Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) el 1% de la población sufre esquizofrenia y afecta a 52 millones de personas en todo el mundo. Conocer más sobre esta enfermedad mental es fundamental para evitar los mitos que aparecen a su alrededor.
La esquizofrenia es el paradigma de la enfermedad mental y suele aparecer entre los 16 y 30 años como norma general. Afecta tanto a mujeres como a hombres y a todas las culturas y niveles económicos por igual.
Dentro del rango de edad indicado, y siempre hablando en términos generales, los hombres la padecen más pronto (16-24 años) y las mujeres más tarde (24-30).
En todo caso, su aparición resulta muy angustiosa para la persona que la sufre, así como para los familiares u otros cuidadores que están cerca del enfermo. Y no solo al inicio de la enfermedad, si no también durante el transcurso de la misma.
Cuando aparece la enfermedad la vida de la persona se trunca y, en consecuencia, también de aquellos que viven o conviven cerca de él. La esquizofrenia va a distorsionar toda su vida y los inicios suelen ser complicados para todos, porque además no es fácil disponer de un diagnóstico rápido cuando se produce el primer brote.
¿Qué es la esquizofrenia?
La esquizofrenia viene definida por una serie de desórdenes que afectan globalmente al individuo, de manera especial al curso y contenido del pensamiento, a la afectividad, a la percepción, a la voluntad, a las relaciones interpersonales. Todo ello repercute en el comportamiento del paciente.
No existen pruebas diagnósticas que definan realmente la esquizofrenia, ni existen pruebas de laboratorio que puedan realizarse al efecto. El diagnóstico se basa en síntomas y signos, esto es, en lo que la persona dice y el doctor observa. Existen diferencias considerables entre los síntomas de una persona a otra.
En un primer momento tenemos que hablar de los síntomas y se hace distinción entre síntomas positivos y síntomas negativos.
Los positivos, contra lo que a simple vista pudiera entenderse, son los que agregan algún efecto “negativo” a la personalidad del enfermo. Es lo que la enfermedad añade a las características personales de la persona.
Algunos síntomas positivos son:
- Los delirios: son falsas creencias basadas en una interpretación errónea de la realidad exterior. Estas creencias son sostenidas firmemente a pesar de la existencia de pruebas obvias de lo contrario. Pueden ser de culpa, de grandeza, religiosos, de persecución, etc.
- Las alucinaciones: consiste en la percepción de estímulos que en la realidad no existen. Pueden ser ser visuales, olfatorias, somáticas o auditivas (en forma de voces dentro o fuera de la cabeza).
- Negación de la enfermedad: la persona está convencida de no estar enferma. Se produce un rechazo al tratamiento.
- Falsa concepción de la realidad: se producen interpretaciones y percepciones que no se corresponden con la realidad y surge recelo, sospecha, desconfianza.
- Descontrol en el pensamiento: la persona se siente influida o controlada por otros. También puede notar que es perseguido y aludido por otros a través de los gestos y los ademanes. No es capaz de controlar sus propios pensamientos.
Y los negativos son lo que la enfermedad resta a la persona. Por ejemplo:
- En relación con los afectos: se reduce la expresión de los sentimientos y emociones. Se observa en aspectos del comportamiento como falta de expresión facial, los movimientos disminuidos y la falta o escasez de contacto visual.
- En relación con las emociones: surgen incongruencias en la expresión de emociones propias y se evidencian dificultades para comprender las emociones de los demás.
- En relación con la conducta: se producen conductas de aislamiento con enorme dificultad para desarrollar relaciones sociales
Fases de la enfermedad
- Fase prodrómica (previa): es la etapa que se produce antes del desarrollo de la enfermedad. Aparecen algunos síntomas que nos anticipan la aparición de un trastorno.
- Fase de crisis o brote psicótico: es el periodo en el que aparece la enfermedad. Se produce una ruptura biográfica y predominan los síntomas positivos de manera que la persona sufre fundamentalmente delirios, alucinaciones y trastornos del pensamiento.
- Fase residual: se da solo en algunos casos. En este periodo predominan los síntomas negativos y es bastante normal que se produzca un deterioro cognitivo más o menos acusado.
Clases de esquizofrenia
Al referirnos a los tipos de esquizofrenia, según el Dr. Rafael García Fernández-Andrade, médico psiquiatra del Hospital Clínico de Madrid, es más propio hablar de “esquizofrenias” y de personas con esquizofrenia. Sin embargo, podemos enumerar los siguientes tipos de esquizofrenia:
- Paranoide: es la más frecuente. Se caracteriza por el predominio de síntomas positivos, sobre todo ideas delirios y alucinaciones (contenido persecutorio) y alucinaciones auditivas.
- Desorganizada o hebefrénica: se ve más perturbada la forma de pensamiento, que es desestructurada. Se caracteriza por un lenguaje incoherente y pueden aparecer comportamientos extraños como reír sin motivo aparente y realizar muecas. No es muy frecuente, pero tiene un peor pronóstico.
- Catatónica, donde se ve más afectado el movimiento motor. Es muy poco frecuente, pero se inicia rápidamente.El enfermo no reacciona a los intentos de entrar en contacto con él..
- Residual: se relaciona con un mal pronóstico y deterioro de la personalidad. Predominan los síntomas negativos y los problemas relacionados con la atención o concentración.
- Indiferenciada: no satisface a ninguno de los tipos anteriores. Se dan síntomas positivos (delirios y alucinaciones), pero no se cumplen los criterios para diagnosticar el tipo de esquizofrenia paranoide, desorganizada o catatónica. Es poco frecuente.
Tratamiento
El tratamiento de la esquizofrenia tiene varios componentes. El primero es el tratamiento farmacológico para controlar los síntomas y evitar recaídas. Tras la remisión del episodio psicótico se puede conseguir una buena adaptación laboral, social y familiar.
Otro componente del tratamiento es la psicoterapia, la psicoeducación y la rehabilitación con lo que además se controlan los síntomas negativos. Es fundamental cumplir estrictamente el tratamiento y acudir a los controles con el especialista.
Otro aspecto que hay que considerar es la convivencia de la persona con enfermedad mental y sus familiares, cuidadores principales en la mayoría de los casos. Son la primera red de apoyo de la persona con enfermedad mental.
¿Qué puede hacer el familiar y cuidador para mejorar la calidad de vida de las personas con enfermedad mental? Existen técnicas y herramientas específicas para solucionar los problemas de la vida diaria y mejorar la convivencia.
Además, numerosas entidades como la Fundación ASAM FAMILIA, proporcionan información y orientación mediante grupos de auto-ayuda y otras actividades de psicoeduación familiar.