Todos pasaremos

Gema es cuidadora profesional. Con su relato no solo quiere compartir su visión como profesional, sino transmitir que todos algún día seremos cuidados. Si quieres votar por su relato compártelo por las redes sociales.

Quisiera llegar al final de mis días sabiendo que el cuidado que he proporcionado a las personas dependientes que se han cruzado y que se cruzarán en mi camino ha sido el mejor o por lo menos que no quede el no haberlo intentado…por ellos y por mí.

Podría contar mil y una historias de mi experiencia como cuidadora profesional. Pero no puedo elegir solo una, todas me han aportado mucho y espero que yo a ellos también.

Todas las personas necesitamos en algún momento de la vida, alguien que nos cuide, alguien que nos acompañe, alguien que nos apoye y según van pasando los años esas necesidades aumentan, hasta tal punto que llega un momento que si no tenemos ese alguien ya sea cuidador profesional o cuidador no formal no podemos desarrollar las acciones cotidianas con autonomía.

Me he dedicado desde los 18 años al cuidado de las personas dependientes y tengo que decir que me siento muy orgullosa de ser quien soy. Que me siento orgullosa y valoro mucho el bienestar de esas personas que se han cruzado en mi camino, pero siempre hay algo que mejorar.

Desde que abro la puerta de mi trabajo hasta que salgo me gusta cada minuto que dedico a ello, me gusta escucharlos, me gusta ayudarlos, me preocupo de ellos, de todo lo que me cuentan. Me gusta llegar a mi trabajo y escuchar que me han echado de menos, me gusta llegar y aunque muchas veces no saben realmente quien eres cuando te ven sonríen… porque sus recuerdos sobre ti son buenos.

Intento ponerme en su lugar…no catalogo, no discrimino porque si te dedicas al cuidado de personas, ante todo son eso: PERSONAS.

Esta profesión te da muchas lecciones de humildad, cariño, respeto e intento ser mejor persona cada día. Me gusta ser esa referencia cuando tienen miedo, me gusta que me controlen si hago o no hago, que cuenten los días que no voy a trabajar.

Puedo decir que tengo errores y días malos como todo el mundo, pero intento tener siempre una sonrisa y dejar mis problemas en casa, que no noten si tengo un mal día, que no noten si estoy triste.

Ser cuidador profesional te da muchas lecciones de humildad, cariño y respeto

Si tengo que disfrazarme me disfrazo, si tengo que responder la misma pregunta cada dos minutos porque se les olvida la respondo, si tengo que sentarme a escuchar la misma historia todos los días, lo hago…¿Por qué? Porque muchas veces no es la historia en sí. Muchas veces es simplemente ese contacto, sentirse escuchado. Muchas veces es más importante el tiempo que dedicamos a escuchar que lo que les pasa realmente…

No es el gruñón de los habitación 25. No es la pesada del 18 ni la bruja del 32. Son personas que necesitan algo que muchas veces no saben expresar. Si nos detuviésemos 3 minutos a escuchar sus demandas reales, entenderíamos sus actitudes, sus miedos y sus necesidades.

Algún día seremos nosotros los cuidados y no los cuidadores. Algún día necesitaremos ser escuchados. Algún día yo seré la abuelilla que desde el sillón de una residencia esté dando gritos esperando que alguien me diga cada dos minutos la hora que es. Seré yo la abuela gruñona que todo me parece mal. Algún día seré yo la que necesite a alguien a mi lado que me haga los últimos días más fáciles. Y ese día me gustaría que alguien llamado cuidador formal o cuidador profesional sea cercano, me escuche y me cuide como le gustaría que le cuidaron a él.

ALGUN DÍA SEREMOS NOSOTROS Y NO ELLOS.

Gema Castillo Reviejo

 Servicios de UNIR Cuidadores: