Solo 27 hospitales públicos tienen Unidad de Geriatría. Sin embargo, los expertos aseguran que son vitales para que el anciano viva más y mejor, y para que retrase la situación de Dependencia.
El doctor Juan Florencio Macías es presidente de la Sociedad Española de Medicina Geriátrica (SEMEG), Catedrático de Nefrología de la Universidad de Salamanca y Jefe de la Sección de Nefrología del Hospital Universitario de Salamanca.
Macías lleva décadas luchando por que la que la Geriatría sea tomada en serio. Para conseguirlo ha puesto encima de la mesa datos tan contundentes como que cada Unidad Geriátrica que se crea ahorra a un hospital 1,3 millones de euros al año.
Son datos de la propia SEMEG, que también asegura que se podrían evitar 4.000 estancias hospitalarias gracias a estas unidades especializadas. La clave está en que, según Macías, los ancianos atendidos en Unidades de Geriatría viven más, independientes durante más tiempo y con menos reingresos.
Otro dato que da qué pensar: el 50% de los mayores de 80 años que ingresa en un hospital se convierte a los tres meses en dependiente. Esto, además de un drama familiar, es muy caro para el sistema de salud, porque el coste de la asistencia a un enfermo dependiente se multiplica por siete.
Una Unidad de Geriatría completa incluye una unidad de enfermos Agudos, otra de pacientes de Media Estancia, consultas externas, Hospital de Día y, eventualmente, atención domiciliaria.
Actualmente, según la SEMEG, hay 27 hospitales públicos que cuentan con este servicio. Pincha en el enlace para saber los Hospitales españoles con Unidades de Geriatría. Muy pocos, si se tiene en cuenta esta misma institución sostiene que “harían falta cada 150.000 o 200.000 habitantes”.
No hay “cosas de viejos”
Macías quiere luchar contra el tópico extendido de que muchas dolencias son propias de la edad y que por tanto la resignación es la mejor forma de afrontarlas. “Hay cosas que se dice que “son de viejos”, como la incontinencia urinaria. Es falso, y es una falta de respeto”.
“¿Cómo una señora con 70 años se va a conformar con que le digan que la incontinencia es “cosa de viejas”?. Hay tratamientos médicos, hay tratamiento fisioterápico, quirúrgico (en conjunción con el urólogo)… Pero no le podemos decir: "tómese una pastilla y a casa”.
Pone otro ejemplo: “cuando le duelen a alguien los huesos, no podemos decir “qué se le va a hacer, no podemos pretender estar como a los 20”. Sabemos de la osteoporosis, de la pérdida de masa muscular, estudiamos la marcha, la fuerza, la resistencia… Y lo tratamos, tratamos la osteoporosis desde el punto de vista geriátrico para mantener la funcionalidad y evitar las caídas”.
“Y esa es la ventaja que tenemos los geriatras, que no decimos como otros médicos que “esto es cosa de viejos”. Esto es una creencia que han metido muy profundamente en la sociedad”.
Por eso “mucha gente no acude a la consulta aunque esté atacado de dolores, vea mal o tenga incontinencia urinaria, porque cree que lo que le pasa es cosa normal a su edad y que no hay nada que hacer”.
Macías señala la importancia de que los propios ancianos exijan que les vea un geriatra, por su propio bienestar. “No se informa a la gente de que hay Geriatría, no somos capaces de concienciar a las personas mayores. Muchos se operan de cataratas y vuelven a ver. Hay que tratar las dolencias. Queremos convencer de esto a los mayores”.
Pero ¿dónde hay un geriatra?
En España el número de especialistas en Geriatría es escaso. Sobre todo si tenemos en cuenta que la esperanza de vida en nuestro país es una de las más altas del mundo, 85,3 años. Además, el 17,3 por ciento de la población tiene más de 64 años (datos deL INE pertenecientes a 2011).
Unos 800 geriatras ejercen en nuestro país. Macías explica esta escasez: “el problema es que la Geriatría está despreciada no sólo por la gente que no la conoce, sino también por los propios médicos, que opinan que es cosa de médicos de baja cualificación, particularmente los colegas de medicina interna”.
Por Comunidades, la atención geriátrica es muy desigual. “En Madrid hay mucho, está bien cubierto”. Hay Unidades Geriátricas en Hospital de la Cruz Roja, en el de Getafe, en el Clínico, en el de La Paz, el Gregorio Marañón y el Doce de Octubre.
“Castilla La Mancha también está bien. Pero en Castilla León, un paciente tendría que pedir al médico de atención primaria que le viese un geriatra, cosa que muchos no hacen porque no saben que existe”.
“Entonces habría que ir a Segovia, a León, donde haya una Unidad de Geriatría como tal. No un geriatra. Porque en muchos hospitales hay un geriatra, en trauma, porque se han dado cuenta de la eficacia de la geriatría para mejorar en dolores, recuperación de operaciones, ahorro de transfusiones de sangre, menos reingreso…”
“Nosotros siempre trabajamos con la atención primaria para la ayuda a domicilio. Lo que sugerimos es que el paciente pida que quiere ver a un geriatra. Y seguramente le contestarán que no, que no hay, y que vaya al internista”.
Para Macías otro inconveniente es que “no hay docencia de Geriatría en pregrado, así que los alumnos salen sin saber lo que es la Geriatría, la importancia que tiene, las ventajas que conlleva para un anciano que lo vea un geriatra en vez de ocho especialistas”.
Sin noticias de la Administración
La SEMEG, con Macías al frente, está haciendo un gran esfuerzo para que las administraciones públicas recojan sus peticiones. Sin embargo, comunidades como el País Vasco y Andalucía han suprimido las Unidades Geriátricas por ley. “La razón no la sé”, se lamenta.
“Desde la SEMEG se ha informado exhaustivamente a los ministros, a los consejeros… Yo mismo lo he hecho personalmente, con todos los ministros que ha habido desde el Gobierno de Zapatero a la actualidad, con las Comunidades Autónomas… Hay una reticencia a hacer Unidades Geriátricas, pensando que no son rentables”.
Él defiende su postura con datos: “hemos publicado en el British Medical Journey un estudio que sostiene que una persona que tiene una patología poco expresiva en geriatría, si la ve un geriatra en consulta externa, tiene menor mortalidad a los tres años, con reducción del gasto total de la atención”.
“Si atendemos a un anciano frágil en una Unidad de Agudos”, continúa, “tendrá menos deterioro funcional, y se producirá una reducción del tiempo de estancia y de los costes hospitalarios”.
Además, añade que “una persona con deterioro funcional potencialmente recuperable, tratada en la Unidad de Media Estancia, experimenta una mejoría funcional y afectiva, y menor mortalidad al cabo de un año. Esto se traduce en una reducción de costes sociales y sanitarios”.
Para Macías, “la parte social de la Dependencia es un pozo sin fondo. Una cantidad de dinero enorme que se va quedando en los intermediarios. Personas pagadas por la Administración, pero a la persona dependiente llega un porcentaje muy pequeño de eso”.