Begoña se enfrentó al Alzheimer como cuidadora familiar. Si quieres votar por su relato compártelo por las redes sociales.
Aún recuerdo esos momentos de cariño y ternura. Sin saber quién te hablaba me cogías la mano, la besabas y sonreías.
Tan cercano como siempre a pesar del Alzheimer que no pudo robar tú esencia personal, pero si tu libertad porque cuando observabas desde tu ventana las hojas caer tendías tu mano para poderlas coger y te dabas cuenta que ellas volaban libres como antes tu mente lo hacía.
Al comenzar tu enfermedad para ti todo cambió, recordabas tu adolescencia y juventud y olvidaste tu vejez.
Aún recuerdo cuando veíamos juntos la tele y yo reía con tus ideas, ¿desde cuándo los animales hablan en la tele? Decías.
Aún recuerdo y sé que donde estés tú recuerdas lo mucho que nos querías.
Nos enseñaste a apreciar y valorar a las personas como tú, con sus virtudes y defectos, en los buenos y malos momentos. Por ello agradezco el haber tenido la oportunidad de compartir aquel tiempo junto a ti.
Sin saberlo uniste a toda la familia para cuidarte, sacando todo lo mejor que había en nosotros para darte la mejor calidad de vida que merecías.
Hoy en día eres la fuerza que me inspira para continuar adelante, aunar esfuerzos y seguir formándome como cuidadora profesional.
He llegado a la convicción que con una adecuada formación más mis experiencias vividas da lugar a prestar una ayuda con mayor calidad y empatía.
Aún recuerdo tu legado, “la afectividad es el lazo que nos une a la vida”.
Begoña García Luís
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