A veces, se ve a las personas mayores incapaces de hacer nada incluso para sí mismos, pero, ¿es esto realmente así? La psicóloga María Villegas nos explica cómo mejorar la independencia del dependiente.
Muchas veces, por facilitarnos las cosas a nosotros mismos, realizamos tareas que podrían hacer los mayores por su cuenta. Por ejemplo, si tarda mucho en vestirse, tendemos a hacerlo nosotros para terminar cuanto antes con la tarea y ponernos con otra cosa. Con la comida igual, se la damos para evitar que se manche y así poder ir más deprisa. Y así con un sinfín de tareas.
Con esto solo conseguimos crearle una dependencia, porque todas esas acciones podría hacerlas solas, pero como tenemos prisa o queremos “hacer las cosas bien”, no se lo permitimos, y lo hacemos de la forma que pensamos que es la mejor.
Sin embargo, esto es un gran error, porque nuestro mayor se vuelve dependiente en ese aspecto, y esto se irá generalizando a otros aspectos, y su dependencia irá incrementándose. A la vez que ésta aumenta, sus sentimientos de inutilidad y pensamientos de “ya no valgo ni para vestirme”, etc., irán provocando estados depresivos y situaciones de aislamiento social.
Por ello, hay que fomentar todo lo contrario, que la persona siga con su independencia, y aunque queramos hacerlo nosotros porque seamos más rápidos o pensemos que lo hacemos mejor, hay que dejarles su tiempo para que realicen sus tareas y nosotros actuar como un apoyo. Que sean independientes influye en su estado de ánimo y en su salud mental y física, ya que, además, se verá forzado a hacer algunos ejercicios que de otra forma no haría.
Es decir, hay que procurar la autonomía del anciano, dentro de sus posibilidades y haciéndole saber que dispondrá de ayuda si lo necesita.
Si vive en su casa, que es la mejor opción si es una persona relativamente sana, y tiene buenas condiciones, mantiene mayor independencia, lo que favorece su seguridad e integración social. Para ello, la vivienda debe ser cómoda y estar acondicionada en función de las necesidades.
En el caso de las personas que viven en residencias, se les debe estimular para que realicen las actividades que sean capaces de llevar a cabo, evitando además que aumente, en la medida de lo posible, su deterioro físico y mental. Para ello, podrán realizarse distintas actividades de la vida diaria en grupo, para fomentar también las relaciones sociales o solo, si así lo prefiere.
Asimismo, todo lo expuesto puede aplicarse tanto a las personas mayores como a las personas que tengan algún tipo de dependencia física o mental sin importar su edad. Hay que fomentar la independencia dentro de su dependencia, conociendo dónde están las limitaciones de cada persona.