El trabajador social trata de resolver problemas derivados de las relaciones humanas e incrementar el bienestar. Pero no son las únicas acciones que realiza. Mª José Planas, vocal del Colegio de Trabajadores Sociales de Madrid, nos aclara las funciones y la misión de esta figura en el ámbito de la Dependencia.
“Como trabajadores sociales podemos encontrarnos con una persona que cuida a su padre enfermo de Alzheimer; a un marido que atiende a su mujer, que sufre una patología progresiva o a una madre con un hijo que padece una discapacidad intelectual”.
“También nos encargamos de evaluar al cuidador y tener en cuenta los problemas que pueda sufrir como, por ejemplo, el aislamiento, motivo de preocupación. Porque tener una red de apoyo es vital y muy beneficioso para poder cuidar mejor”.
En ocasiones, el volumen de trabajo que tienen es tan grande que no pueden ayudar como les gustaría.
“Cuando nos encontramos saturados y no podemos atenderles como merecen, les derivamos a los movimientos asociativos. Hacen maravillas y considero que es una herramienta fundamental como red de apoyo”.
Mª José asegura que lo ideal en esta área sería “un trabajador social por cada 3000 personas”, pero los datos demuestran que en España aún se está lejos de poder conseguir esas cifras.
Los conflictos que rodean al cuidador
Mª José reconoce que hoy por hoy la mujer sigue siendo la gran cuidadora. “Es quien se “sacrifica” y pierde oportunidades por ejercer los cuidados”. Y los datos lo demuestran. 8 de cada 10 cuidadores no profesionales son mujeres.
No importa si quien cuida es un hombre o una mujer, todos pueden sufrir problemas laborales, económicos, familiares, legales… Pero es ahí donde el trabajador social debe intervenir para intentar aportar toda la ayuda necesaria.
“Cuando alguien empieza a cuidar, lo normal es que comience a cogerse días para llevar al médico a la persona a la que cuida. Después empieza a faltar al trabajo, luego solicita una reducción de la jornada laboral y por último, la excedencia”.
“Esto implica que se pierde tiempo de cotización. Y en muchas ocasiones se ven abocados a tomar una decisión en ese momento, sin ser plenamente conscientes de las consecuencias para su futuro”.
“La situación se agrava por el tema económico. Ya no es solo que se tengan menos ingresos, si no que los gastos aumentan”.
“Se encuentra que tienen que adaptar la vivienda, el coche; comprar una silla de ruedas, una grúa, pañales, comidas especiales, etc. Es decir, una serie de gastos que no cubre la Seguridad Social. Y nuestra misión es informar lo mejor posible de las ayudas y recursos que tienen a su alcance”.
“A todo esto suelen unirse los conflictos familiares. Imaginemos que nuestra madre se rompe la cadera. Las disputas comienzan desde el principio por ver quién la cuida. Pero será el trabajador quien valorará quién tiene más tiempo libre, quién la casa mejor adaptada, etc.”.
“También surgen temas legales que les preocupan y que son un poco delicados, como la incapacitación de un mayor o su institucionalización. Así que procuramos darles la información lo más detallada posible”.
Acceder a un trabajador social
“Cualquier persona puede hablar con un trabajador social. Puede solicitarlo a través de los Servicios Sociales, de la Junta de Distrito, con la trabajadora social del ambulatorio, del centro de atención primaria o del hospital”.
“Sin embargo, existen determinados perfiles que hacen saltar la alarma iniciándose un protocolo, denominado 'mayores con riesgo de vulnerabilidad'.”
“En este colectivo se encuentran las personas mayores de 75 años que viven solas; aquellos que tienen hijos a su cargo con alguna discapacidad; las personas que hayan sufrido muchos ingresos hospitalarios seguidos o quienes padezcan algún tipo de enfermedad mental, entre otros”.
“La paga acalla-conciencias”
“Antes de la Ley de Dependencia cuando concedían una prestación económica para cuidados en el entorno familiar, automáticamente se daba de alta al cuidador en la Seguridad Social”.
“Ese era el régimen especial, pero a partir de la reforma del 2012 el Estado ya no asume ese gasto. Ahora es voluntario, previo pago de los 160 euros. Pero claro, si te están pagando 200 euros a la gente no le compensa cotizar”.
“Ahí había un efecto perverso, porque si lo que quieres a la larga es que la mujer se integre y se incorpore a la vida laboral, es mejor ofrecer medidas de conciliación laboral y familiar. Lo que no tiene sentido es que se conceda una ayuda para que se queden en casa. Es la paga acalla-conciencias”.
“Hay que luchar por dar una serie de servicios que van a ayudar a la persona que está en situación de dependencia, sin menoscabar el derecho de la mujer a poder participar en la sociedad”.
“La Ley debería apostar por conceder servicios más que una prestación económica. Además, esto favorecería la creación de empleo”.