Para todos, una primera vez puede ser dos cosas: Buena o no tan buena, para mí fue increíblemente buena. Mi trabajo era asistente de hogar interno en casa de Juanita, adulto mayor de 89 años de edad, inicialmente algo autónoma. Ella pasó por muchas pérdidas, un hijo, esposo y una hermana muy querida, además de un ictus.

Mis labores eran muy básicas como limpiar, hacer la compra, recoger medicinas, lavar y planchar.

Con el paso del tiempo surgen cambios y debido a una fractura en el fémur queda limitada a una silla de ruedas. Con ello la pérdida de fuerza, lagunas mentales, delirios, desorientación y úlceras por presión. En ese camino mi relación jefa - trabajadora se hace más cercana. ¿Por qué? Pues, porque Juanita de ahora en adelante dependía de alguien literalmente para todo.

La rutina pudo haber empezado en la madrugada por alguna pesadilla. No quiere volver a dormir toca tranquilizarla y esperar para levantarla a las 09:00, previamente, un ejercicio de piernas en cama, toma el desayuno, superviso los medicamentos, pasamos por la ducha en una silla adaptada para eso, la visto, peino, curo sus heridas y arreglo su maquillaje, debo decir que no hay nadie más vanidosa que ella y eso me encanta.

Cambiamos a una silla de ruedas mientras organizo la casa (limpio, friego, ordeno, etc.) ella se distrae pintando dibujos. 

Todo listo, vamos a la cita médica (exámenes o control) y después… ¡A disfrutar del paseo! Un vermut al mediodía en una terracita y encuentro con amigas, posteriormente de regreso a casa para hacer la comida. 

Claro, ahora sigo sus recetas de comidas e indicaciones aunque nunca saben igual. Una comida rica a base de proteínas y verduras, a veces algún capricho como un huevo frito con patatas fritas… ah! Y no olvidarse del postre una fruta de la temporada no estaría mal aunque prefiera una onza de chocolate.

La sobremesa con críticas a C. Arguiñano sobre los “rebujillos” que hace mientras hacemos la digestión. Os cuento un secreto, ella fue cocinera durante muchos años y hace las mejores croquetas de jamón de toda España. Pero no le digan que terminaré con brazos de fisicoculturista de tanto menear la masa.

Bueno, seguimos con la secuencia de ejercicios (brazos y piernas) para finalmente cansadita hacer la siesta en la cama y recuperar energía.

Mientras termino de organizar la cocina se oye un…Celiiiii!!!...

Y yo, ¿Qué pasó Juanita?

Ella: Deja todo y échate aquí conmigo…

Me siento un poco irritada por la mala noche. Pienso y reniego, ¿porqué no me deja sola un momento? necesito terminar de ordenar la cocina. Pero igualmente me siento a su lado, la contemplo echadita, plácidamente dormida y me provoca abrazarla pero no lo hago para no despertarla.

Cuando en eso me busca con la mano (confirma que estoy con ella) dice: ¡ay, qué bien que estás aquí! me ganan las emociones la abrazo y apapacho y el enojo se me pasó en un segundo.

 

Así es con todos, un poco posesiva y sumamente cariñosa que a veces parece sofocarte de tanto cariño.

Son las 16:00, hora de levantarse, ponerse guapa de nuevo y merendar. Bajaremos al casal de los abuelos a compartir ese momento de ocio que tanto te gusta.

Mientras tanto un paseo por el pueblo; sola, sumergida en mis pensamientos. El tiempo del descanso pasa tan rápido que llega la hora de ir a por ti; como quien recoge a un niño de la guardería me esperas con ganas y recibes con una sonrisa de oreja a oreja. Y yo también. Damos otro paseo por la plaza donde verás a tus otros dos hijos, charlamos y reímos todos.

Finalmente, el día está por terminar; ya es hora de la cena, una caldito con mucha sustancia que nunca falta ya sea invierno o verano y la medicación. Hora de ir a dormir, ponerse el pijama, el aseo y vamos a la cama con un ''buenas noches Juanita y un beso…''

 

Aquí una pincelada de mi vínculo con “la cookie” a otro nivel, algo así como el de una abuela y nieta. Es un ser maravilloso, pienso que ellos dan más amor del que damos, unas palabras o un gesto de amor, cariño y respeto nunca faltaron. Seguro que mi madre lo ve desde el cielo.

Es una vocación muy noble y gratificante. A pesar de las dificultades, momentos de impotencia ante una situación, recuerdo lo afortunada que soy de conocerte mi cookie y deseo seguir cuidándote y protegiéndote.

Gracias.