Esta es la historia de los últimos seis años vividos como cuidadora oficial de una gran mujer.

Ring ring... suena el móvil en un día del mes de octubre de unos cuantos años para atrás. Era mi madre que con voz de agobio me dijo:

- ¿Tú me vas a poder cuidar como hasta ahora y lo que necesite según sea más mayor?-

- ¿Por qué preguntas esto y por qué lloras?-

- Tus hermanos me quieren llevar a una residencia o centro de día y yo no quiero-

- No te preocupes ya sabes que donde estés tu, estaré yo para cuidarte y tranquilízate, vuelvo pronto para hablar con ellos-

Efectivamente, a los pocos días de esta conversación telefónica con mi madre, nos reunimos los tres hijos y el resultado fue catastrófico, no querían colaborar de ninguna manera en el cuidado de esta gran mujer que era nuestra madre y con unas palabras muy poco acertadas por su parte, me fui de aquella reunión familiar.

De este modo nos enfrentamos mi hija y yo a un destino especial, en solitario y con una carga emocional muy negativa, sin ningún apoyo exterior y organizando la casa familiar, de tal modo que pudiéramos seguir viviendo con cierta calidad de vida, sobre todo para mi madre y abuela de mi hija Teresita (creo que es el momento de deciros que está diagnosticada de Síndrome de Down con un 75% de discapacidad) es muy importante deciros que esta niña, hoy ya mujer adulta, fue criada por mi madre en los primeros años de su vida lo que facilitó que me pudiera dedicar a la creación de una Fundación dedicada a la atención de personas con discapacidad que a día de hoy es pionera en la Comunidad de Madrid. 

Cuando le dije a mi hija que necesitábamos la abuela y yo su ayuda me dijo estas palabras:

- “Mami no te preocupes puedo hacer muchas cosas que he aprendido en la fundación” y repartimos una gran parte del trabajo; cogía el teléfono, llevaba agua a su abuela, cogía el pan cada mañana, regaba las plantas del jardín y un largo etcétera de pequeñas ayudas que todas juntas fueron un gran apoyo, así y con varios momentos de apoyos profesionales vivimos seis años.

 

¿Cuántas lagrimas lloramos las tres? Muchas y muy frecuentes, pero en esos momentos siempre ''nuestra niña'' decía algo así como -¿por qué lloráis? la abuela está aquí muy bien en su casa, las tres somos un equipo, poner un poco de alegría…-

Un día la abuela dejo de estar en su casa y el equipo desapareció, nuestra niña lloro y todo termino, solamente de vez en cuando pregunta ¿seguirá estando en el cielo la abuela?