Las vidas que te prometí, obra ganadora de la cuarta edición del Premio Feel GoodTM, es un homenaje a las personas mayores, así como una reflexión optimista sobre el final de la vida, un momento tan importante como el principio. Conscientes de que el mañana es una frontera difusa y que la ilusión solo puede vivirse en el presente, los protagonistas de esta novela no planearán su vida, la vivirán.

 

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"Escribí esta historia por una necesidad personal de querer aportar una visión de fortaleza y optimismo en una de las etapas más complejas y duras de una vida, por el declive natural, por la pérdida de las cosas amadas y principalmente, por la soledad. Nuestra cultura a menudo disfraza u oculta la verdad de lo que es envejecer, y los mayores no siempre pueden gozar de la compañía y atención que precisan por nuestra vida de prisas y ocupaciones.

 

Solo hay que salir a la calle y pararse a observar la mirada de esas personas. Así que lo pretendía al escribir esta novela es recordarles, a todos ellos. Al cabo, ellos son nuestro pasado, presente, y futuro.

 

También pretendía remover algo en la conciencia del lector. Nadie debería irse solo, nadie debería irse desamparado. Y no me refiero al trabajo impecable de los profesionales, que trabajan para los mayores. Me estoy refiriendo a una actitud generalizada en nosotros mismos, con todas las excepciones que siempre se incluye en una afirmación así. He trabajado un relato de forma realista, evitando caer en excesos, y equilibrando emociones."

- Susana Rizo

 

 

 

 SINOPSIS DE LA OBRA

 

En una residencia para la tercera edad, llamada El Hogar, se instala una guardería donde ancianos y niños convivirán durante unas horas al día. Con la llegada de los pequeños, muchos de los residentes hallarán nuevas alegrías y motivaciones que despertarán en ellos emociones dormidas. En El Hogar vive Ingrid, una sensible y reflexiva anciana que entablará una entrañable amistad con Max, un imaginativo niño de cinco años. La relación entre ambos se irá intensificando con el tiempo, creando un nexo a base de afecto, confidencias y aprendizaje mutuo, más allá de la edad que les separa. Dos mundos aparentemente tan alejados, pero tan próximos entre sí.

 

Se trata de un homenaje a todas las personas mayores, así como una reflexión optimista sobre el final de la vida, un momento tan importante como el principio. Conscientes de que el mañana es una frontera difusa, y que la ilusión solo puede vivirse en el presente, los protagonistas de esta novela no planean su vida, la viven.

 

La historia está inspirada en una residencia que existe en Seattle llamada Providence Mount St. Vincent, donde niños y ancianos conviven gracias al programa Intergenerational Learning Center.

 

 

 SELECCIÓN DE REFLEXIONES DE LA OBRA

 

Tan solo un gesto les parecía suficiente para ser felices. Una sonrisa ante un cumplido. Una llamada de teléfono, una visita sin reloj, un paseo sin excusas

 

Ser feliz o dar felicidad consistía en cosas simples e insignificantes, y enormes a la vez

 

Solemos quedarnos con el final de las historias, pensaba ella. Aunque, en realidad, un mal final no quita lo bueno que fue el mientras tanto.”

  

Los mayores nos quejamos de las cosas que hemos perdido, pero solemos olvidar que antes de perderlas las tuvimos. Eso es lo que verdaderamente cuenta, pues en realidad todo es fugaz.”

 

Para más información pueden dirigirse a Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

 o llamar al teléfono 915 674 472.

 

Fotografía de la autora en la portada: Laia Sabaté.