Relato cuidador profesional: Yolanda Agustí

Yolanda es cuidadora profesional y ha querido escribir un relato en memoria de dos personas muy especiales Mariano Agustí Lagarda y María Alcázar Suárez. Si quieres votar por su relato compártelo por las redes sociales.

Hola a todos:

¡Quién me lo iba a decir a mí! Mi nombre es Yolanda y soy cuidadora profesional Todo empezó hace tres años, cuando mi vida personal estaba en mi mejor momento (hijos, marido...). A nivel profesional llevaba 20 años trabando en un sector nada que ver con el actual, el cual me gustaba pero como persona no me sentía realizada y lo cierto es que gracias a José he podido hacer realidad mis sueños.

Todo empezó hace tres años cuando mi padre, la persona más importante de mi vida y después de mucho tiempo sin saber de él, me llama dándome una fatal noticia: tenía cáncer.

Dedico todo el tiempo que puedo en estar a su lado, difícil pues él vive en Valencia y yo en Madrid. Intento pasar todo el tiempo posible a su lado, aunque se me hace corto y fallece el 1 de abril del 2013.

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Decido terminar de estudiar el módulo de socio-sanitaria, siempre quise ayudar a los demás. De hecho, siempre he ayudado a los demás sin pedir nada a cambio (de corazón), sin pensar en mi misma y poniéndome siempre en el lugar de los demás. Aunque es muy complicado no implicarse en los problemas de los demás y que no te afecten.

Todo empezó un 14 de enero, fecha en que comenzó mi experiencia no solo profesional sino en la que mi vida comienza a cobrar sentido. Dedicando mi tiempo a los demás, personas, la mayoría mayores, con enfermedades cognitivas y deterioro físico y mental.

Siempre quise ayudar a los demás sin pedir nada a cambio

En concreto voy a hablar de una persona muy especial para mí María, "mi abuela", mi amiga, mi confesora. Conseguí que engordara, algo sin importancia si se dice así, pero con solo 35 kilos era un gran logro.

El día a día de María era muy rutinario. Cuando llegaba a mi lugar de trabajo incluso las mismas compañeras me decían "ahí está tu abuela". Me esperaba como si no existiese ni un ayer, ni un mañana.

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Conmigo se tranquilizaba, se tomaba la medicación, me daba su mano y yo la llevaba de paseo por la resi. Le compraba algún helado en verano para merendar, pues era muy golosa, y la acostaba por las noches después de cenar. Y eso que desgraciadamente no tenemos todo el tiempo que queremos para dedicarnos a ellos.

María sabía leer y escribir, aunque se iba olvidando de ello. Por eso le compré pinturas y libros para colorear, siguiendo un patrón. Hacíamos caligrafía y leíamos revista de cotilleos. Le encantaba, aunque día a día se iba apagando un poquito más y el día 9 de este mes de febrero María se fue.

El día anterior estuve a su lado cogida de su mano y aunque ya no abría los ojos sí que me apretó fuerte la mano. Cuando le dije "María, soy Yolanda" y a las 5 de la mañana recibí la fatal noticia: María su había ido. Mi abuela de Madrid nos había dejado, parecía que me estaba esperando para despedirse. 

yolanda 4Se fue como era ella rodeada de su hija, yerno, nietos y mucha gente que la quería. Porque María se hacía querer y yo no solo la quiero, sino que intenté hacer de sus últimos años una vida más feliz, más fácil, sin sufrimientos, dándole alegría y mucho cariño.

 

Yolanda Agustí Escobar

 

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