¡Luces! ¡Cámara ¡Acción!


No se trata de una película, ni nos encontramos en un plató de grabación, es solo el sencillo guion que sigue nuestra madre cada día antes de salir de casa. Pero vayamos por partes. Toca presentar a los protagonistas.


Petri, la actriz principal, es -según los papeles de su jubilación- ama de casa, aunque para ser precisos, la línea argumental de su vida ha ido más por la de cuidadora de todos y cada uno de los que la rodean. Cumplidos ahora los 65 se encarga especialmente del cuidado y atención, desde hace ya una década, de su madre -nuestra abuela-. Cleofé es una mujer dependiente de 87 años de edad, con problemas de salud mental que incluyen delirios y alucinaciones, además de dificultades en la movilidad, que hacen que su cuidado sea cada vez más ‘de especialista’, continuando con la jerga cinematográfica.


Sin ser gran amante de las nuevas tecnologías, Petri se ha aliado con ellas para dotarse de una flexibilidad que de otra manera se antojaría complicada. Mientras pone en marcha su smartphone para comprobar cuánto camina (¡cuidándose el cuidador!), revisa a través de una aplicación móvil en qué situación se encuentra la abuela. Se trata de una app que se conecta directamente a una webcam situada en el hogar para poder vigilar el estado de salud y bienestar de su madre, además de poderla escuchar o comunicarse con ella si lo desea. Esta nueva tecnología se ha convertido en sus ojos virtuales, sin necesidad de estar presencialmente las 24 horas del día y dándole una tranquilidad y cierta libertad que se traduce en salud también para nuestra madre.


No siempre ha contado con esta ventaja tecnológica. La webcam era ciencia ficción hace 18 años, cuando Petri se hizo cargo de sus suegros como si de sus mismos padres se tratara. Manejó el Alzheimer de nuestro abuelo y la trombosis de la abuela desde el desconocimiento de ambas enfermedades, pero con el esmero, la (pre)ocupación, la paciencia y el mimo de los cuidadores profesionales.


En este viaje en el tiempo, toca hacer un flashback en blanco y negro, porque su ‘profesión’ de cuidadora se remonta años atrás… Salió de su pueblo natal en la provincia de Guadalajara, con 14 años y una maleta de esas de cartón a lo Paco Martínez Soria, dirección a la capital. El objetivo era ganarse la vida cuidando a quince hijos de una misma familia, en la época en que las cuidadoras eran peyorativamente llamadas ‘chachas’, aunque en esa casa fuera tratada como igual.


En otro giro de guion, también en super 8, la mala fortuna quiso que su padre falleciera de cáncer cuando ella tenía 18 años y cinco hermanos pequeños a los que cuidar y mudar a Madrid.


Como en toda buena historia, el amor apareció en su vida años más tarde. Junto a Ángel, nuestro padre, formaría su propia familia y tendría cuatro hijos, a los que se ha dedicado en cuerpo y alma. Y tras los créditos de esta historia, la escena sorpresa: La llegada de dos nietas a las que también está encantada de cuidar y mimar.


Luchadora, valiente, protectora, cariñosa, noble, cercana, siempre dispuesta… son solo algunas de las tantas cualidades que reúne esta supercuidadora, nuestra madre, cualidades que admiramos los que compartimos con ella este largometraje, el camino de la vida.

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Dedicado a ti, mamá, con todo el cariño y reconocimiento de los que te queremos por ser una supercuidadora de niños, de hermanos, de suegros, de padres, de hijos y de nietos.

 

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