Historia de una mujer luchadora

Laura es cuidadora familiar de su abuela que ha sido una gran luchadora y casi una madre para ella. A ella es a quien le dedica este relato y este vídeo. Si quieres votar por Laura compártelos en las redes sociales.

Voy a hablar de María Montesinos Pla, mi abuela. Ella fue como una madre para mí, la que me cuidaba todos los días, la que me llevaba al parque, la que me enseñó cosas de la vida campestre y sobre todo la mujer que me enseñó a querer a la familia, porque a pesar de todo ellos siempre van a estar ahí.

Recuerdo que cuando era pequeña me encantaba dormir con ella. Era muy acogedor ya que me ponía la pierna encima para estar las dos más calentitas y todo eso seguido de un cuento al que llamaba "La historia interminable". Este cuento nunca terminaba, siempre quería saber lo que pasaba, pero o me dormía yo o se dormía ella.

Era una mujer que nunca paraba. Recuerdo que me encantaba ir al teatro con ella y verla actuar. Me lo pasaba genial, incluso una vez actué con ella. Qué bien me lo pasé, me sentía toda una estrella. Y no solo eso, también hacía manualidades con sus amigas, elaboraba flores, pintaba cuadros preciosos, jabones aromáticos...

Y todo esto lo escribo en pasado porque ella ahora vive en mi casa junto a mi familia y lo único que puede hacer es reír y lanzar besos. Es poco, ¿verdad? comparado con todo lo que hacía antes. Pero...¿conocéis a alguien que le haya pasado todo lo que le ha pasado a mi abuela en tan solo cuatro años y aún así ella vive por reír y lanzar besos? Os voy a mencionar todo lo que le pasó y como me sentía yo conforme todo esto iba pasando.

Mi abuela ha sido una mujer muy activa y aunque ahora no es lo mismo no ha perdido la sonrisa

Primero le realizaron una operación de triple baipás por el 2005. Le quitaron venas de las piernas para ponérselas en el corazón. Yo era pequeña y mi abuela me decía: "mira Laura por aquí es por donde sube la hormiguita" señalando todas las cicatrices que la operación le había dejado. De esta operación salió ilesa por suerte, pero ella sufría de diabetes y de coresterol lo que le produjo arteriosclerosis y a su vez pie diabético. Por esto, no podía caminar. Sufría grandes dolores y muchas veces la veía llorar, porque no podía más con ese dolor.

Poco después la ingresaron para realizarle un catéter y vino a nuestra casa a vivir. Mi madre le hizo un hueco en su cama para poder estar juntas y mi abuela le decía a mi madre y a mi tía: "no soy más que una carga para vosotras" . Le tenían que levantar para llevarla al lavabo, para ducharla, etc.

Después de pasar todo lo del pie diabético empezó con una diarrea crónica. En ese momento ella estaba en su casa y de vez en cuando venía a la mía. Y la diarrea crónica le produjo el primer ictus.

Ella es la alegría de la casa

Cuando ocurrió era un día normal. Vino a casa para hacernos la comida y después de comer estaba viendo la telenovela, a mi también me engancho y la veíamos juntas. De pronto llamaron al fijo de casa y al pasárselo a mi abuela no podía hablar, no podía juntar sílabas, no se le entendía. La ingresaron y este fue el primer ictus con pancreatitis.

El segundo ictus me acuerdo que estábamos en casa y mi madre siempre estaba en el hospital por las noches. Esa noche se quedó mi tía y mi madre volvió a casa, cuando recibimos la llamada de mi tía que a mi abuela le había dado el segundo ictus con ataques epilépticos. Los médicos no sabían como mi abuela seguía viva.

Y el último ictus fue en fallas. Me acuerdo que esa noche salí y a la vuelta mi hermana me dijo que le había dado el tercer ictus, pero esta vez con infarto de corazón. No sabíamos cómo reaccionar. Era inhumano, pero mi abuela fue fuerte y siguió viviendo la ingresaron en Porataceli un hospital donde le hicieron una dieta estricta y pudo salir de allí mejor de lo que entró.

Ahora vive en casa y cada vez que mi madre o mi tía la levantan y nos ve, enseguida quiere ver cómo vamos vestidos, cómo crecemos y nos pone los morritos para que le demos un beso.

La queremos un montón, es la alegría de la casa y no conocemos a alguien igual.

Laura Muñoz

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