Anxo nos cuenta una pequeña gran historia de lucha incansable que, desde hace ya 15 años, vive junto a Carmela de la mano y hasta que la muerte les separe:
Conocí a mi 'chica' en la cafetería donde ella trabajaba y ahí surgió la chispa que nos mantiene unidos. Yo trabajaba embarcado en un mercante cruzando el charco de allá para acá por agotadores mares calmas y tempestades. Mi Carmela me esperó siempre siempre en casiña donde guardamos las pocas fotos que podemos tener y recuerdos ya que la poca familia que ella tiene no está a su alcance.
Yo no sabía lo que estaba pasando cuando de repente ella me empezaba a contar las mismas historias repetitivamente varias veces al día. Cada vez más desordenadas y confusas. Yo no quería creer en la peor opción que cada día veía más acechante. Mi Carmela se evadia cada vez más del mundo real.
En una vuelta de navegación había adelgazado más de 15 kilos teniendo prácticamente toda la comida sin tocar como yo se la había dejado, el tratamiento sin tomar y alimentándose de café y pan reseco. Ese día me cayeron muchas lágrimas. No se cuantas. Por suerte coincidió con mi jubilación y hasta hoy no me separo ni me separaré de mi Carmeliña.
Una persona con un corazón enorme, sentimental como ninguna y que su gran debilidad son los niños. Algo especial tiene con ellos porque se ilumina su cara de una manera increíble, ellos van a ella y ella vive radiante en ese momento. Si de algo estoy orgulloso en esta vida y tranquilo, es de habernos conocido. Te quiero Carmela y de corazón muchísimas gracias por como me las estáis cuidando.
GRACIAS.