José Manuel es cuidador familiar. Tuvo que despedirse de su madre enferma de cáncer y decidir cómo cuidar a su padre. Si quieres votar por su relato compártelo por las redes sociales.
“Quiero pensar que Dios actúa de misteriosas maneras y que nos pone las cosas tal como a él le son agradables y para nuestro bien.”
Ante el cáncer de páncreas ya nada se puede hacer.
“Hijo, por favor, no dejes a tu papá”. La mirada de mi madre me indicaba todo. La esperanza en sus ojos fue lo que me impulsó a seguir adelante. Fue así como inicié la búsqueda en casas de reposo para adultos mayores, para poder continuar cuidando de él. Afortunadamente logré obtener un espacio en alguna de ellas. “Sr. José Manuel, ya está todo listo, puede traer a su papá”
No había mucho que empacar. Hablé con mi papá, quien a sus 72 años me escuchaba y repetía: “no llores hijo, mamá estará bien”.
“Sí papá, ella estará bien, pero ya no podrá cuidar de ti, ahora somos tú y yo. Obedece, por favor, estarás en un mejor lugar. Hay un jardín muy grande”. Él me respondía: “sí hijo, donde haya mucha paz y tranquilidad. Sí, quiero ir”.
Esa decisión estaba cambiando nuestras vidas. Llamé a mi hermana la mayor para comunicárselo y que supieran donde estaría mi papá. Sabía que esa lucha era mía, no por adjudicármela, sino porque el sentido de la responsabilidad es algo que no se nos reparte a todos. Ya el tiempo se encargaría de todas nuestras actitudes hacia los demás.
¿Qué pasa por la cabeza cuando hay que llevar a tu papá a una casa de reposo para que cuiden de él? No hay mucho tiempo de pensarlo. Mi madre se moría y era urgente que la atendieran, las indicaciones de los médicos eran contundentes: cáncer de páncreas y cirugía de Whipple como única opción de cuidados paliativos. “El cáncer es un hecho, no podemos salvarle la vida, podemos disminuir el daño provocado mediante una cirugía de alto riesgo, tu mamá puede morir en el quirófano y solo depende de ella decidir”.
Perdía el suelo, toda sensación de seguridad. Me sentía caer en un vacío, debía volar y demostrar de qué estaba hecho. “Hijo, ya me explicó el doctor acerca de la cirugía, me estoy muriendo y si está de Dios acepto, tengo confianza en él”.
“¿Cómo está tu papá?, cuida de él, no lo dejes, yo me despido de ti hijo”. No pude articular más palabras, solo me concreté a responderle: “gracias mamá, gracias por todo. Mi papá está y estará bien, puedes partir tranquila cuando sea el momento. No te canses, es tu lucha, esta es tu batalla, es el momento de pensar en ti y estarás en ese cuerpo hasta que ya no te responda, porque el alma nunca muere, siempre se mantiene fuerte, pero llega un momento en que el cuerpo se cansa de luchar”. Finalmente falleció después de seis agonizantes meses después de una larga despedida y a su partida otro gran vacío sello mi vida, una desolación tremenda, mi cómplice, mi guía, quien me daba ánimos para hacer las cosas había partido.
Como cuidador he aprendido que damos lo mejor que podemos de todo lo que somos
Los periodos de salud de mi papá han ido en escalada, hospitalizaciones, cirugías, intervenciones, momentos en los que me he sentido desfallecer, momentos de mucha rabia y de impotencia, de cansancio, de miedo, en los que ya no puedo dar más, porque siento que he dado todo. Momentos de rabia, de enojo, de agresiones, de llanto y de melancolía.
La consigna es clara: ser responsable de tu padre en una casa de reposo implica responsabilidad total sobre él. El personal hará lo que esté en sus manos, sin embargo, la atención médica y hospitalizaciones depende de los familiares.
No sabes cómo va a responder, si en ese proceso de adaptación él estará bien. Se mezclan los temperamentos y las vidas se cruzan y se unen en ese sitio.
Debes reorganizar tu tiempo, nadie más será responsable de ti mismo. Los fines de semana ya no serán para disfrutarlos, porque muchas veces tendrás que dedicarlos a estar en el hospital al cuidado de tus padres o pendiente de proveer los insumos necesarios para sus cuidados.
Priorizas estar con las personas que realmente valen la pena. Las fiestas a altas horas de la noche empiezan a perder sentido. Debes empezar a darte tiempo, a dedicarte un par de horas al día a ti para leer, hacer deporte, cuidarte.
El aspecto económico es fundamental y siempre será motivo de conflictos y roces familiares. Aprender a priorizar gastos te puede salvar la vida. Las visitas al supermercado se limitarán a proveer solo lo necesario y debes cerciorarte de qué es lo que realmente necesitas.
He optado por cuidarme, por hacer ejercicio, por estar bien, por cuidar de mí, como nadie más lo hará.
Los conflictos no se han hecho esperar entre mis hermanos. Aceptar y llevar una responsabilidad requiere tiempo, dedicación y esfuerzo. Decir las cosas que pensamos no siempre es lo mejor, a veces hay que aprender a guardar silencio y escuchar al otro, porque todos tenemos asuntos importantes que atender, responsabilidades con nuestras propias vidas, hijos, trabajos y la responsabilidad del cuidado de uno de nuestros padres altera nuestra agenda y saben, lo más desgastante, también altera nuestras finanzas.
La distancia por vivir en otra ciudad, no estar tan pendiente como quisiera. Como cuidador también he ido aprendiendo a ser consciente de que damos lo mejor que podemos de todo lo que somos.
Ser responsable de tu padre en una casa de reposo implica responsabilidad total sobre él
Estar con mi papá me ha enseñado que el camino de la vida es complicado y que cada uno va labrando la senda que quiere y le gusta recorrer. Las lecciones han sido constantes, las experiencias gratas con él han sido vitales, aunque también hubo momentos de angustia por su salud.
A veces ya no se sabe para dónde continuar. En ese proceso no quisieras involucrar a nadie más, no quieres arrastrar a los demás en tu corriente.
Extrañamente me he convertido en un hombre de fe, pero de una fe sensata, consciente de que el esfuerzo y la dedicación marcan la pauta para que sucedan los milagros. Ya no creo en un ser superior redentor, porque me he cansado de esperar milagros que no llegan, porque sé que para que las cosas hay que luchar y concretarlas. Porque si esperas que sucedan cosas extraordinarias para que cambien las personas al único que lograrás cambiar es a ti mismo.
No concibo la idea de un ser superior enojado y castigando. Sin embargo, veo a una divinidad amorosa, que nos da inteligencia y nos da la vida. La oración es al despertar, disfrutar el amanecer y durante todo el día; al sentirme vivo. En tres años ha sido un constante ir y venir de emociones, de contrastes. El silencio y la contemplación se han afianzado en mí.
Hay cosas que debo continuar, pero aún no he encontrado el impulso que me falta. Hay momentos en que la energía se me agota. Me he planteado metas y las he logrado. Mi salud física es vital, el deporte es el motor que me impulsa a cuidarme. He logrado lo que jamás imaginé.
Quiero creer y pensar en lo positivo cuando ya no sea suficiente, cuando la vida te exija enfrentarte a lo doloroso. Para que al confrontarme a mí mismo deje de involucrar a los demás sobre mis responsabilidades. Porque cada uno decide a qué se enfrenta. Es muy fácil culpar al otro por omisiones y negligencias, sin embargo, mi reto es ser responsable de mí y actuar en consecuencia.
He llegado al momento de mi vida en donde las promesas ya no existen. Actuar por convicción, por ética, por mis valores, ya que la responsabilidad sobre el cuidado de tus padres es innata, nadie te enseñará si debes o no cuidar de ellos. Ellos cometen muchos errores y se equivocan y los hijos podemos cometer errores más graves al repetir lo que ellos hicieron.
Medicamentos, curaciones, citas médicas y consultas de seguimiento. Si no lo hacemos por nosotros mismos es algo que difícilmente haremos por alguien más.
¿Qué sigue? No sé, nada está escrito, quiero dejar que la vida me sorprenda, quiero dar tiempo en calidad y atención a mi papá. Quiero estar bien con mi familia, no hay recetas mágicas para lograrlo.
¿Qué tengo en mi vida? Amigos, consejos, apoyo, personas valiosas, ejemplos que vale la pena sean imitados, personalidades, temperamentos que enamoran y te invitan a seguirlos, inspiración, amor en mi familia y existe un vínculo poderoso que me ha unido a una gran mujer: mi esposa. Ella ha sido testigo único de mis momentos de rabia y frustración. He logrado compartir con ella lo que solo compartía en mis oraciones con Dios, lo que no le digo a nadie, lo que me duele y lo único que más deseo en este mundo es que ella esté bien.
Cuando te conviertes en cuidador priorizas estar con las personas que realmente valen la pena
Debo interrumpir esta redacción, una llamada de la casa de reposo donde vive mi papá en la cual me piden asistencia y materiales de aseo y curación. Esto es parte de lo que como cuidador debes enfrentar y resolver: viajar tres horas y por un momento pensar en mi papá y sus necesidades, a veces dejando de lado las mías o esperando el momento de poder atenderlas.
¿Qué pasa por la mente de un cuidador cuando éste tiene que llevar a una casa de reposo a su papá para que cuiden de él? ¿Cuáles son los mayores obstáculos a vencer? La respuesta no es concreta, no puede serlo. Involucra emociones, personas, situaciones, lugares, fechas y momentos.
Ahora sé que tengo un reto y una misión en esta vida: ver por mi papá, cuidarlo y poder ayudar a ancianos en casas de reposo y así repartir y dar amor a las personas que lo necesiten. Mi corazón creció y el gran amor que me invade es para repartirlo a muchas personas. Gracias a mi mamá que me delegó esta noble tarea y gracias a mi abuelita que me heredó este gran corazón.
Ahora tengo un sueño, con la ayuda y apoyo de muchas personas algún día podré ser una Asociación Civil: Dr. Burbuja.
“La responsabilidad no es algo que se reparte, solo es un don que se da a las personas capaces de hacerla valer y tú eres una de ellas, siéntete orgulloso”.
José Manuel Flores Olivares
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