Sentada en frente de mí, está mi madre que pronto cumplirá 102 años, con su expresión de paz, la mirada atenta y aunque ya no habla, de vez en cuando dice frases “en el idioma que ha compuesto”, a las que respondemos siempre, porque se hace entender, aunque su “idioma”, lo desconocemos. Además, nos sorprende, con alguna palabra como: guapa, gracias y alguna sonrisa, que han sido constantes en ella, cuando no sufría deterioro cognitivo o su estado era menos avanzado.
Nos llena de alegría, porque comprobamos que vive feliz y sigue siendo la misma, buena, alegre, cariñosa, trabajadora, servicial y muy guapa.
Llevo viviendo con ella y acompañándola las 24 horas del día desde junio de 2009, (yo trabajaba y vivía en otra ciudad), tuvo una fibrilación auricular grave y una adversidad con mis hermanos, que le hacía sufrir mucho y me dijo, si podía venirme a vivir con ella.
Me di cuenta de que empezaba a tener olvidos, y a actuar como no era habitual en ella. Fui al Geriatra, que la trataba y le expliqué lo que yo notaba. Me dijo que convenía hacerle unas pruebas, porque conociendo el diagnostico, las enfermedades neurológicas, aunque no se curan, se deben tratar para que se retrasen los efectos que producen, y las personas tengan el mejor nivel de vida posible.
Hemos pasado por todas las situaciones variadas que jamás puedes imaginar, hasta llegar a ésta, en la que ya no habla, no anda, tiene rigidez en sus miembros… es dependiente total, y los médicos dicen que, vive por el cariño que recibe y lo bien cuidada que está.
Como sería demasiado largo el relato detallado, diré resumiendo, que esta aventura en la que se producen situaciones críticas porque van perdiendo poco apoco las capacidades para vivir como lo han venido haciendo.
Para cuidarles bien, es necesario mucho cariño, que conlleva sacrificio alegre y concreto, por ejemplo: un horario fijo que le ayuda a situarse en el espacio y tiempo(saca la lengua cuando le toca alguna comida), una obediencia fiel a lo que te dicen los médicos, que son muy buenos profesionales y en mi caso unas bellísimas personas, y sentido común porque el cariño verdadero es ingenioso buscando el bien de la otra persona, y llegas a hacer lo mejor para ella.
Una alteración que empezó a sufrir pronto, era levantarse por las noches y una vez se cayó. Desde ese momento me fui a dormir con ella, para evitar percances, y me esperaba con afecto y le gustaba darme la mano, aún hoy es un momento muy especial.
Hablarles siempre y hacerles partícipes de los acontecimientos positivos. No llevarles nunca la contraria, sino desde su punto de vista, con cariño, llevarles donde tienen que ir o estar, si es necesario para ellos, si no, da igual. Pedirles su colaboración, darles las gracias, decirles las mil ocurrencias afectuosas y estimulantes que se nos ocurran y puedan serles familiares. Seguir así, aunque nos parezca que ya no nos conocen, no se enteran o cosas de este estilo, que a veces se oyen por ahí.
Su bienestar, tanto físico, material, como emocional depende al cien por cien del cuidador, y este último es su motor.
El cariño es el idioma en el que todos nos entendemos, pero sobretodo, las personas que tienen disminuidas otras capacidades.