Cuando me propusieron escribir un artículo sobre “por qué soy Cuidadora”, la respuesta parecía obvia: porque me tocó, igual que a otros les toca tener un hijo o un hermano enfermo.
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Sin embargo, si lo pienso un poco más despacio, la respuesta cambia radicalmente. Soy cuidadora no por una circunstancia que me ha venido dada, sino porque yo quiero, yo lo elijo cada día.
Este artículo pretende mostrar el proceso de asimilación desde que te das cuenta de que tienes que hacerlo, hasta que lo eliges libremente, y lo realizas como una opción vital y con mucha alegría, disfrutando de cada momento.
Algo así he vivido yo. Es un tema tan delicado y personal que me produce cierto pudor hablar de ello. Sin embargo, si este caso sirve de guía o referencia a otras personas en circunstancias similares, habrá merecido la pena exponerlo.
He tenido la suerte inmensa de tener una madre maravillosa, la mejor madre del mundo, y en mi caso no es un tópico o frase hecha, en mi caso es absolutamente cierto. Pero también me ha tocado sufrir con ella.
María cuida a su madre, que padece la enfermedad de Alzheimer
Hace ya 8 años que le diagnosticaron Alzheimer, y desde entonces el deterioro ha sido paulatino e irreversible. Junto con mis hermanos, he procurado cuidarla todo este tiempo con el máximo cariño, atenderla lo mejor posible, devolverle sólo una parte del amor y el cuidado que ella nos ha procurado a todos durante toda su vida.
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Todo fluye como algo natural, algo que sucede sin más. Cuidarla es la única opción, igual que si un hijo se pone enfermo. Pero en estos cuidados llega un momento crítico, el momento en que eres consciente de que te has convertido en “el cuidador”.
Esta fase es complicada, te entra pavor por la responsabilidad, miedo ante lo desconocido, y normalmente te sientes solo.
Hasta hace poco tiempo no teníamos el concepto de “cuidador” como lo entendemos hoy en día. Sí sabíamos qué era cuidar a mayores o enfermos; si sabíamos lo que era una niñera, pero no existía esa figura como tal.
El cuidador es el principal responsable del cuidado y atención de una persona mayor o un enfermo, normalmente un familiar. El encargado suele ser el marido, la mujer, o alguno de los hijos, pero también puede serlo alguien ajeno a la familia o una persona contratada.
"Ser cuidador es una carrera de fondo"
Sobre el cuidador recae el mayor peso y suele ser un proceso agotador, tanto física como psicológicamente. Hay que tener claro que se trata de una carrera de fondo, así que más vale no desgastarse en las primeras fases.
Lo primero que hay que hacer cuando se asume el cuidado de un familiar es ponerse en forma. No puede ayudar quien no está bien. Los que están alrededor deben entender que el foco de atención no se limita al enfermo, sino que el cuidador necesita un apoyo extra para poder enfrentarse con alegría y con fuerzas a la inmensa tarea que tiene entre manos.
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Tan necesario es atender al enfermo como al cuidador. Es importante mantenerse activos, que nuestra vida no se limite al enfermo. Necesitamos descansar, reponer fuerzas y llenarnos de alegrías.
Yo le diría a alguien que va a asumir este reto: “No descuides tu vida, tu trabajo, tus aficiones y tu vida social”.
Ofrecer nuestro tiempo y energías tiene mérito, pero renunciar a los planes de vida es un error, aunque se disfrace de sacrificio por el bien del otro.
"Soy cuidadora porque quiero"
Por otro lado, es importante compartir las tareas en la medida de lo posible, contar con familiares que puedan sustituirnos y contratar personal cuando haga falta. Normalmente no hay en la familia una persona “liberada” para el cuidado de mayor, por lo que la organización va a resultar crucial en este proceso.
Al final, después de un largo proceso, llego a una clara conclusión. ¿Por qué soy cuidadora? No es por dinero, como puede ser el caso de algunos profesionales. No es un tema de justicia, ni siquiera de caridad.
Cuido de mi madre porque es la mujer que más admiro en este mundo, y porque disfruto cada segundo que paso con ella, aún con sus facultades mermadas.
Soy cuidadora porque quiero, porque es lo más interesante, maravilloso y enriquecedor que puedo hacer ahora mismo con mi vida. Esa es mi respuesta.
María Luengo