"¡Qué miedo me da que mis hijos sean adolescentes!" Este cometario es muy frecuente entre padres y madres y a menudo vemos que personas que lo escuchan asienten, como si de un momento terrible se tratara. Si es tu caso no te pierdas la Masterclass de la psicóloga Elisa Sancha.
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La adolescencia, como todas las etapas de la vida, hay que pasarla, vivirla y sobretodo entenderla.
Es la fase de cambios por excelencia. Se producen cambios físicos, psicológicos, sexuales y sociales. Pasar de niños a adultos determina un momento en el que la persona va a cristalizar su identidad, comienza a elegir, a tomar decisiones importantes y a buscar un sitio en el mundo.
En el aspecto emocional la llegada de la adolescencia significa la eclosión de la capacidad afectiva para sentir y desarrollar emociones que se identifican o tiene relación con el amor. El adolescente puede hacer uso de su autonomía y comenzar a elegir a sus amigos y a las personas que va a querer. En ocasiones este momento es difícil de aceptar para los padres.
Hasta ahora los padres eran las figuras de apego, las personas que nos han querido, mimado y que por supuesto nosotros hemos admirado. ¿Quién no ha oído en el patio de un colegio: “mi madre es más joven y guapa que la tuya” o “mi padre es el más fuerte y el más listo del mundo”? Pero con la adolescencia los padres se caen del pedestal y a veces no es fácil aceptar esa caída.
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Los adolescentes toman como referencia al grupo de amigos y los padres pasan a un lugar secundario. “Tú no me entiendes como mis amigos”, “Ya no quiero que me acompañes al colegio, soy mayor, mamá”. Ahora son los iguales, su grupo de referencia, con quien comparten sus opiniones, sus problemas y sus dudas existenciales que en dicho periodo comienzan a surgir con fuerza.
¿Qué sucede en estos casos? Que en función de cómo los padres entiendan la adolescencia dicha etapa será más fácil y enriquecedora o complicada y llena de disputas.
Muchos papás tienen dificultades para entender que sus hijos han crecido, que necesitan volar solos y que ellos estarán ahí siempre, pero ahora, de otra manera. Cuando no somos conscientes de lo necesario de esta separación, tratamos de “agarrar a nuestro niño” a toda costa, no dejándole crecer y desarrollarse como persona. Lo que conllevará a muchos enfrentamientos y desacuerdos.
Entendemos que los padres no tienen por qué saber este tipo de cosas, pero claro está que no se puede tratar de la misma manera a un niño que a un adolescente. Hay que aprender a darle a cada uno su lugar.
Y tú, ¿qué tipo de padre-madre eres? ¿Autoritario, controlador, comprensivo, negociador?
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