Un buen día esta enfermedad llamó a mi puerta, la peor experiencia que puede tener una persona, algo que nunca desearía a nadie. Destroza a la persona que lo padece y muere por dentro la persona que se encarga de su cuidado en cuerpo y alma las 24 horas del día.
Puedes trabajar o no con personas con demencia pero si la padece algún familiar tuyo, padre, madre, abuelo,... no tiene importancia el parentesco, es, horrible. Nadie nadie merece pasar por esto. Si crees que lo vas a superar algún día estás equivocado, jamás se puede superar, tan solo aprendes a vivir con ello, y el paso del tiempo va amortiguando el golpe.
Es imposible saber ni comprender si no lo has vivido, nadie puede llegar a entenderlo.
Para poder cuidar bien es imprescindible cuidarte, es algo de lo que se habla mucho, pero que no es tan fácil como se propone. Para ello:
Primero. Debemos tener ayuda familiar o de fuera, profesional y sanitaria.
Segundo. No siempre contamos con esta ayuda y si es así es muy difícil cuidarse, pero sí, se sacan fuerzas. No sé muy bien de donde, porque esta situación tan terrible te hace madurar y te da mucha fuerza. Sólo Dios sabe cómo la necesitas. Le suplicas y tan solo te conformarías con un "¿Qué tal estás? ¿Cómo te sientes? ¿Necesitas algo?". Tres frases que parecen tan sencillas y que son tan difíciles de pronunciar.
Tú te sientes morir por dentro, se te rompe el alma cada día viendo como tu ser querido va perdiendo cosas tan básicas como no poder arreglarse, vestirse, caminar, hablar, recordar, y tantas y tantas cosas que él mismo no puede comprender qué le está sucediendo. Esto le hace sentirse deprimido, ansioso, irritado, enfadado alterado, y tú te desbordas porque no sabes ni puedes llevar la situación nueva en la que te ves metida/do y de la cual no crees poder salir.
Hasta que te vas informando y consultando sobre este terrible tema y empiezas a comprender, entender y saber llevar la situación y también a tu ser querido. Ahora ya sabemos cuidarle pero, ¿podremos llegar al final? Esa es la pregunta del millón.
Hay personas que no pueden y deciden llevar a esta persona a una residencia. Yo no lo quise hacer y la cuidé en casa. ERA MI MADRE, la persona que me trajo al mundo, la persona que me enseño a hablar, caminar, comer, que me educó, me dio sabiduría para crecer con unos valores, con unas actitudes, a ser humilde, a ayudar al prójimo, a ser buena persona, a estudiar y a formarme un futuro. Me cuidó cuando enfermé, y un largo etcétera. Al igual que me enseñó y ayudó a crecer, ¿ella acaso no merece que yo le cuide, le asee, alimente, cure y ayude a pasar a un lugar mejor para que descanse en toda su eternidad?
Yo creo que sí, al menos yo lo vi en ella cuidando de sus padres y suegros.
También hay que decir lo verdaderamente triste que es ver como tu madre, padre,... deja de reconocerte. Te confunde con otra persona y no recuerda nada. La enfermedad se va llevando poco a poco a esa persona y tú no puedes hacer nada. Eso te destroza el alma, por ello no se puede olvidar nunca. Sólo te queda y es mucho, el recuerdo del cariño, los besos y abrazos que te dio día a día. Porque no puede saber ni recordar quién eres cómo te llamas pero sí sabe que eres la persona más cercana a ella, quién la está cuidando cada día y entregando su amor. Eso es lo que te queda para toda la vida Y por ello te cambia de una manera espectacular que nadie puede comprender.
Puedo asegurar que te hace mejor persona, más humilde, y te aporta unos valores muy distintos de cosas para apreciar aquello que realmente tiene importancia.
Después, los cuidadores somos olvidados. No está valorado ni pagado el trabajo sacrificio que pasas siendo cuidador profesional, familiar o como quiera que seas. Nadie te recuerda por lo que has hecho ni ven los cambios en tu persona. No lo entienden. Yo estoy muy contenta y agradecida de este cambio, me siento llena por dentro, feliz y mejor persona.
Esta candidatura VA DEDICADA A MI MADRE QUE AHÍ DÓNDE ESTÉ ESTOY SEGURA LA ESTA LEYENDO Y ESTÁ MUY ORGULLOSA DE MÍ.
UN BESO MAMÁ, TE QUIERO.