Maltratar a un anciano o a una persona dependiente no es solo hacerle daño físicamente. Hay muchas formas y todos tenemos que estar alerta para detectar los signos. La psicóloga María Dolores Villegas nos cuenta en qué consisten los malos tratos y cómo intervenir.
La violencia sobre el anciano o la persona dependiente es una realidad bastante desconocida. Esto se debe a que en la mayoría de los casos no se denuncia, porque la persona que padece el maltrato no puede hacerlo por motivos físicos y/o mentales, por miedo o por exclusiva dependencia de su maltratador.
A veces se acusa a la persona maltratada de inventarse los hechos o exagerarlos. Por lo que no se tienen en cuenta algunas denuncias, sobre todo si se acusa a un familiar concreto ante otros.
Entre un 2,5% y un 3,9% de los ancianos son maltratados por sus propios familiares. Se estima que solo un 10% de los casos son denunciados. Según el INE (Instituto Nacional de Estadística), el maltrato es mayor en las personas mayores de entre 65-74 años.
Se considera que hay maltrato en estos casos cuando quien debería cuidar al anciano o a la persona dependiente le provoca daños físicos, le priva de sus necesidades básicas o le inflinge un daño psíquico, ya sea mediante un acto directo o por omisión no accidental.
Tipos de maltrato
- Maltrato físico, como patadas o puñetazos.
- Maltrato psicológico, tales como insultos o desprecios.
- Violación de los Derechos Humanos. Es decir, atentar contra la libertad individual o explotación de sus recursos económicos.
- Abandono de la persona: descuidar sus necesidades de nutrición, medicación, etc.
- Abuso sexual: caricias sexuales, violación, etc.
El tipo de maltrato más frecuente es el abandono, llegando a alcanzar el 90% de los casos. Probablemente porque sea lo más “fácil”, ya que consiste en desatender a la persona, ignorando sus necesidades, incluso llegando a aislarla socialmente. De esta forma, el cuidador rechaza su papel y se despreocupa de sus responsabilidades.
Una agresión puede ser única y esporádica, debido a un momento de máximo estrés del cuidador o puede producirse de forma habitual.
Cuando sucede dentro del marco institucional es más frecuente por parte de profesionales con mayor insatisfacción con su trabajo y con más situaciones estresantes personales. Éstos perciben a los ancianos y/o dependientes como personas infantiles y que necesitan disciplina.
Hay numerosos factores que incrementan el riesgo de producirse maltrato, también conocidos como factores de riesgo. Cabe destacar entre ellos:
- El grado de deterioro y alteraciones de la persona a la que se “cuida”.
- Aislamiento social del anciano o de la persona dependiente.
- Personalidad del cuidador y adicciones (consumo de alcohol, fármacos o drogas).
- Aislamiento del cuidador.
- No aceptar el papel de cuidador, ni su responsabilidad.
- Pérdida de control de la situación por parte del cuidador.
- Estrés del cuidador.
- Renuncia a las ayudas médicas y de la comunidad.
¿Cómo evitar estas situaciones?
- Prevenir la conducta violenta en cualquier faceta. Para ello se pueden realizar técnicas de control de la ira, practicar relajación, meditación, yoga, etc.
- Resolver conflictos familiares en caso de que los hubiera mediante terapia de familia, mediación etc. Es aconsejable realizar una jerarquía de necesidades entre los miembros de la familia, que cada uno cuente cómo se siente en el papel que le está tocando vivir a través de técnicas de rol-playing, etc.
- Aprender a manejar distintas situaciones que se dan con la persona anciana y/o dependiente que generan estrés en el cuidador.
- No “cargar” solamente una persona con la responsabilidad y distribuir las tareas del cuidado.
- Que el cuidador tenga tiempo para sí mismo. Para ello puede, además de repartir con otras personas la responsabilidad, acogerse a los programas de “respiro familiar”.
- Acudir a asociaciones en las que se pueda sentir identificado/a y comprendido/a, se proporcione apoyo e información sobre la situación.
¿Qué hacer en caso de sospecha de malos tratos?
- Podemos encontrar algunos indicadores en la persona que lo padece, como los siguientes:
- Lesiones, heridas, malnutrición, suciedad o falta de higiene.
- Frecuentes visitas al médico (síndrome de Munchausen por poder) o, por el contrario, menos de las que se deberían hacer.
- Depresión.
- Fugas (la persona cuidada trata de escapar del hogar o del centro donde está internada).
- Agitación, sobre todo ante la presencia del maltratador.
- Rechazo a la alimentación o a la medicación.
Ante un caso de maltrato debemos denunciarlo a la policía, al juzgado de instrucción o a la fiscalía. Si tienes sospechas, pero no sabes realmente si es un caso de maltrato ponte en contacto con los servicios sociales, para que sean ellos quienes valoren si se están produciendo malos tratos.
Son las personas que trabajan en atención primaria las que más datos tendrán para notificar una situación de maltrato, ya que trabajan con la persona anciana y/o dependiente y su cuidador y pueden observar con más detalle la situación.
No debemos olvidar que la situación de maltrato es muy delicada y hay que ser muy sensible con ella, por lo que no se puede acusar sin fundamentos.