Relato cuidador profesional de Elena Benito Lara para los Premios SUPERCUIDADORES.

Cuando elegí estudiar psicología, me asaltaron multitud de dudas: no sabía exactamente cuales sería mis funciones reales, con qué tipo de personas trabajaría, se me venía a la cabeza imágenes de películas, sentía sensaciones contradictorias acerca de mi capacidad…

Pasaron los años y aprendía sobre diversos autores, teorías, enfermedades, tratamientos, habilidades… pero seguía sin saber lo fundamental, ¿cómo lo haría yo? ¿con qué población trabajaría?

Se acercaba el último año, tenía que elegir donde realizar las prácticas y me decidí por hacerlas en el ámbito hospitalario para tener la oportunidad de conocer de cerca distintas enfermedades y personas. Recuerdo el primer día llena de ilusiones, objetivos, ganas de aprender, que hoy sigo conservando. Fui rotando por las distintas áreas, acumulando experiencia profesional y personal y resolviendo duda sobre mi labor y funciones: orientar, escuchar, aliviar… de ello me di cuenta en el área de cuidados paliativos, donde tú simple presencia era fundamental para aquellas personas que pasaban sus últimos días, no solo enfermos, sino familiares que se sentían apoyados, escuchados y necesitaban tu cercanía.

Todo ello, me llevó a comenzar mi andadura profesional en instituciones para mayores, residencias, centros de día y asociaciones. Aprendiendo de cada persona algo diferente: me han enseñado a ver la vida desde su punto de vista distinto, me han trasmitido sus experiencias, recuerdos, me han enseñado a valorar la importancia del afecto, el apego, el compromiso y sobretodo la capacidad de lucha por estar en pie cada día y valorar la vida y las oportunidades que nos brinda.

A través de la labor terapéutica y de rehabilitación que llevo a cabo día a día, me doy cuenta que no se trata de poner “fichas” y realizar actividades para mejor las funciones cognitivas y/o funcionales: atención, memoria, cálculo… sino de animarles al diálogo entre ellos, a que expresen sus vivencias y emociones, con el objetivo de trasmitirles que estás ahí, no solamente para darles instrucciones para realizar una actividad, sino para trasmitirles tu comprensión y apoyo, que se sientan escuchados y que te sientan cerca y darles la oportunidad de expresarse. Muy importante, que perciban que no están solos, que son importantes y que pueden seguir disfrutado de su día a día. Y que ser mayor, no significa que la vida ha acabado, es una etapa más de la vida, que como las anteriores trae consigo acontecimientos y emociones positivas y negativas.

Aprendes de los usuarios, residentes y sobre todo de los familiares, que te enseñan y te trasmiten la capacidad de superación, sus logros, preocupaciones, tristezas y alegrías. Intento dotarles y enseñarles de herramientas, estrategias, asesorarles en los cuidados para su familiar y para ellos mismos, aliviar el sufrimiento, ... Lo fundamental es escuchar, comprender, tratar a cada familiar de forma única, hacerle ver que su historia, sus vivencias son importantes, diferentes, y trasmitirles que tienen derecho a sentirse mal, a llorar, a desahogarse y a sentirse escuchados. Acercarles a otros familiares que están en su misma situación por medio de los grupos de autoayuda, donde se sientan arropados y vean que no están solos en esta etapa de su vida. Desde mi experiencia profesional con los grupos de autoayuda, tú estás ahí como profesional para ofrecerles recursos y pautas, orientar, explicar y resolver dudas sobre la enfermedad. Te das cuenta que los profesionales son ellos, como han aprendido a lidiar esta dura batalla que les ha tocado vivir cuidando de un familiar enfermo, padre, madre, hijo,… que poco a poco van perdiendo en el proceso de una enfermedad irreversible. Todo lo que saben acerca de esta enfermedad, se han informado, han hecho cursos, han ido a charlas... todo para aprender a cuidar. No solo cuidar, sino comprender a su familiar y acercarse a él, cuando este se está alejando en un proceso de desconexión con el entorno. Te trasmiten lucha, fuerza, perseverancia e ilusión por continuar aprendiendo en tu trabajo diario, no solo como profesional sino como persona.

En todo este tiempo durante mi trayectoria profesional he aprendido que lo fundamental es tratar a cada persona como lo que es, única e irrepetible, y adaptar las pautas, estrategias y aprendizajes a esa persona y familia. Porque aunque pensemos que la historia o situación es similar, las sensaciones y experiencias vividas son propias e individuales y no debemos caer en el error de querer adaptar a la familia, paciente, residente o usuario a un tratamiento o teoría, sino valorar sus recursos y proponer objetivos de forma individual. Y lo más importante, escuchar y aprender de cada persona que nos encontramos en nuestro camino. Cada una nos trasmitirá una lección distinta que podemos incorporar a nuestra andadura por la vida profesional y personal. Desde mi punto de vista todos tenemos algo que enseñar y aportar a los demás.

 

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