Marzo 17 del 2019, fue el inicio del año que jamás olvidare, hasta se podría decir que fue el año del Sr. COVID donde todos estuvimos implicados de igual manera, nadie fue más ni menos y sabe Dios cuantas historias de tragedia, incertidumbre habrá detrás de todo esto, al menos tengo la certeza que muestra vida es un estado constate de cambio.

Mi historia es quizá una de las tantas que habrán sucedido simultáneamente o paralelo a la mía, pero como todo en la vida a veces lo menos divisible puede ejercer un gran cambio y girar irrevocablemente la vida de una persona, quizá, ese es el poder más grande que cada uno tenemos, poner un grano de arena en el enorme ecosistema en que cohabitamos. En ese entonces yo aún estaba trabajando como cuidadora de al que yo solía llamar el Sr. Lorca en alegoría al famoso poeta Federico García Lorca, el Sr. Lorca fue un hombre de gran talento poético y elocuencia al hablar de un alma soñadora llena de vida que tristemente vivió en el anonimato.

Recuerdo que faltaban 3 días para viajar a mi país, cuando durante la comida los medios de comunicación anunciaron que debido a un virus del que todavía no se sabía demasiado, iban a cerrar las fronteras en todo el país, fue en ese momento que sentí que el mundo se me venía encima, había planeado con tanta antelación ese viaje que me tomo meses ahorrar para poder siquiera ver un breve tiempo a mis hijos, mis hermanos, mi madre...quede en shock sin poder decir palabra alguna, con los ojos brillosos gire para ver al Sr. Lorca el cual se veía pasmado por semejante noticia de pronto me vi sola con él, nadie podría venir ni salir de casa, estábamos confinados.

A pesar del temor y la impotencia que me embargaba en ese momento, entendí que el Sr. Lorca necesitaba de mí y él era mi responsabilidad aun con la sensación de no tener certeza de cuál sería nuestro futuro si es que lo había.

Intente ser fuerte y opte por hacerlo lo mejor posible, hacerlo llevadero he intentar que el Sr. Lorca se sintiera tranquilo y protegido, como era habitual a la mañana siguiente hice el desayuno y nos sentamos en la mesa, él, cómo era usual, me recito un poema siendo tan elocuente como de costumbre a pesar de que el sufría los inicios de una demencia senil.

Ya llevaba ocho meses cuidado al Sr. Lorca, intuirán que para ese tiempo él ya me había contado la historia de su vida y muy tristemente solía recordar al amor de su vida, su amada esposa que había fallecido hace ya más de 10 años. Él nunca fue un hombre rico, sin embargo, fue listo al haber podido dejar un pequeño patrimonio para su dos hija. Desde niño tuvo un alma de artista, dominaba uno de los oficios más antiguos de nuestra civilización: la carpintería, de la cual pudo vivir y mantener a su pequeña familia, en el piso en el que vivíamos se podía admirar muchas de las piezas más curiosas hechas a mano por el mismo, prácticamente todo su piso estaba amueblado por él, entre las piezas más memorables estaba su colección de molinos en miniatura de diferentes formas y diseños, piezas únicas en verdad, a pesar de todas sus muchas cualidades en ocasiones de un momento a otro se perdía en sus pensamientos guardando silencio absoluto y una mirada en blanco, todos los días recordaba mucho a su esposa ausente, le dedicaba una canción o un poema, yo sentía que lo recitaba con mucho amor y una profunda tristeza y en ocasiones derramaba lágrimas al verlo.

La verdad sentía una gran admiración por su gran historia de amor, del tipo que hoy en día ya casi no existen, es triste pero muy cierto...agradezco a Dios por esa bella experiencia y me siento muy afortunada, gracias al Sr. Lorca entendí que la vida es bella a pesar de todo.

 

Todas las tardes a las 8 de la tarde solíamos aplaudir el Sr. Lorca y yo para apoyar y agradecer a todo el personal de salud que fueron los verdaderos héroes para todos nosotros.

Nunca perdí la fe y la esperanza, tenía la seguridad de que volveríamos a ver y abrazar a nuestros seres queridos. Salía a hacer las compras y todo lo que hiciera falta, sabía que era un riesgo, pero no tenía otra opción.

Tuve mucho cuidado con el Sr. Lorca y también con la limpieza de la casa. Un día amanecí con mucho dolor y llame a urgencias, ellos quedaron en venir a casa yo tenía casi todos los síntomas, pero no tenía fiebre, llame muchas veces siempre decían que vendrían mañana y ese mañana nunca llego.

Entonces recurrí a mis amigos y familiares, hice todo lo que me recomendaron y tome todas las medidas posibles para no contagiar al Sr. Lorca que era lo que más me preocupaba, continúe con la rutina de todos los día hasta que un día me desplome, mi cuerpo no me respondía y le rogué a Dios que me de las fuerzas suficientes para continuar por el Sr. Lorca y mi familia. Al pasar los días poco a poco me fui recuperando con el apoyo, aunque fuera solo por llamada, de los sanitarios y mi familia el cual fue el mayor impulso que me salvo la vida, a pesar de que al mismo tiempo mi madre y mis dos hermanos también tenían COVID pasando por un estado crítico sobre todo mi madre, saque fuerzas de donde no tenía y pude a través de amistades sanitarios ayudar a mi familia.

Este pasaje de la vida que nos tocó vivir servirá para que las futuras generaciones entiendan que el regalo más grande de la vida es poder vivirla con la gente amas.