El empoderamiento es el proceso por el cual las personas, o bien ellas mismas o formando un grupo social, fortalecen sus capacidades, confianza, visión, y protagonismo, para impulsar cambios positivos en las situaciones y condiciones vitales, en las que se encuentran.

 

Dicho proceso está directamente vinculado a la promoción, al desarrollo integral de la persona, al ejercicio de sus derechos y, en definitiva, a su calidad de vida.

 

Persigue en este sentido, aumentar el poder personal, social y/o político, de tal manera, que los individuos, las familias y las comunidades puedan impulsar cambios para mejorar sus condiciones de vida y se eliminen las discriminaciones, los estereotipos negativos, los malos tratos y las injusticias.

 

Empoderar significa también crear capacidades y habilidades para vivir bien y acertadamente

 

Todo esto se puede aplicar también a la superación de las situaciones deficitarias que se dan en las personas mayores.

 

El movimiento, referido al proceso del empoderamiento, surgió a partir de ciertos grupos sociales representados por los excluidos, marginados, injustamente tratados… que, a través de impulsos bien dirigidos, elevaron su nivel de confianza, autoestima, y capacidad para responder adecuadamente ante sus propias demandas, necesidades y deseos.

 

Se trataría, pues, de una puesta en valor y recuperación de sus capacidades y derechos.

 

Desde hace unos años, se percibe un movimiento mundial hacia la consecución de un desarrollo óptimo de las personas y de sus capacidades. Este enfoque psicosocial y humanista, concibe a la persona como un fin en sí misma, y no se plantea sólo el valorar su nivel de bienestar y calidad de vida; sino también sus capacidades, oportunidades y potencialidades como instrumentos de cambio, para vivir mejor.

 

Algunos psicólogos importantes del pasado han defendido esta visión, capitaneados por Abraham Maslow (autor del libro: “El hombre autorrealizado” y creador de la pirámide de las necesidades vitales) y otros como Carl Rogers, Rollo May, etc.; siendo todos ellos, defensores de la psicología positiva, transpersonal.

 

En el ámbito de la gerontología social y clínica actual existe, asimismo, una tendencia de promover el empoderamiento de las personas mayores en el cuidado de su propia salud, en su corresponsabilidad con los médicos y otros profesionales sanitarios, y, en el mantenimiento de su bienestar y de la autoprotección personal.

 

En esta línea de actuación, se promueve la autonomía personal, la participación activa y efectiva de las personas mayores en todos los valores y ámbitos que conciernen a sus vidas y a su propia salud

 

Pero, como el colectivo de las personas mayores puede ser de hecho, o potencialmente frágil y vulnerable, con una clara heterogeneidad; se pueden encontrar obstáculos, dificultades y limitaciones -provenientes sobre todo del deterioro de la salud y de las capacidades cognitivas- para el correcto ejercicio y cumplimiento de su empoderamiento.

 

Entre las personas mayores y los profesionales sociosanitarios involucrados en sus cuidados, se debe establecer una buena relación interpersonal (centrada en la persona), que en el caso del médico se conoce por relación médico-paciente- en la que están implicadas numerosas connotaciones de tipo psicológico, ético, social, filosófico y espiritual- por las que, si se practican correctamente en su conjunto, se consigue un despliegue óptimo e integrativo de cuidados y atenciones hacia las personas mayores.

 

Esta relación profesional e interpersonal está cambiando y se está perfilando cada vez mejor; olvidando las viejas actitudes paternalistas, y se están centrando más bien en las cualidades y derechos inherentes a las personas, cuales son, entre otros: el ejercicio de la autonomía personal y la libertad de tomar decisiones propias.

 

En esta línea se han desarrollado algunas normativas legales, como la ley de la autonomía del paciente, el consentimiento informado, la creación de la figura del defensor del paciente, el registro de las voluntades anticipadas sobre la muerte digna, etc.

 

Otro aspecto a tener en cuenta, es que, en dicho trato con las personas mayores, se consideren y se aprovechen al máximo las cualidades de los mayores, provenientes, sobre todo, de su sabiduría y experiencia de vida y se destierren de una vez por todas, todos los estereotipos negativos (edadismo, exclusión, discriminación, marginación…) que todavía abundan en la sociedad actual, y que perjudican mucho a este colectivo.

 

Probablemente, el arraigo firme, generalizado, sostenido de este nuevo enfoque hacia el empoderamiento en la sociedad y en el ámbito sociosanitario requiere sensibilidad, reflexión, concienciación, esfuerzo, formación, capacitación, cambio de mentalidad y de actitud… en todos los profesionales sanitarios implicados, con inclusión de los cuidadores informales o naturales, dentro de las limitaciones de comprensión y formación de éstos últimos.

 

Conclusión

En realidad, el derecho de ejercer la libertad personal y la capacidad de hacerlo correctamente, es un planteamiento ético-filosófico que ha existido siempre, pero que, en la actualidad, se proyecta sobre todo al ámbito del desarrollo personal óptimo, en la conducción acertada de la vida y su disfrute al máximo, y en la protección de los derechos de las personas y/ o de los pacientes.

 

La verdad, es que dicho hábito se debería enseñar ya desde la infancia -adolescencia, sobre todo, con el objetivo de que las personas se empoderen ellas mismas, para defender sus derechos, sus opciones y sus formas positivas de vida.

 

En este sentido, recuerdo un pensamiento muy interesante del escritor estadounidense Orison Swett Marden, quien dijo: “Si deseas triunfar en la vida, es crucial que alientes tu singularidad, tu independencia y tu determinación, para no perderte entre el gentío”

 

El ejercicio y cumplimiento de este empoderamiento al que me he referido, hay que respetarlo y cuidarlo al máximo en las personas dependientes, para asegurarles que ejerzan todos sus derechos en todos estos ámbitos mencionados

En algunos casos determinados, necesitan la ayuda y el apoyo de familiares, cuidadores, profesionales sanitarios involucrados, tutores, defensores, leyes, juristas… para conseguir estos fines.

 

En verdad, conseguir ser verdaderos inductores y conductores de nuestras propias vidas, siendo los principales artífices de ellas, constituye uno de los objetivos más nobles e importantes al que podemos aspirar los seres humanos en este mundo

 

Como clave final de mi artículo, puedo decir lo siguiente:

Para vivir con salud, bienestar, creatividad, expansión y dignidad necesitamos estar empoderados en el disfrute y posesión de esos grandes valores de la vida que constituyen la libertad, autonomía personal, independencia, autosuficiencia, elevada autoestima, disponibilidad de recursos sanitarios, sociales y culturales, formación, entorno positivo acompañante…y el respeto de los derechos humanos, tanto propios como ajenos.

 

Víctor López García

Médico gerontólogo