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Los médicos internos residentes (MIR) son los profesionales sanitarios que, tras superar una exigente prueba de acceso, realizan un periodo de formación especializada en hospitales y centros de salud durante cuatro o cinco años.

Durante este tiempo, adquieren los conocimientos, habilidades y actitudes necesarias para ejercer su especialidad con calidad y seguridad. Sin embargo, el sistema MIR español presenta numerosas dificultades y deficiencias que afectan negativamente a su formación, el bienestar y el futuro laboral de estos médicos. En este artículo, se analizan los principales problemas que sufren los MIR, desde que comienzan a estudiar medicina hasta que terminan su residencia; y se proponen algunas posibles soluciones.

El calvario de los MIR: un camino lleno de obstáculos, precariedad y frustración

El primer obstáculo que se encuentran los aspirantes a MIR es el acceso a la carrera de medicina. Se trata de una de las titulaciones más demandadas y con mayor nota de corte en España, lo que implica una gran competencia y un alto nivel de exigencia académica. Según el Ministerio de Educación, en el curso 2023-2024, la nota media de fue de algo más de 13 sobre 14, siendo de las más altas de todas las carreras universitarias. Esto significa que solo los mejores estudiantes pueden optar a esta carrera, lo que supone una gran presión y frustración para muchos jóvenes que ven truncadas sus vocaciones.

Una vez dentro, los futuros MIR deben afrontar un plan de estudios muy extenso, complejo y cambiante, que abarca todas las áreas de la ciencia médica. La duración de la carrera es de seis años, en los que se combinan asignaturas teóricas, prácticas clínicas, trabajos de investigación y estancias en hospitales y centros de salud. El volumen de contenidos y la carga de trabajo son muy elevados, lo que les obliga a dedicar muchas horas al estudio, tanto dentro como fuera de las aulas. Además, la carrera de medicina tiene un coste económico considerable, tanto en las universidades públicas como en las privadas. Según el informe de la Conferencia de Decanos de Facultades de Medicina Españolas, el precio medio de un año de estudios en una universidad pública fue de 1.665 euros en el curso 2019-2020, mientras que en una privada fue de 18.000 euros. A esto, hay que sumar los gastos derivados de los materiales, los libros, el transporte, el alojamiento y la manutención.

El acceso a la carrera de medicina se convierte en una carrera de obstáculos que genera presión y frustración, dando inicio a un camino lleno de precariedad y sacrificios que se deberían de evitar, en beneficio del servicio público de salud.

El Desafiante Examen MIR y las impugnaciones

Tras obtener el título, los graduados deben enfrentarse al examen MIR, una prueba selectiva y competitiva que determina el acceso a una plaza de formación especializada. El examen consiste en 200 preguntas tipo test, con cuatro opciones de respuesta, que abordan todas las especialidades de la medicina. El examen se realiza una vez al año y tiene una duración de cuatro horas y media. La nota final depende en un 90% del número de acierto en el examen MIR, y en un 10% de la nota media de la carrera; además, influyen el número de aspirantes y el número de plazas ofertadas. Para preparar el examen, los aspirantes suelen dedicar entre siete y diecisiete meses de estudio, en los que repasan toda la carrera y realizan simulacros de la prueba. Muchos de ellos recurren a academias o cursos específicos, que suponen un desembolso económico adicional. Durante este periodo, los aspirantes sufren un gran estrés, ansiedad y aislamiento social, que pueden afectar a su salud física y mental.

El examen MIR es una prueba de gran complejidad y dificultad, que requiere de un alto nivel de conocimientos, habilidades y competencias por parte de los aspirantes. Sin embargo, el examen no está exento de errores, imprecisiones o ambigüedades, que pueden perjudicar a los candidatos y alterar el resultado final. Cada año, tras la publicación de las respuestas provisionales del examen, se abre un plazo de tres días hábiles para que los aspirantes puedan presentar reclamaciones o impugnaciones a las preguntas que consideren incorrectas, injustas o inadecuadas. Estas impugnaciones deben estar fundamentadas en evidencias científicas, bibliográficas o normativas, y son valoradas por las comisiones calificadoras de cada especialidad, que pueden aceptarlas o rechazarlas. Según el informe de la Organización Médica Colegial, en el examen MIR 2020 se presentaron 2.897 impugnaciones, de las cuales solo se admitieron 15, lo que supone un 0,52% del total de impugnaciones presentadas. Esto generó un gran malestar y desconfianza entre los aspirantes, que consideraron que el Ministerio de Sanidad no actuó con transparencia, rigor y responsabilidad. Algunos de ellos, incluso, presentaron recursos administrativos y judiciales para impugnar el examen, lo que podría paralizar o suspender el proceso de adjudicación de plazas. Estas situaciones ponen en riesgo la calidad y la equidad del sistema MIR, y afectan al futuro profesional y personal de los médicos residentes, que se juegan la elección de su especialidad, su centro de formación y su ciudad de destino.

El examen MIR y las impugnaciones es un problema que hay que resolver. Se requiere claridad y responsabilidad en las preguntas, así como un procedimiento riguroso y transparente en la resolución de las impugnaciones, en aras a que no se genere malestar y desconfianza entre los aspirantes.

Los médicos residentes son profesionales sanitarios que, además de formarse en su especialidad, realizan una importante labor asistencial en los hospitales y centros de salud donde se forman. Sin embargo, sus condiciones laborales y retributivas no se corresponden con el tiempo, el esfuerzo y la inversión económica que han realizado hasta llegar a ser MIR. Según el informe del Sindicato Médico de Granada, el sueldo medio de un MIR en España en 2020 fue el siguiente por cada año de residencia:

  • Residentes de primer año: 1.245 euros brutos al mes
  • Residentes de segundo año: 1.338 euros brutos al mes
  • Residentes de tercer año: 1.459 euros brutos al mes
  • Residentes de cuarto año: 1.530 euros brutos al mes
  • Residentes de quinto año: 1.638 euros brutos al mes

Estas cifras varían según la comunidad autónoma, el tipo de contrato, el complemento de productividad y el número de guardias realizadas.

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Otro aspecto que evidencia la precariedad de los MIR es el hecho de que algunas especialidades no remuneran el quinto año de residencia. Esto ocurre en aquellas especialidades que tienen una duración de cinco años, como cardiología, neurología, oncología o cirugía plástica, entre otras. Según el Real Decreto 1146/2006, que regula la relación laboral especial de residencia para la formación de especialistas en ciencias de la salud, el quinto año de residencia se considera un periodo de perfeccionamiento, en el que el residente no tiene derecho a percibir retribuciones, salvo las correspondientes a las guardias. Esto supone una situación de injusticia y discriminación para los MIR de estas especialidades, que tienen que realizar un año más de formación sin recibir una compensación económica adecuada. Además, hay que tener en cuenta que muchos tienen una edad avanzada, en torno a los 29 años o más, y pueden tener responsabilidades familiares o personales que les impidan vivir sin ingresos.

Guardias MIR: Entre la Controversia y los Riesgos

Las guardias son uno de los aspectos más controvertidos y conflictivos del sistema MIR. Se trata de turnos de trabajo que se realizan fuera de la jornada ordinaria, en horario nocturno, festivo o de fin de semana, y que pueden durar hasta 24 horas o más seguidas. Las guardias tienen una doble finalidad: por un lado, garantizar la asistencia sanitaria continua a los pacientes que lo requieran; y por otro, complementar los ingresos de los MIR y los médicos, que ven en las guardias una forma de mejorar sus condiciones económicas. Sin embargo, las guardias también tienen una serie de inconvenientes y riesgos, tanto para los profesionales como para los pacientes. Por un lado, las guardias suponen una sobrecarga de trabajo y una alteración del ritmo biológico; pueden sufrir fatiga, estrés, insomnio, depresión o burnout, entre otros problemas de salud. Por otro lado, las guardias pueden afectar a la calidad y la seguridad de la atención sanitaria, ya que se pueden cometer errores, omisiones o negligencias debido al cansancio, la falta de concentración o la pérdida de reflejos. Estos errores pueden tener consecuencias graves para la salud o la vida de los pacientes, que pueden recibir un diagnóstico erróneo, un tratamiento inadecuado o una intervención quirúrgica defectuosa. Por todo ello, muchos expertos y organizaciones médicas consideran que el sistema de guardias es inhumano, ilegal e ineficiente, y que debería ser sustituido por otro modelo que garantice el descanso y el bienestar de los profesionales y la calidad y la seguridad de los pacientes.

Los médicos residentes se enfrentan condiciones laborales y salariales injustas, mientras las guardias, a pesar de ser una fuente de ingresos, se tornan en un debate sobre la inhumanidad y la seguridad en la atención sanitaria.

Salarios Insuficientes y Fuga de Talento

Los médicos que han finalizado el MIR y que se incorporan al mercado laboral se encuentran con otra realidad desalentadora: el bajo sueldo medio de un médico en España. Según el informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), el salario medio anual de un médico especialista en España en 2019 fue de 64.423 euros, mientras que el de un médico general fue de 53.769 euros. Estas cifras sitúan a España por debajo de la media de la OCDE, que fue de 95.000 euros para los especialistas y de 75.000 euros para los generales. Además, España se encuentra muy lejos de otros países europeos, como Alemania, Francia, Reino Unido o Países Bajos, donde los médicos cobran entre dos y tres veces más que en España. Esta brecha salarial refleja la falta de reconocimiento y valoración que tiene la profesión médica en España, que no se corresponde con el nivel de formación, responsabilidad y dedicación que requiere. Los médicos son los SUPERCUIDADORES de la sanidad española, los que velan por la salud y el bienestar de la población, los que se enfrentan a situaciones de emergencia, de sufrimiento y de muerte, los que se actualizan constantemente y los que innovan y avanzan en el conocimiento científico. Sin embargo, su trabajo no se recompensa adecuadamente, lo que genera desmotivación, insatisfacción y deserción.

Ante esta situación de precariedad, muchos médicos españoles optan por emigrar al extranjero, donde pueden encontrar mejores oportunidades laborales y retributivas. Según el informe de la Organización Médica Colegial, entre 2014 y 2020, más de 16.000 médicos solicitaron el certificado de idoneidad para trabajar fuera de España, siendo los principales destinos Reino Unido, Francia, Alemania, Portugal e Italia. Esta fuga de cerebros supone una pérdida de talento y de recursos humanos para el sistema sanitario español, que se ve afectado por la escasez y el desequilibrio de médicos, especialmente en algunas especialidades y zonas geográficas. Esta situación repercute negativamente en la calidad y la accesibilidad de la atención sanitaria, que se ve mermada por las listas de espera, la saturación de los servicios, la falta de continuidad asistencial o la disminución de la oferta formativa. Además, la emigración de médicos supone un desperdicio de la inversión pública realizada en su formación, que no se recupera ni se rentabiliza.

La emigración de médicos españoles, impulsada por sueldos bajos y escasa valoración, provoca una fuga de talento que impacta negativamente en la calidad de la atención sanitaria, convirtiendo a España en un exportador de profesionales de la salud.

Soluciones para mejorar la situación de los MIR y los médicos españoles

Ante este panorama, se hace necesario adoptar una serie de medidas que mejoren la situación de los MIR y los médicos españoles, y que reconozcan, dignifiquen y pongan en valor su figura y su función social. Algunas de estas medidas podrían ser las siguientes:

  • Aumentar el número de plazas de medicina en las universidades públicas, para facilitar el acceso a la carrera a los estudiantes con vocación y aptitud.
  • Revisar y actualizar el plan de estudios de medicina, para adaptarlo a las necesidades y demandas actuales y futuras de la sociedad y del sistema sanitario, y para fomentar el aprendizaje integral, práctico y crítico de los estudiantes.
  • Reformar el examen MIR, para hacerlo más justo, transparente y riguroso, y para evaluar no solo los conocimientos, sino también las habilidades y las competencias de los aspirantes. Asimismo, se debería garantizar la calidad y la corrección de las preguntas, y evitar las impugnaciones y los recursos que generan incertidumbre e inseguridad jurídica.
  • Incrementar el sueldo de los MIR, para que sea acorde al tiempo, al esfuerzo y a la inversión económica que han realizado, y para que sea comparable al de otros países de nuestro entorno. Además, se debería remunerar el quinto año de residencia de todas las especialidades.
  • Regular el sistema de guardias, para que sea compatible con el descanso y el bienestar de los MIR y los médicos, y con la calidad y la seguridad de la atención sanitaria. Para ello, se debería limitar el número y la duración de las guardias, establecer periodos de recuperación, compensar adecuadamente las horas extras y garantizar la supervisión y el apoyo de los tutores y los adjuntos.
  • Mejorar las condiciones laborales de los médicos que han finalizado el MIR, para que puedan acceder a un empleo estable, digno y satisfactorio, que les permita desarrollar su carrera profesional y personal. Para ello, se debería reducir la temporalidad, la precariedad, fomentar la movilidad y la promoción, y facilitar la conciliación familiar y laboral.
  • Aumentar el sueldo de los médicos que han finalizado el MIR, para que sea acorde a su cualificación, responsabilidad y dedicación, y para que sea comparable al de otros países de nuestro entorno. Además, se debería reconocer y retribuir el mérito, el desempeño y la formación continuada de los médicos, y establecer un sistema retributivo homogéneo y transparente en todo el territorio nacional.
  • Fomentar el retorno de los médicos que han emigrado al extranjero, para que puedan aportar su experiencia, conocimiento y talento al sistema sanitario español. Para ello, se debería facilitar el reconocimiento de sus títulos y competencias, ofrecerles incentivos económicos y profesionales, y garantizarles una integración adecuada y una participación verdaderamente activa en el sistema.

Se necesitan múltiples soluciones para mejorar la situación de los MIR y los médicos españoles. No debemos olvidar que son los SUPERCUIDADORES de los cuidados sanitarios y de la atención asistencial que todos vamos a necesitar.

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Los MIR y los médicos españoles son los pilares fundamentales de la sanidad pública, que garantizan el derecho a la salud y a la vida de todos los ciudadanos. Además, son los SUPERCUIDADORES, ya que son los que tienen mayores conocimientos para transmitir la formación a todos los cuidadores, tanto familiares como profesionales, de personas mayores, enfermas, discapacitadas o dependientes. Sin embargo, su situación es de precariedad, desigualdad y de falta de reconocimiento, que les impide ejercer su profesión con plenitud y dignidad. Por todo ello, se hace necesario un cambio profundo y urgente en el sistema MIR, que reconozca, dignifique y ponga en valor la figura y la función social de los médicos residentes y especialistas, y que mejore sus condiciones formativas, laborales y retributivas. Solo así se podrá garantizar la calidad y la sostenibilidad de la sanidad pública, y el bienestar y la satisfacción de los profesionales y pacientes.

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