Los mayores de 65 años son especialmente propensos a padecer diabetes. El geriatra Leocadio Rodríguez Mañas nos explica por qué, cómo prevenirla, y hacia dónde se dirige la investigación en este campo.
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Leocadio Rodríguez Mañas es Jefe de Servicio de Geriatría del Hospital Universitario de Getafe, profesor universitario de medicina e investigador principal en numerosos equipos internacionales. Se ocupa, entre otros campos, de la diabetes en la vejez.
La mitad de los enfermos de diabetes son ancianos. Un tercio de los mayores de 65 años la padecen. Esta alta prevalencia hace que en España haya entre dos millones y dos millones y medio de ancianos con diabetes. La diabetes es la misma que en otras edades, lo que no es lo mismo es el paciente.
Rodríguez Mañas señala que “en la diabetes del adulto, o tipo 1 incluso, se hace mucho hincapié en evitar la microangiopatía (afectación de los vasitos pequeños que clínicamente se manifiesta en problemas oculares y problemas en el riñón)”.
“Esto se consigue mejorando el control de la glucosa, con pastillas e insulina. Cuando uno tiene 40 años esto es muy importante, porque está previniendo algo que le va a ocurrir 15 años después. Pero si esto mismo lo aplicamos a una persona de 80 años, estamos hablando de algo que va a pasar cuando tenga 95. O que no va a pasar. En general, en el anciano es muy importante el concepto del tiempo”.
“La diabetes multiplica por dos el riesgo de deterioro funcional. Y no en diez o quince años, sino en dos o tres. Hay estudios que demuestran que, en un plazo de dos años, la persona frágil con diabetes se ha deteriorado funcionalmente mucho más que la que no tiene diabetes”.
“La diabetes se asocia mucho más a otras comorbilidades, como la hipertensión arterial, la hipercolesterolemia… Es más frecuente la depresión, es más frecuente la demencia… Y todo eso hace que la diabetes sea una enfermedad paradigmática de la vejez”.
Mucho por estudiar
A pesar de este hecho objetivo, los expertos denuncian que no hay estudios sobre diabetes y vejez. "No hay prácticamente ningún ensayo clínico que demuestre el beneficio del tratamiento de la diabetes en las personas mayores".
Para poner remedio a este vacío científico el doctor Rodríguez Mañas ha puesto en marcha un proyecto de investigación junto con el experto en diabetes Alan Sinclair, de la Universidad de Bedfordshire. El proyecto se llama MID Frail, tiene carácter internacional y se prolongará durante cuatro años.
“Es el primer estudio a nivel macro”, especifica Rodríguez Mañas, “que va a evaluar los efectos de la intervención en pacientes ancianos con diabetes. En dos o tres años podremos tener conclusiones, estamos empezando a hacerlo”.
El objetivo del proyecto es analizar la efectividad del tratamiento médico combinado con ejercicio y dieta para mantener la calidad de vida en mayores de 70 años con diabetes.
Se trata de “optimizar los objetivos terapéuticos, crear un programa de ejercicios de resistencia y un programa de educación en nutrición para evitar la malnutrición, que es el problema. No vamos a ver si el riñón se deteriora más o menos, o si el ojo se deteriora más o menos, queremos ver si con nuestra intervención somos capaces de disminuir el número de personas ancianas frágiles con diabetes que se deterioran funcionalmente al cabo de dos años”.
Una vez más, como es habitual en Geriatría, “ponemos el foco en la función. El problema no es ser diabético, sino ser diabético con deterioro funcional. No todas las enfermedades impactan de la misma manera en la calidad de vida de los sujetos”.
¿Por qué la diabetes afecta más a los ancianos?
“Se manifiesta más en la Tercera Edad, primero, por el estilo de vida”, puntualiza doctor Rodríguez Mañas.
El segundo motivo tiene que ver con la obesidad. La diabetes tipo 2, la diabetes del adulto, suele estar asociada a la obesidad. “El adipocito, la célula grasa, visceral, genera una cosa que se llama resistencia a la insulina. Por eso el enfermo de diabetes tipo 2 no es que no produzca insulina, sino que sus células no responden a su efecto. Entonces la glucosa anda por ahí dando vueltas”.
“Las personas ancianas, por efecto de la redistribución de la grasa y otras modificaciones, tienen resistencia a la insulina. Muchos de ellos son resistentes a la insulina sin ser obesos, por eso hay más diabetes entre ellos”.
“En los niños, la diabetes tipo 1, el páncreas no genera insulina”, explica el doctor. “En la del adulto, la diabetes tipo 2, el páncreas genera insulina, pero como hay resistencia a la misma, se genera la diabetes. Y es la diabetes del obeso”.
Por eso “hay quien a la diabetes del viejo la llama `diabetes 1,5´, porque el enfermo presenta resistencia a la insulina, pero no tiene por qué ser obeso”.
La mejor prevención, el ejercicio
También para estos enfermos es fundamental hacer ejercicio. “Pero claro, un abuelito o abuelita con 80 años, artrosis de cadera y dificultades para moverse, no va a montar en bicicleta y no va a poder correr porque no tiene condición física para ello. Pero hay algo que siempre va a poder hacer: ejercicios de fuerza, de resistencia”.
Por tanto, una persona mayor puede - y debe - levantar peso, e ir aumentando progresivamente. “Se sabe, lo ha demostrado el equipo de Míkel Izquierdo, de la Universidad Pública de Navarra, que con dos sesiones a la semana de ejercicios de fuerza, de levantar peso adaptado a su capacidad, mejora la resistencia a la insulina, y mejora incluso la capacidad funcional. Y este ejercicio sí que lo puede hacer casi cualquier persona mayor”.
Para probar esta afirmación, el doctor cita un estudio con nonagenarios publicado por el grupo de Izquierdo en la revista Age de la Sociedad Americana de Envejecimiento. Demuestra, nos cuenta, que “personas de más de 90 años mejoran con un programa de resistencia. Levantan cargas de 20 kilos o 25 kilos…”
“Para que el músculo se hipertrofie (se desarrolle)”, sigue explicando Rodríguez Mañas, “el músculo se tiene que estresar. Para que se estrese el músculo de una persona adulta, hace falta levantar 90 kilos, 100 kilos. Pero el músculo de una abuelita se estresa con 20 kilos, y genera más masa muscular con cargas muy pequeñitas. Hemos visto que la capacidad del músculo de hipertrofiarse no se pierde con la edad”.
“Yo no pretendo que la persona con 90 años me gane la maratón, solo quiero que vaya solo al baño, que pueda ir a beber un vaso de agua, o bajar escaleras. Eso le cambia la vida. Y ese es mi objetivo”, concluye el geriatra.