Estás sentado en el sofá, frente al televisor. Te levantas apresurado para ir a la cocina, llegas a la puerta de la cocina y... ¡no recuerdas qué ibas a buscar! ¿A quién no le ha pasado esto? Todos hemos experimentado alguna vez lo que yo llamo olvidos cotidianos. En realidad, se trata de los considerados como olvidos benignos.
- Clase recomendada: Cómo prevenir los olvidos cotidianos
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Durante toda nuestra vida podemos vivir multitud de situaciones como estas pero, ¿qué ocurre si nos acercamos a la edad de jubilación, o si ya pasamos de los setenta?Enseguida surgirían las preocupaciones por nuestra salud cerebral y por el funcionamiento de nuestra memoria.
El aumento de casos de personas afectadas por demencia, sobre todo de tipo Alzheimer, ha hecho surgir una preocupación cada vez mayor sobre el funcionamiento de la memoria. Conviene saber cuándo debemos preocuparnos.
Para conocer más acerca de los olvidos benignos, no te puedes perder la Masterclass 'Cómo prevenir los olvidos cotidianos', impartida por Lucía Pardo, Licenciada en Psicología y Máster en Psicogerontología, obteniendo el Premio Extraordinario. Cuenta con experiencia laboral en la atención psicológica a personas mayores y en situación de dependencia, así como a niños, adolescentes y adultos. Es la creadora y administradora del blog sobre psicología y envejecimiento 'Sumando canas, sumando experiencias'.
Con nuestra memoria, saber es poder
Con la edad, algunas de nuestras funciones cognitivas se conservan estables o incluso mejoran. Un ejemplo de ello sería la llamada inteligencia cristalizada, que hace referencia a todo el conocimiento que hemos acumulado a lo largo de nuestra vida. Sin embargo, con el paso de los años también sufrimos cierto deterioro en algunas otras funciones cognitivas. Algunas de ellas son, por ejemplo, la velocidad a la que procesamos la información o la memoria de trabajo. Esta última hace referencia a la capacidad que nos permite manejar la información, trabajar con ella en un corto espacio de tiempo. Es la que utilizamos, por ejemplo, cuando hacemos un cálculo o cuando tomamos una decisión.
Además de la memoria de trabajo, existen otros tipos de memorias. En conjunto, la memoria constituye un proceso complejo, en el que participan diferentes áreas de nuestro cerebro y que está formado por distintas fases -desde que memorizamos una información hasta que la podemos recordar.
Como se dice, saber es poder. Conocer cómo es nuestra memoria nos puede ayudar a diferenciar entre un funcionamiento normal y patológico. Es decir, entre los olvidos que nos deben preocupar y los que no. Algunas pistas que nos pueden ayudar son la gravedad del olvido y el grado de conciencia que tenemos acerca del mismo.
Estrategias de prevención para los olvidos cotidianos
Saber más acerca de nuestra memoria también nos puede ayudar a mejorarla y prevenir los olvidos considerados benignos. Y es que su funcionamiento se puede ver interferido por diferentes factores. La mayor parte de ellos se pueden controlar y es de ahí de donde nacen las estrategias de prevención. Algunos de estos factores pueden ser, por ejemplo, la alimentación o el estado emocional. Mantener una alimentación saludable permitirá que nuestro cuerpo, y en concreto nuestro cerebro, obtengan los nutrientes necesarios y puedan trabajar de forma óptima.
En definitiva, tengamos la edad que tengamos, nuestra memoria puede fallar. Los olvidos pueden ser totalmente benignos y la buena noticia es que podemos prevenirlos. Cuidar nuestro cerebro, y nuestra memoria, es también importante para nuestra salud general.
Si quieres saber más sobre los olvidos benignos, recuerda que tienes una cita con Lucía Pardo el próximo 21 de diciembre en la Masterclass 'Cómo prevenir los olvidos cotidianos'.