, comenta, “quién nos cuida a nosotras”.
V, comparte, “mi madre ya no era mi madre, era una señora a la que no conocía y tenía que cuidar, la enfermedad hace muy difícil mantener el cariño y apego a la persona que se cuida”.
Algunas de las frases compartidas durante la reunión:
- “No estoy viviendo, estoy viendo pasar los días”
- “En algún momento esto te destroza la vida”.
- “Te absorben”, “se vuelven egoístas y exigentes”
- “No son conscientes de nuestro sufrimiento”
Enfermera – “A mí, personal y profesionalmente me han ayudado a crecer, he aprendido de su generosidad, fortaleza y renuncia. Han influido en mi alta motivación para continuar buscando otras formas de cuidarlas. Me siento valorada y muy querida”.
Mujeres y hombres que cuidáis con amor, ternura, generosidad, respeto, sin esperar nada y dando tanto, tanto, que os olvidáis de cuidaros. Gracias por la suerte que he tenido de conoceros, os admiro profundamente, me fascina vuestra fuerza.
“Cuidar y Cuidarse con sentido común aporta grandes beneficios”