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La Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG), en reconocimiento a la atención que los cuidadores familiares y profesionales destinan a los mayores dependientes, celebra la segunda edición del Día del Cuidador.
Y es que hay cuidadores en todas partes. Familiares y profesionales. En centros de día y en centros de noche. En domicilios y en residencias. En hospitales, en centros de respiro y en centros permanentes. En cada sitio, a cada paso podemos encontrarnos con un cuidador. Nosotros también podríamos ser cuidadores, ¿por qué no?
Siempre hay alguien que se encuentra a la espera de ser cuidado. Nuestras madres y padres, nuestras abuelas y abuelos, aquellos que dedicaron tantas y tantas horas de su tiempo a educarnos, criarnos y, por suerte, malcriarnos. Aquellos que, desde que tenemos uso de razón, han estado allí donde les necesitábamos. Para consolarnos en nuestros momentos tristes pero también para alegrarse con nosotros. Las horas de desvelo y los madrugones. La comida siempre en el plato y todos esos ingenios para llegar a fin de mes. TODO.
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Todo era para nosotros. Y la mejor manera de recompensar el esfuerzo sobrehumano que supone una vida dedicada al otro es estar con ellos cuando realmente nos necesitan. La vida cambia y los jóvenes de ayer serán los mayores de mañana. En cualquier momento podemos mirarnos al espejo y ver que, efectivamente, el tiempo ha pasado en nuestra cuerpo pero, ¿y en nuestro alma?
Nadie está libre de envejecer físicamente, pero debemos mantenernos activos, saber quiénes somos y de dónde venimos. Por desgracia, son muchas las enfermedades neurodegenerativas que aparecen con la edad y que hoy por hoy aún no se pueden evitar. Es aquí donde aparece la figura del cuidador familiar. Es aquí donde los sentimientos se mezclan con los nuevos roles que debemos adquirir.
Las personas mayores no son las únicas que necesitan cuidados. Los discapacitados y dependientes no entienden de edades. Solo entienden de amor y dedicación por parte del otro. Por desgracia, Europa y España envejecen a un ritmo alarmante. En 2014, casi un 20% de la población española era mayor de 65 años, según el Padrón Continuo del Instituto Nacional de Estadística (INE), referencia de datos demográficos de nuestro país. Los colectivos de mayores, discapacitados y/o dependientes suponen un 25% de la población española.
"Nadie es una isla, completo en sí mismo; cada hombre es un pedazo del continente, una parte de la tierra si el mar se lleva una porción de tierra, toda Europa queda disminuida, como si fuera un promontorio, o la casa de uno de tus amigos, o la tuya propia; la muerte de cualquier hombre me disminuye, porque estoy ligado a la humanidad; y por consiguiente, nunca hagas preguntar por quién doblan las campanas; ¡doblan por ti!." John Donne |
La familia es el centro de todo
Hay que tener claro desde un principio quiénes asumen determinadas tareas y quiénes realizan otras. Una gestión eficiente del tiempo será beneficiosa para los cuidadores de la persona mayor, enferma, discapacitada y/o dependiente. A veces es lógico que estemos molestos porque sentimos que no se valora nuestra labor cuidadora. En ese momento hay que contar hasta diez. Echar en cara cosas pasadas no beneficia a nadie. Ni a nosotros, ni a los otros cuidadores ni, por supuesto, a la persona cuidada.Los problemas deben hablarse, no esconderse. Debemos delegar y hacer comprender a los demás que esto es necesario, con buenas palabras y buscando la empatía que querríamos para nosotros.
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Actitud positiva
No es igual encarar el futuro con positividad que afrontarlo con pensamientos y actitudes negativas. Hay que disfrutar de tiempo para nosotros mismos. Para relajarse. Para salir y olvidarse, sin remordimientos. Para marchar de vacaciones sin que nuestra mente se quede en tierra. Y si no podemos viajar, lo último que debemos hacer es perder el contacto con nuestros allegados, amigos y personas que nos rodean. La vida cambia, pero no se acaba aquí.
La salud, nuestra mejor aliada
Debemos descansar de manera óptima, por nuestra salud y por el bienestar de la persona cuidada. Tenemos que acudir al médico si nos notamos cansados o enfermos. Y es que, ¿quién cuidaría del otro si nosotros no estuviésemos? Gozar de una adecuado estado físico y anímico será ahora más importante que nunca. El ejercicio y la dieta aparecen como elementos prioritarios para garantizar que nos encontramos a pleno rendimiento.
Compaginando trabajo
Si tenemos un empleo y nos corresponde conciliar nuestra vida laboral con los cuidados de un enfermo, dependiente y/o discapacitado en casa, hemos de establecer ciertos límites y horarios. La persona cuidada debe entender que tenemos una vida fuera del hogar y que esa vida nos proporciona recursos económicos. De hecho, gracias al esfuerzo de compaginar trabajo y cuidados en casa, somos capaces de contratar a los apreciados cuidadores profesionales, complementarios y necesarios a la hora de cuidar a nuestros seres queridos.