España está razonablemente cubierta por Unidades especializadas en Parkinson, aunque se investiga poco. El neurólogo Francisco Grandas hace la radiografía de la enfermedad en nuestro país.
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El doctor Grandas dirige la Unidad de Parkinson y Trastornos del Movimiento del Hospital Beata María Ana de Madrid. Es además consultor de Neurología del Hospital Gregorio Marañón, profesor de Neurología en la Universidad Complutense de Madrid y Coordinador del Grupo de Trastornos del Movimiento de la Sociedad Española de Neurología.
En su calidad de experto en la materia, explica cómo se encuentra España en lo que respecta a investigación y atención sanitaria de enfermos de Parkinson.
Especialistas en España
En España hay aproximadamente 150.000 enfermos de Parkinson. Francisco Grandas explica que los especialistas en la enfermedad están distribuidos de forma heterogénea por nuestro país.
“En las grandes ciudades, sobre todo en las capitales de Comunidades Autónomas sí suele haber hospitales terciarios con Unidades de Parkinson y Trastornos del Movimiento. En los más pequeños y áreas geográficas dispersas no suelen ser tan frecuentes”.
“Unidades especializadas hay, quizá no ubicadas geográficamente para cubrir toda la población. Pero neurólogos especializados hay bastantes en el país".
"Y grupos especializados hay unos cuantos, probablemente no suficientes para cubrir todo el territorio, pero sí la totalidad de la población”.
Así, prosigue, “hay, en hospitales públicos, en Madrid 4, en Barcelona 3 o 4, otra en Asturias, dos en el País Vasco, en Valencia, en Galicia, en Andalucía unas 3… Más o menos en todas las comunidades. En Madrid probablemente sean suficientes, en las demás comunidades no sé”.
¿Se investiga en España?
“Existe un interés en la enfermedad de Parkinson, sobre todo en sociedades envejecidas, como las occidentales, Japón…” continúa Francisco Grandas.
“Las enfermedades neurodenerativas son un problema principal, que genera un gasto sociosanitario tremendo, brutal. Esto hace que ciertos países se hayan puesto las pilas y dediquen fondos a la investigación de enfermedades degenerativas, y particularmente al Parkinson”.
“En España la inversión es muy baja", asegura el doctor Grandas. "Y más baja teniendo en cuenta el gasto que genera el Parkinson. A veces lo mejor para afrontar una enfermedad es investigar en ella, no sólo arropar al enfermo con tratamiento sociosanitario”.
Puede ser “más rentable invertir en investigación básica o básica aplicada a la clínica, porque a medio plazo se va a poder ahorrar dinero si se entienden ciertos mecanismos de la enfermedad”.
Encontrarla antes de que se manifieste
Detectar la enfermedad antes de que se muestren sus síntomas clínicos (temblor de reposo, rigidez muscular y dificultad para iniciar movimientos, principalmente) podría ayudar a detener su evolución.
“Por eso una de las líneas de investigación principales está en la búsqueda de marcadores muy muy precoces, hasta presintomáticos, antes de que se aparezcan los síntomas motores de la enfermedad”. Así se podrían detectar aquellos sujetos con riesgo real de poder padecerla.
Sería el momento de desarrollar sobre estos sujetos, directamente en humanos, “proyectos de investigación con una o varias terapias o fármacos. Esto en un futuro no demasiado lejano podría enlentecer el proceso y eventualmente evitar la progresión”.
El futuro: diagnóstico por neuroimagen
Una de las líneas de investigación está basada en el uso de técnicas de diagnóstico por imagen de última generación. “A día de hoy es posible detectar a personas en esa fase premotora de la enfermedad de Parkinson”, explica el doctor.
“Hay diferentes técnicas de imagen que permiten detectar precozmente, con ultrasonografía (una “ecografía” del tronco cerebral), cambios en la ecogenicidad (capacidad de los tejidos de hacer eco de ondas de ultrasonido) en la sustancia negra (porción del cerebro ubicada en el mesoencéfalo) en personas que tienen la enfermedad de Parkinson, incluso muchos años de que presenten síntomas”.
Este tipo de pruebas diagnósticas complejas se practican, en el contexto de protocolos experimentales, a personas que tienen anomalías y de las que por tanto se sospecha que podrían desarrollar la enfermedad con el tiempo.
“Todavía no tenemos ese perfecto biomarcador que nos permite decir “usted va a tener Parkinson dentro de 10 años porque tiene usted este déficit”. Aunque “estamos a punto de tenerlo dentro de la neuroimagen, no con una técnica, sino con varias”.
De momento, este sistema “no sirve más que como herramienta de investigación. Cuando los biomarcadores tengan una mayor especificidad y sensibilidad, podremos empezar a buscarlos para aplicar terapias que en este momento no están definidas. La finalidad es por lo menos enlentecer la progresión de la enfermedad”.
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