Mi nombre es Fran y voy a contaros la historia que cambio mi vida: Todo empezó en el año 2014 cuando realizaba mi trabajo como auxiliar sociosanitario.
Un día entró una residente nueva llamada Pilar, desde los pocos días de conocernos notaba que tenía una conexión especial con esa persona, había un vinculo muy cariñoso y de aprecio hacia ella y lo mismo de su parte hacia mí, tenia algún problema de visión y con el azúcar también pero a Pilar le gustaban tanto los dulces que esperábamos ansiosos los domingos para, en el desayuno, comernos algún churro así sin que se dieran cuenta. Disfrutaba con el dulce, ¡había que verla!
Me contaba cosas de su vida, de su marido ya fallecido Manuel y, sobre todo, historias de sus nietos a los cuales adoraba. Su nieto David solía venir muy a menudo y nos contaba historias de una vaca llamada Vergelina que de pequeño casi lo pilla en el pueblo; su nieta Sonia venía también muy a menudo aunque por su trabajo le era un poquito más complicado. Por no hablar de sus hijos: Daniel, el cual todos los días iba a verla y adoraba a su madre, algo que se notaba en los gestos de cariño, cómo le hablaba y los gestos hacia ella al igual que su mujer Pilar, una familia encantadora. Lo mismo que sus otros nietos y su otra hija, esa clase de personas que sabes que son muy buena gente y te hacen sentir de verdad que tu trabajo sí que sirve para algo.
Recuerdo que la primera vez que tuve que cambiar y asear a Pilar. Tenía una vergüenza que me decía: "Esto no se lo cuentes a nadie, ¡eh!". Recuerdo cuando su nieto Jonathan fue padre y trajeron al pequeño a la residencia para que lo conociera. Pilar no veía nada y verla cómo sostenía al pequeño en brazos era entrañable, se confundía alguna vez por dónde cogerlo ya que no veía la mujer así que tampoco lo tenía mucho en brazos.
Recuerdo también cuando le daba de comer y ella ponía su mano en mi cabeza y me hacía como caricias y me decía: "No, no, no me des mas puré Fraaaaa", ya que le costaba pronuncia mi nombre bien. Me llamaba "Fraaaa". Recuerdo cuando por las noches se hacía alguna cosilla en el pañal y yo ya lo sabía porque me la encontraba tapada hasta la cabeza y todo con la sabana y me decía: "Nada nada, ¡ay que vergüenza!". Yo le decía: "Vergelina, que no pasa nada". Nos reíamos un rato y le hacía gracia lo de Vergelina por la vaca.
Recuerdo que tras unos días en cama en los que estuvo un poco malita hicimos una fiesta hawaiana en la residencia y cómo le levantamos, peinamos y se vino al jardín con nosotros y bailamos un par de canciones. Me decía: "¡Ay si nos viera el Manuel, madre mia!".
Fueron pasando los meses y la relación que mantenía su familia conmigo y al revés era cada vez más cercana, como si todos fuéramos una misma familia que es lo que debería ser siempre. Recuerdo muchas visitas de su nieta Sonia (una chica muy guapa por cierto). Después de muchos momentos buenos también hubo malos. Pilar se puso enferma un par de veces y en diciembre de ese año falleció. Fue un golpe muy duro ya que a las personas que terminas queriendo duele siempre y más por su familia, porque le adoraban. Pasó poco tiempo desde que su familia se puso en contacto conmigo para agradecerme todo lo que había hecho por Pilar. Nada tenían que agradecerme.
Tanto su hijo Daniel como su mujer Pilar vinieron a la residencia a agradecerme personalmente y me trajeron un detalle que guardo como un tesoro. Al poco tiempo su nieta Sonia se puso en contacto conmigo después de serle difícil que le dieran mi teléfono ya que mis jefes no se lo dieron. Fue por medio de una compañera ya que para ella venir a la residencia le era muy difícil: muchos recuerdos. Es normal, fueron momentos difíciles. Al final se puso en contacto conmigo y hablamos y hablamos y seguimos hablando, creando una magia extraña, algo estaba pasando y así era que hablamos mucho. Fuimos quedando un día, otro día y al final lo que pasaba que nos estábamos enamorando. Me enamoré de la nieta de Pilar y ella de mí. Este pasado diciembre nos casamos con presencia, en parte, de Pilar.
Me cuenta ahora mi familia que Pilar les decía: "A este chico le tenemos que dejar herencia". Y qué razón tenía, una mujer maravillosa y una familia estupenda. Ninguna herencia podría ser mejor, sé que donde esté Pilar estará cuidando de su familia y en gran parte con nosotros porque su nieta terminó viviendo en casa de Pilar que es ahora donde vivo yo con mi mujer Sonia, la mejor herencia de mi Vergelina Pilar. Estés donde estés gracias por cruzarte y formar parte de mi vida.