El ictus es un trastorno brusco de la circulación cerebral ocasionado por la obstrucción o rotura de alguna de las arterias que llevan la sangre al cerebro, lo que ocasiona una hemorragia.
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Clases recomendadas:
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Infografía de UNIR Cuidadores: recomendaciones para prevenir el ictus
Al ictus también se le conoce con los términos “trombosis", "embolia", "infarto cerebral” y “hemorragia cerebral”.
Esta enfermedad cerebrovascular representa la tercera causa de muerte en los países desarrollados y la primera causa de mortalidad global en España. La incidencia anual es de 156 casos nuevos por 100.000 habitantes y la prevalencia es de 500 - 600 casos por 100.000 habitantes. El ictus es, desde 1980, la primera causa de muerte en mujeres en España y desde 1989 la segunda en hombres.
Por todo esto, la prevención del ictus resulta de vital importancia para las personas adultas, tanto si sufren problemas vasculares como si no.
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Cómo prevenir el ictus
La prevención del ictus se logra, principalmente, mediante el control de todos aquellos factores que predisponen a la aparición de la arteriosclerosis, enfermedad que produce un estrechamiento progresivo de las arterias del organismo. Se trata por tanto de adoptar hábitos de vida saludables.
Para conseguirlo es necesario:
- Controlar los niveles de tensión arterial: la tensión arterial elevada es el factor de riesgo más importante y se estima que causa del 25% al 50% de los casos. De hecho, el ictus es la complicación más común entre los pacientes con hipertensión arterial.
- Vigilar los niveles de colesterol y triglicéridos: ambos están directamente relacionados con la aparición de arteriosclerosis, y por ende del ictus. No hay que abusar de las grasas animales. Si procede, habrá que tomar fármacos específicos para reducir los niveles de colesterol.
- Tratar debidamente las enfermedades cardiacas: una de las complicaciones orgánicas que más predispone a padecer un ictus es la presencia de alteraciones del ritmo cardiaco o arritmias. Si las padece, es aconsejable que realice un seguimiento periódico con su médico de atención primaria. Si es necesario, habrá que iniciar un tratamiento anticoagulante o antiagregante para evitar la formación de trombos en el corazón, el cerebro y otros órganos.
- Reducir el consumo de alcohol. Aunque su consumo moderado es beneficioso para el organismo, hay que evitar el abuso en el consumo y los productos de alcohol destilado: whisky, coñac, etc.
- Dejar de fumar: las sustancias nocivas y aditivas que lleva el tabaco aumentan considerablemente el riesgo de padecer arteriosclerosis.
- Hacer ejercicio de forma regular: principalmente para combatir el colesterol y demás factores que derivan en obesidad. El mero hecho de caminar unos 20 minutos diarios, a buen ritmo, ya constituye una forma saludable de ejercicio.
- Si eres diabético: hay que mantener unos niveles óptimos de azúcar en sangre. Normalmente estos niveles están por debajo de 126 ml/dl con el fin de prevenir complicaciones trombóticas de la arteriosclerosis, como lo es el ictus.
¿Cómo saber si el paciente ha sufrido realmente un ictus?
Hay que evaluar cuatro aspectos fundamentales:
- Cara: pide al afectado que sonría. Fíjate si la persona ha perdido la movilidad en uno de los lados de la cara.
- Brazos: pídele que levante los brazos. Si no tiene el control normal de sus extremidades es muy posible que haya sufrido un ictus.
- Vista: examina si el paciente ha perdido la visión total o parcialmente en uno o ambos ojos.
- Habla: haz hablar al sujeto. Si su capacidad para hablar se ha visto mermada, o no entiende ni lo que le está pidiendo, dispóngase a llamar con la mayor brevedad posible a emergencias.
Primeros auxilios
Al ser una urgencia neurológica que necesita de un diagnóstico e intervención inmediatos, la respuesta tiene que ser la más rápida posible. Por eso lo primero que hay que hacer siempre que nos encontremos con un paciente infartado es llamar al 061 (número de Emergencias Sanitarias).
Una vez avisados los servicios de urgencias, durante el intervalo que tardan en llegar, deberás seguir las siguientes instrucciones:
- Posicionar al paciente boca arriba, con la cabeza y los hombros elevados y apoyados en almohadas o en cualquier otro soporte.
- Comprobar la respiración. Acercar el oído a la boca de la víctima y esperar a escuchar los ritmos pulmonares. Si respira pasar directamente al paso 4.
- Si no respira hay que iniciar la reanimación pulmonar. Obstruyendo con una mano la nariz y sosteniendo con la otra la barbilla, hay que sellar ambos labios con los propios (el denominado "boca a boca") e insuflar aire en los pulmones de la víctima durante dos segundos. Repetir dos veces la maniobra.
- Comprobar el pulso. Si no tiene, comenzar con la reanimación cardiaca. Ésta se realiza colocando el talón de la mano en el eje del esternón, dos dedos por encima del punto donde se unen las costillas, poniendo la otra mano encima y presionando el tórax entre 4 y 5 cm rítmicamente un total de 15 veces.
- Si la víctima ni respira ni tiene pulso, acompasar el masaje cardiaco con dos soplos de aire para reactivar la respiración durante cuatro series.
- Si el paciente reacciona, colocarlo en la posición lateral de seguridad.
Ciertas maniobras de primeros auxilios, en particular la reanimación cardiaca, exigen práctica con maniquíes porque mal ejecutadas pueden causar lesiones adicionales.